LISZT Y EL NARCISISMO
Por José Marcos Gamarra (Profesor de Piano. Compositor y Pianista)
“Alto, muy delgado, pálido, de grandes ojos verdes que brillaban como las olas bajo el sol, rasgos muy marcados por el sufrimiento, de movimientos vacilantes; parecía deslizarse en lugar de caminar; preocupado y al mismo tiempo inquieto, como un fantasma que estuviera esperando que el reloj diese la hora para desaparecer de nuevo entre las sombras……Recuerdo el brillo de sus ojos, sus gestos y su sonrisa, por momentos formal y de una profunda amabilidad; por momentos irónica y cáustica”. Estas palabras pertenecen a la condesa Marie d´ Agoult y describen de manera efusiva y romántica, al profundo amor de su vida por quien abandonó a su marido e hijas en Paris. El personaje al que nos estamos refiriendo es, sin duda alguna, la primera estrella del piano del romanticismo: Liszt.
Franz Liszt nació en Hungría en 1811. A lo largo de su vida, tuvo pocos motivos de queja en lo que a salud física se refiere a diferencia de sus contemporáneos Chopin o Schumann. Las primeras lecciones de piano fueron impartidas por su padre, Adam Liszt, quien rápidamente percibió el talento innato de su hijo. Siendo alumno de Czerny y de Salieri, el joven Franz despierta la admiración de los nobles de su país natal quienes deciden apoyarle con una gran inversión de dinero para desarrollar y potenciar su talento musical algo que el joven pianista aprovecho de manera inteligente.
«Liszt reinventó el recital de piano en Europa…»
De personalidad extravertida, arrolladora y con un dominio basto sobre el teclado del piano, Liszt tenía una capacidad sobre humana para solucionar problemas musicales. En cierta ocasión un flautista llamado Alfred Nicholson iba a interpretar una composición propia en do mayor. Pero el piano estaba afinado un semitono más bajo que la flauta y el perplejo pianista que debía acompañarlo afirmó que no le era posible hacerlo. El joven Franz tomo de inmediato su lugar y transcribió la pieza mentalmente a primera vista mientras la ejecutaba en el piano de do a do sostenido ante el asombro del público.
Liszt reinventó el recital de piano en Europa que, hasta entonces, se había limitado a veladas en salones lujosos en donde una docena de nobles eran testigos del arte de sus intérpretes. También inventó otro fenómeno artístico denominado duelo musical que consistía en medir el virtuosismo de dos pianistas frente a frente teniendo como testigo a una audiencia atónita. Esto nació a raíz de la rivalidad entre Liszt y el talentoso pianista Sigismond Thalberg que duró desde 1836 hasta 1842. Thalberg realizó muchas giras por Europa como Liszt, tocando de manera adrede en los mismos lugares, inmediatamente antes o después que Liszt, con el fin de mostrar a la alta sociedad de la música quien era el mejor pianista. Esto no fue del agrado de Liszt quien lo retó a un duelo que se llevó a cabo el 31 de marzo de 1837. Al final del encuentro y luego de haber interpretado obras de virtuosismo extremo, ambos recibieron ovaciones de pie y continuaron sus giras por Europa sin volver a desafiarse.
«La personalidad de Liszt es compleja, dinámica, interesante y muy apasionante…»
Liszt, es el ejemplo perfecto de un “rock star “del siglo XIX como señala el célebre pianista chino Lang Lang en su libro autobiográfico. Y no es para menos púes fue Liszt quien cambió el concepto y posición del artista que era comparado hasta entonces como un trabajador más. Exigió siempre el más grande respeto de su público aristocrático hacia sus recitales de piano y no tuvo reparos en reclamar de la manera más irónica ante faltas que él consideraba como graves. En cierta ocasión tocaba en San Petersburgo para el Zar Nicolás I de Rusia y este no paraba de conversar con su acompañante en pleno recital. Enfurecido por esta falta, Liszt dejo de tocar el piano. El Zar contrariado por tal conducta pidió una explicación a lo que el célebre pianista húngaro respondió: “Cuando el Zar habla, todos debemos callar”. Entendido el mensaje, prosiguió el recital con el más profundo silencio por parte del Zar y el público.
La personalidad de Liszt es compleja, dinámica, interesante y muy apasionante y encierra una poderosa característica que ya debe de haber sido el análisis de muchos entendidos en la psicología: el narcisismo.
La personalidad narcisista esta descrita como aquella que tiene un sentido grandioso de su propia existencia. Las desilusiones o fantasías de éxito ilimitado, belleza o amor están a la orden del día. Son personalidades que se consideran especiales y únicas queriendo siempre estar rodeado de gente de su mismo nivel es decir, personales especiales o de un gran estatus social. Requiere además excesiva admiración por parte de un público el cual muchas veces es creado y llevado por ellos mismos. El individuo narcisista, se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines. Tiene muy poca, o carecen completamente de, empatía. Son envidiosos y pueden llegar a devaluar a personas que hayan recibido una condecoración al pensar que ellos son más merecedores de la misma. Finalmente este tipo de personas muestran conductas arrogantes y prepotentes.
Es conocida la posición de Liszt de ayudar a causas nobles en su etapa madura. Sin embargo, sobran los indicadores que le retratan como una persona altamente egocéntrica con una desesperada necesidad de estimulación constante por su tendencia al aburrimiento. Ello se refleja claramente en sus recitales de piano y en su vida afectiva púes tenía en su haber varias docenas de amantes de todas las edades denotando su terrible necesidad de ser admirado y deseado. Su personalidad también se ve plasmada dentro de sus composiciones sobre todo en las obras para piano provistas de una parafernalia de adornos y fantasías muchas de ellas innecesarias. Es muy significativa, la relación entre la personalidad y la obra de este gran compositor cuya propuesta es válida y con muchos seguidores que ven en su trabajo un desafío para crecer técnicamente dentro del piano. Cabe resaltar, finalmente, su gran preocupación por profundizar en sus conocimientos de filosofía y música llegando a ser un gran orquestador y organista. Liszt es, sobre todo, una gran personalidad del siglo XIX que elevo al pianista al rango de estrella.