A PROPÓSITO DE UNA LECTURA Y REFLEXIÓN ECOLÓGICA
La última sección
Por: Hilario Martínez Nebreda
En una propuesta de reconstrucción de las relaciones de las categorías o de las significaciones del ser con el lenguaje, verdad, existencia, mundo… Wolfgang Janke esboza una postontología como remedio a una época que asumiendo la crítica de Nietzsche parece cerrar la posibilidad de toda metafísica decapitando «el ser de lo que es, en la totalidad de un mundo histórico» en aras del positivismo y nihilismo, que paradojicamente en una afirmación vitalista aboca a la negación de la vida. Es por eso, que a una formulación meramente cognoscitiva y noética que nos viene desde Tales de Mileto a Descartes, Comte y la modernidad, lo que define como praecisio mundi, cortar (praecidere) lo medido exactamente, ( «ideas claras y distintas», afirma Descartes) es decir, corte de amarras por una creencia dogmática en la ciencia que nos «aliena» del mundo en cuanto suceso vivo e histórico. Frente a este tiempo terminal (eschaton) de la ciencia positiva, donde Nietzsche hace elección por la voluntad de poder en una transmutación de los valores que se consuma en el nihil, la nada radical, que desde la llamada posmodernidad motiva de forma sorprendente la actividad del escritor en solidaridad, tal vez, con las modas de vida actuales. Wolfgang Janke nos alienta con Hölderlin a una fundación poética: «poéticamente habita el hombre la tierra», a un praecultio mundi, a preparar con anticipación, cultivar y ocuparnos del por-venir así como del presente y pasado. De alguna forma estar en la vigilia, en centinela y «cuidar» la tierra. Desde esta perspectiva, la fábula- mito del Cuidado que recoge y analiza M. Heidegger en «El ser y el tiempo» de un texto latino supuestamente de Hyginio nos puede servir a una conciencia ética de urgencia ecológica orientada a una praxis de la propuesta de Janke.
De modo resumido: cuenta el mito que Cuidado al atravesar un río tomó un trozo de barro y tuvo la idea de darle forma. Viendo a Jupiter que contemplaba lo que hacía, le pidió que le soplara su espíritu. Entonces exigió que le pusiera nombre y mientras discutían surgió la Tierra que también quiso ponerle nombre, pues había salido de ella. Tras larga discusión solicitaron a Saturno que arbitrara dicho pleito y decidió que Júpiter, una vez devuelto el espíritu, se hiciera cargo de él, pues el se lo que había concedido. La tierra, consecuentemente, sería responsable del cuerpo y a Cuidado le encargó que lo cuidara mientras viviera, pues él había sido quien primero modelara a la criatura, a la cual Saturno llamó hombre por haber sido hecho de humus (tierra fértil). El mito es una forma de conocimiento, una toma de conciencia del ser histórico, del hombre en cuanto sujeto de decisión y de transformación de su medio. En este sentido el homo sapiens ha ido estableciendo y configurando su medio, su espacio a habitar y sus formas de convivir han ido evolucionando por una ley de equilibrio, de homeostasis primitivas y primarias, guarneciéndose en cavernas y programando su sustento en la inestabilidad del nómada a una compleja relación de sociedad que confluye en las grandes metrópolis de la vida moderna. Así, la ciudad, desde un punto de vista sociológico se dispone como un orden compacto de casas en vecindad que facilita conocimiento y cuidado recíproco, para servir bajo la ley de economía a satisfacer las necesidades primarias y facilitar las secundarias por medio de un lugar de mercado. La ciudad ya no solo es espacio a habitar, sino un asentamiento comercial y de habituallamiento. De consumidores en unas ciudades menos populosas y con más campo para el cultivo de una tierras que satisfacen las necesidades por una explotación comunal, el ciudadano de la Antiguedad y Edad Madie, ciudadano del campo, pasa del simple abastecimiento a una economía urbana donde aglomeración e inmigración deviene a mercado, a un espacio de transacciones de trabajo en una dialéctica del señor y el esclavo. Como ha dado a entender L. Martin Santos » La ciudad fue primero un espacio mágico (mundo antiguo), después pasó a ser un universo de fraternidad (E. Media). Cuando perdió sus murallas y su identidad (S. XIX) pasó a ser una manufactura de delirios, de mediocridad, donde toda esperanza es dificil».
Desde uno de sus presupuestos la obra del poeta H.M.Nebreda que acaba de dar a luz la ed. Vitruvio con el título de «Oráculo de Kios», sobre todo, en su primera parte: «Aquiles y la tahur» pretende ser un alegato poético frente a los procesos de aceleración de la vida urbana y moderna, en la cual, en aras de la inmediatez exigida por la comodidad y la satisfacción epicúrea, se inmola homeostasis y sinergias de Gaia analizadas por J. Lovelock. En el estado de emergencia que hoy viven las sociedades humanas alarmadas por sus grandes desequilibrios, ojalá sirva a tomar conciencia de la necesidad de cuidar la tierra, como decir: habitarla poéticamente.