CEREZAS ROJAS, CESTA DE MIMBRE
Por Evaristo Cadenas Redondo
“Chieko vio que las violetas en el tronco del viejo arce habían florecido.
“¡También este año florecen!”, pensó, y así saludó a la recién llegada primavera“.
De esta forma tan poética comienza la deliciosa novela corta “Kioto” del escritor japonés Yasunari Kawabata, (1899-1972), premio Nobel de Literatura de 1968. En esto iba yo pensando cuando me di cuenta de que mis pasos me habían llevado, como sin querer, hasta la Filmoteca Española de Madrid. Entré en su confortable cafetería, pedí una coca cola con aceitunas manzanilla, y leyendo el boletín informativo del mes de septiembre, me enteré de que se le estaba haciendo un homenaje al director de cine Abel Ferrara.
En el vestíbulo del Cine Doré, como se sabe sede de la Filmoteca Española, grandes carteles anuncian el ciclo. En el más llamativo aparece una señorita semidesnuda, con sombrero y gafas, simulando la imagen icónica de la película “Lolita” (1962), de Stanley Kubrick. El cartel, con letras grandes pone: Adictos a Ferrara, Septiembre – Octubre y con letras más pequeñas la lista de las películas que conforman el ciclo.
En el mismo boletín se nos informa de quién es, para los que no lo sepan, Abel Ferrara y de que presentará su obra maestra Go Go Tales (2007) en el Doré el jueves 14. Al día siguiente impartirá una clase magistral en La Casa Encendida y ofrecerá un concierto con una banda local en la sala Moby Dick. De manera que así fue como la primera cereza roja salió de mi cesta de mimbre.
ABEL FERRARA: Nueva York (1951), director y guionista de cine. Procedencia italiana e irlandesa. Lo que casi nadie sabía es que Ferrara empezó, en su primera juventud, como rockero antes de dedicarse al cine. En muchas de sus películas aparecen sus canciones, con y siempre, un especial gusto por la música en sus bandas sonoras.
Suele acompañarse, en sus conciertos, de su propia banda, Alive in France, pero para el que dará en la sala Moby Dick de Madrid lleva a Héctor Navío al bajo, Jaime Vaquero a la batería, y el propio Ferrara a la voz y guitarra.
Hay que sumar a su frenética actividad como director y guionista la de actor, productor, editor y director de fotografía.
Antes de seguir voy a dar un apunte personal: Mi amigo de cuando yo estudiaba en León, el que se llamaba a si mismo “cinéfilo”, me aconsejaba que cuando fuera a ver una película me fijara bien en quién era el director. Un director de cine es como un escritor o un poeta. Recuerda que el que imprime su sello personal a una película es su director, por eso existe el llamado cine de autor, me decía. Y le hice caso.
Las películas de Ferrara se distinguen de las otras porque su sello personal queda de manifiesto desde el primer fotograma o desde la primera pincelada musical. Efectivamente sus películas son adictivas. Su extensa filmografía demuestra que poco a poco su inclasificable trabajo ha ido creando el universo Ferrara, podríamos decir. Desde los infiernos underground neoyorquino, el horror, la super violencia, el cine documental y los retratos pasolinianos de los últimos años, muestran a un director que huye de las etiquetas y convenciones que impone la industria del cine.
Los críticos le llaman francotirador del cine contemporáneo y cosas así ¿De qué habla Ferrara cuando habla de cine? Pues habla de lo que tanto nos gusta ver a todos: nuestras obsesiones adictivas al sexo, las drogas, la religión, la violencia verbal y de la otra, los mundos oscuros y turbulentos, las perversiones, el poder, el arte, la tecnología, y eso, lo que está pero no se ve. Esas cosas de la vida que sabemos que otros viven y nosotros no podemos por cobardía o porque simplemente no nos lo podemos permitir. Lo prohibido siempre atrae. Pues de eso habla y de muchas cosas más que dice sin decir. Por supuesto que me refiero al cine y como se sabe el cine es mentira, pura ficción. En la vida real cada uno se apaña como puede. El cine en todo caso sirve como catarsis, por eso nos gusta tanto el de Abel Ferrara y el de todos los demás que nos pellizcan el inconsciente como lo hace él.
En sus películas se le nota el aprendizaje de Darío Argento, Roland Barthes, Nicholas Ray, Monte Hellman, John Cassavetes o Martin Scorsese. Pero con la diferencia de que ha creado su propia estética y ha influido claramente en otros como el mismo Martin Scorsese sin ir más lejos.
De su extensa filmografía no puedo decir otra cosa que es eso, muy extensa y que en España solo se han podido ver, en salas comerciales, ocho o nueve títulos. Dice Carlos Pumares, el crítico de cine más crítico, de memoria prodigiosa, que algunas películas son muy malas pero que tienen tres o cuatro escenas magistrales, y que ya dejan de ser tan malas. Eso pasa con Abel Ferrara: muchas escenas magistrales incluso es sus peores películas. Voy a referirme, brevemente, a las que yo he visto entre el cine, la tele e internet, todas en versión original con subtítulos.
New Rose Hotel (1998), Ángel de venganza (1981), China Girl (1987), El funeral (1993) Go Go Tales (2007) Pasolini (2014) Teniente corrupto (1992) The Addiction (1995) y el documental Napoli, Napoli, Napoli (2009)
Tendría que hablar de la dirección de actores. Son varios los que repiten en sus películas convirtiéndoles en parte indivisible o “alter ego” del propio Ferrara. Es el caso de Willem Dafoe, principalmente, también de Cristhopher Walken, Harvey Keytel y Matew Modine. En una entrevista Pier Paolo Pasolini decía que el cine es una nueva forma de lenguaje, y en la forma de hacer cine Abel Ferrara, como en el de los grandes, se tiene acceso a varias lecturas, a múltiples interpretaciones no solo por lo que se ve en la pantalla sino por todo el mundo de sugerencias que traslucen en el fondo de su mensaje. Al recomendar que se interesen por el cine de este, a mi parecer, importante director de cine, como por azar, surge la inconmensurable figura de Pier Paolo Pasolini al que tanto admira Ferrara y del que yo fui un fiel seguidor.
De la cesta de mimbre ha salido una nueva cereza roja: PIER PAOLO PASOLINI.
Como voy mal de espacio, y de tiempo, para hacer boca voy a incluir un poema de Pasolini (Italia, 1922-1975):
SUPLICA A MI MADRE
Es difícil decir con palabras de hijo
aquello a lo que en el corazón bien poco me parezco.
Tu eres la única en el mundo que sabe de mi corazón
eso que ha sido siempre, antes de todo otro amor.
Por eso debo decirte eso que es tan horrible conocer:
es dentro de tu gracia donde nace mi angustia.
Eres insustituible. Por eso estás condenada
a la soledad de la vida que me has dado.
Y no quiero estar solo. Tengo un hambre infinita
de amor, de amor de cuerpos y almas.
Porque el alma está en ti, eres tú, pero tú
eres mi madre y tu amor es mi esclavitud.
He pasado la infancia esclavo de este sentido
alto, irremediable, de una obligación inmensa.
Era el único modo de sentir la vida,
el único color, la única forma; ahora ha terminado.
Sobrevivimos y es la confusión
de una vida renacida fuera de la razón…
Te suplico, ah… te suplico; no quieras morirte;
estoy aquí, solo contigo, en un futuro abril…
Con doloroso nudo en la garganta me prometo a mi mismo hacer un especial sobre el director de cine, guionista, escritor, poeta, ensayista, filósofo… a quien tanta gente, no solo en Italia, su país, admiraba y reconocía. El día 2 de noviembre de 1975 fue asesinado.
“Chieko se sentó delante del espejo y soltó el largo cabello. Le gustaba llevarlo recogido en lo alto de la cabeza.
– ¡Madre! – gritó Chieko a través de la puerta corredera.
Vibraban en su voz muchas emociones”
(“Kioto“, de Yasunari Kawabata)