Él siempre dejaba…

Él siempre dejaba en su almohada una gota de su perfume, para que ella se alimentara con el dulce recuerdo de sus caricias y de sus besos.

El día trashumaba hora a hora en las ventanas de aquel cuarto sonámbulo, donde el reloj bostezaba el tiempo sin contar los segundos. Fuera, el cielo deshojaba sus anhelos en el púrpura del horizonte. Y la habitación, acurrucada en la sombra, se estremecía de nuevo con aquel beso de amor que nació eterno.

Arquitectura de un reglón indiferente
Inma J. Ferrero​
Proverso Ediciones
ISBN: 9781081263614
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TEXTO DE 2020

 

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