WISLAWA SZYMBORSKA | ALMA ERA UNA PALABRA
El Atelier
Por: Inma J. Ferrero
Desconozco las veces que he acogido entre mis manos sus hojas ya desgastadas, las veces que susurro sus versos detenida ante los visillos de la ventana de mi cuarto, buscando esa luz que se vislumbra inmersa en la palabra. Tal vez quiero recoger entre las redes de mi alma la profundidad del verso, para hacer que me acompañe en el trascurso del camino y así poder hablarte a media voz… Wislawa, y hacer de ti, el secreto que amanece en mis labios.
Poeta polaca nacida en Kórnik, Poznan en 1923, y que muere en Cracovia, 2012. Es onsiderada una de las más singulares de su país, que recibió el premio Nobel de Literatura en 1996. Hija de un funcionario, en 1931 se trasladó con su familia a Cracovia, ciudad en la que se asentó de forma definitiva. Estudió filología y sociología después de la Segunda Guerra Mundial en la Universidad Jagellónica, tras lo cual inició su andadura literaria, consagrada esencialmente a la poesía, aunque también a la crítica y al ensayo en diversas publicaciones periódicas, en particular en Vida Literaria.
Ahí aparecieron desde 1968 sus “folletines literarios”, a modo de poco convencionales críticas, que serían publicados en forma de libro en dos volúmenes, Lecturas facultativas (1973 y 1981). Su primer poema publicado, “Busco la palabra”, apareció en 1945 en el Diario Polaco, y fue a partir del poemario Por eso vivimos (1952) cuando obtuvo reconocimiento público.
El inicio de su itinerario creativo se produjo bajo las normas estilísticas del realismo socialista imperante y denota tanto el estremecimiento por los crímenes de la guerra reciente como su identificación con los sufrimientos del pueblo polaco y su esfuerzo por superarlos. En esa estela, aunque ya anunciando algunas de las características de su obra posterior, en particular la ironía para abordar poéticamente los dilemas filosóficos que la inquietan, escribió Preguntas hechas a una misma (1954).
Pero será con Llamada al Yeti (1957) cuando romperá definitivamente con los preceptos del régimen, en un ajuste de cuentas con su actitud anterior y también con la de la sociedad oficial. A partir de aquel año, en Polonia como en otros países, se inició un fuerte movimiento de rechazo de la imposición soviética y del doctrinarismo comunista, en forma de rebeldía nacionalista. Szymborska optó por la reflexión filosófica y ética, tomando distancia de los debates concretos, y siempre tiñendo de su peculiar humor sus indagaciones poéticas sobre el espíritu humano individual.
Sucesiva y discretamente fueron apareciendo sus obras de madurez: La sal (1962), Cien alegrías (1967), Todo caso (1972), Gran número (1976) y Gente en el puente (1986), hasta llegar a Fin y principio (1993). Pese a abordar de forma continua lo que considera los más hondos recovecos del ser humano, Wislawa Szymborska tiende a despojar su poesía de gravedad retórica, para lo cual recurre al distanciamiento intelectual y emocional por medio del aludido humorismo presente en casi todos sus libros, junto con el frecuente recurso del lenguaje coloquial, la sencillez, los versos breves y la estructura de estrofas clásica.
Otro de los rasgos de su obra es su facultad para desvelar lo insólito a través de los hechos y los fenómenos aparentemente más insignificantes y cotidianos. En realidad, su visión de la sociedad es pesimista y amarga, de modo que los individuos disponen tan sólo de la lucidez y la ironía para afrontar sus dolorosas relaciones con el medio que les determina.
POEMAS:
La habitación del suicida
Seguramente crees que la habitación estaba vacía.
Pues no. Había tres sillas bien firmes.
Una lámpara buena contra la oscuridad.
Un escritorio, en el escritorio una cartera, periódicos.
Un buda despreocupado. Un cristo pensativo.
Siete elefantes para la buena suerte y en el cajón una agenda.
¿Crees que no estaban en ella nuestras direcciones?
Seguramente crees que no había libros, cuadros ni discos.
Pues sí. Había una reanimante trompeta en unas manos negras.
Saskia con una flor cordial.
Alegría, divina chispa.
Odiseo sobre el estante durmiendo un sueño reparador
tras las fatigas del canto quinto.
Moralistas,
apellidos estampados con sílabas doradas
sobre lomos bellamente curtidos.
Los políticos justo al lado se mantenían erguidos.
No parecía que de esta habitación no hubiera salida,
al menos por la puerta,
o que no tuviera alguna perspectiva, al menos desde la ventana.
Las gafas para ver a lo lejos estaban en el alféizar.
Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía.
Seguramente crees que cuando menos la carta algo aclaraba.
Y si yo te dijera que no había ninguna carta.
Tantos de nosotros, amigos, y todos cupimos
en un sobre vacío apoyado en un vaso.
Las tres palabras más extrañas
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
Un terrorista: Él observa
La bomba explotará en el bar a las trece veinte.
Ahora apenas son las trece y dieciséis.
Algunos todavía tendrán tiempo de salir.
Otros de entrar.
El terrorista ya se ha situado al otro lado de la calle.
Esa distancia lo protege de cualquier mal
y se ve como en el cine:
Una mujer con una cazadora amarilla: ella entra.
Un hombre con unas gafas oscuras: él sale.
Unos chicos con vaqueros: ellos está hablando.
Trece diecisiete y cuatro segundos.
Ese más abajo tiene suerte y sube a una moto,
y ese más alto entra.
Trece diecisiete y cuarenta segundos.
Una niña: ella va andando con una cinta verde en el pelo.
Sólo que de repente ese autobús la tapa.
Trece dieciocho.
Ya no está la niña.
Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
eso ya se verá cuando vayan sacando.
Trece diecinueve.
Y ahora como que no entra nadie.
En vez de entrar aún hay un gordo calvo que sale.
Pero parece que busca algo en sus bolsillos y
a las trece veinte menos diez segundos
vuelve a buscar sus miserables guantes.
Son las trece veinte.
Qué lento pasa el tiempo.
Parece que ya.
Todavía no.
Sí, ahora.
Una bomba: la bomba explota.
Experimento
Antes de la película,
en la que los actores hicieron lo posible
para conmoverme e incluso hacerme reír,
proyectaron un curioso experimento
con una cabeza.
La cabeza
momentos antes aún pertenecía a…
ahora estaba cortada,
todo el mundo pudo ver que no había tronco.
Por la nuca colgaban las tuberías del aparato
gracias al que la sangre circulaba todavía.
La cabeza
se encontraba bien.
Sin señales de dolor, o siquiera de sorpresa,
seguía con la mirada el movimiento de la luz de una linterna.
Movía las orejas cuando sonaba un timbre.
con su nariz húmeda sabía distinguir
entre el olor a tocino y la inodora inexistencia,
y lamiéndose con evidente gusto
segregaba saliva en honor a la fisiología.
Fiel cabeza de perro,
bondadosa cabeza de perro,
cuando la acariciaban, entornaba los ojos
creyendo que era todavía parte de un todo
que encorvaba el lomo bajo una caricia
y meneaba la cola.
Pensé en la felicidad y sentí miedo.
Porque si sólo de eso se trataba en la vida,
la cabeza
era feliz.
Un gato en un piso vacío
Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato
tampoco es aquella que lo ponía.
Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.
Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.
Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS:
1954, Premio Ciudad de Cracovia de Litera tura.
1963, Premio del Ministerio de Cultura de Polonia.
1991, Premio Goethe.
1995, Premio Herder.
1995, Doctor Honorífico de la Universidad Adam Mickiewicz en Poznań.
1996, Premio del PEN Club de Polonia.
1996, Premio Nobel de Literatura.
OBRA
Por eso vivimos (Dlatego żyjemy, 1952)
Preguntas a mí misma (Pytania zadawane sobie, 1954) Llamando al Yeti (Wołanie do Yeti, 1957)
Sal (Sól, 1962) Mil alegrías, un encanto (Sto pociech, 1967)
Si acaso (Wszelki wypadek, 1975)
Gente en el puente (Ludzie na moście, 1986)
Fin y principio (Koniec i początek, 1993)
De la muerte sin exagerar (1996) No sé qué gente (1997)
Discurso ante la Academia Nobel. Instante (2002).
Dos puntos (2004).
Hasta aquí (2009).
OBRA TRADUCIDA AL CASTELLANO
Paisaje con grano de arena, antología, trad. Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski; Lumen, Barcelona, 1997
El gran número. Fin y principio y otros poemas, trad. Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia, Xaviero Ballester, Elzbieta Bortkiewicz, David Carrión, Calors Marrodán y Katarzyna Moloniewicz; Hiperión, Madrid, 1997
Lecturas no obligatorias (Lektury nadobowiązkowe, 1992), prosa; traducción de Manel Bellmunt Serrano, Alfabia, Barcelona, 2004
Instante (Chwila, 2002), trad. Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia; Igitur, Tarragona, 2004 Poesía no completa, antología, trad. Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia, con una introducción de Elena Poniatowska; Fondo de Cultura Económica, México, 2002 (2ed. 2008, con actualización bibliográfica)
Dos puntos (Dwukropek, 2005), trad. Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia; Igitur, Tarragona, 2007
El gran número (Wielka liczba, 1976), Hiperión, Madrid, 2008
Poemas escogidos, antología, trad. Ángel Zuazo López; La Habana, Unión de escritores y artistas de Cuba, 2008
Amor feliz y otros poemas (Miłość szczęśliwa i inne wiersze, 2007), antología, trad. Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia; Bid & co. editor, Caracas, 2010
Aquí (Tutaj, 2009), trad. Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia; edición bilingüe, Bartleby, Madrid, 20095
Antología poética (1945-2006). Traducción de Elzbieta Bortklewicz. Visor Libros, Madrid, 2015.
Prosas reunidas, trad. Manel Bellmunt. Malpaso. Barcelona, 2017.
BLIOGRAFÍA
wikipedia
http://szymborskapoesia.blogspot.com.es/
Cultural (Diario El País)