ALA QUEBRADA DE ÁNGEL
Por: Francisco Acosta (Profesor de Piano. Compositor y Pianista)
¿Por qué una obra musical está escrita en un tono y no en otro? ¿Cuáles son las razones? Do Mayor es el tono que con más exactitud da el sentimiento de eternidad en contraposición a la bemol menor, que es la tonalidad de más densa sombra y muestra la funesta imagen sonora de ala quebrada de ángel.
Los grandes compositores a lo largo de la historia han tenido muy en cuenta sus recónditas sensaciones y han dado forma, con esa bella intuición natural de genio, al carácter que cada música exige. Dar vida a una pieza musical es tirar de oficio e inspiración; una tarea delicadísima sólo al alcance de muy pocos. Aunque existen las llamadas reglas de composición en función del destino musical deseado, luego está lo que aleja de la ortodoxia, de la norma; ahí aparece la sacudida artística que provocará que levantes tu mirada, suspires y comulgues con la vida.
Crear se asemeja a un naufragio, pero naufragar no es ahogarse. El compositor, sintiendo que se sumerge en el abismo, agita los brazos para mantenerse a flote; esa agitación de los brazos con que reacciona ante su propia perdición es la impronta que sellará su paso por el arte. Mientras siga latiendo, el corazón del artista obedecerá a sus pasiones./p>
El creador idea su obra a partir del amplísimo carácter de la tonalidad y sus posibilidades (oscura, alegre, triste, melancólica, divertida, nostálgica, irónica, juguetona…). Conoce la misión de la nota do para ‘entristecer’ al si en la tonalidad de mi menor (Preludio Op.28/4, de Chopin). Sabe que cuando un acorde de mi menor es tensionado con un intervalo de quinta aumentada, la música irrumpe con rebeldía y se condensa en ese entramado armónico que proclama toda una corriente artística: Romanticismo.
La tonalidad empieza a sufrir un desvanecimiento y Claude Debussy, por ejemplo, se refirió a su pieza Reflejos en el agua afirmando que contenía sus más recientes descubrimientos en ‘química armónica’. Su música es la alquimia de los sonidos después de someterla hasta la extenuación a la escala hexátona, una de las secuencias más exóticas de la acústica (nuevos usos de la disonancia). Así, a finales del s. XIX, había nacido el Impresionismo. Una nueva era se abría paso y los sonidos se convirtieron en cuerpos etéreos, se colaron por rendijas nunca antes conocidas y la música tuvo una proyección cósmica.