ELEGÍA ABIERTA, EN FORMA DE CANTATA NAVIDEÑA (1998 a 2015)
ELEGÍA ABIERTA, EN FORMA DE CANTATA NAVIDEÑA
(1998 a 2015)
Para coro internacional de voces blancas y solo de bajo afroamericano
Por: Javier del Prado Biezma. (Poeta entre profesor y crítico).

El Niño Jesús AYLÁN, muerto en una playa de Turquía, cuando huía de la guerra con su madre y hermanos.
1
1998. Venezuela. El terremoto
Cincuenta mil personas enterradas,
bajo lodos, desidias y furores,
comiendo muerte, allá, donde las flores
eran ayer corolas fecundadas.
Madres buscando a un Hijo, arracimadas
como enjambres nocturnos de dolores;
hombres que han enterrado sus amores
por el derrubio atroz de las vaguadas…
¡Pero mañana nace la esperanza,
con la venida al mundo, entre pañales,
de un Dios, hecho confite navideño!
Y Venezuela, envuelta en albañales,
la danza de la muerte, en corro, danza,
en el vórtice augusto de Tu sueño.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso en la tierra ser El Hijo,
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia, de amor y de amargura!
2
2099. Chechenia. La guerra
Hoy nos llegan de Grozni los graznidos
del cuervo, hermano audaz de la metralla
rusa, mientras la nieve tapa y calla
los susurros sin voz de los heridos.
En Moscú, el nuevo Zar, entre jipidos,
lava, con elecciones, su batalla,
mientras, por el dolor de Mikenskaya
van mil doscientos muertos ateridos.
Y aunque mañana, desgarrando el velo
de la esperanza, bajará del cielo,
el Amor hecho carne entre pastores,
Chechenia, amortajada de inocencia,
por la meseta helada de Tu ausencia,
se morirá, ahíta de estertores.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo,
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia, de amor y de cordura!
3
2000. Turquía. De la guerra al terremoto
Aún no se han callado los aviones
yanquis, por los alcores de Pristina,
regalándole un muerto a cada esquina,
como prueba infinita de sus dones…
y ya se quiebran los agudos sones
que rajaron, del valle a la colina,
Turquía cuya cúpula turquina
fuera cielo de añejas ilusiones.
Todo es muerte que el hombre, con su rabia,
engendra – y Dios consiente, en su indolencia:
muertes, como vendimias infinitas.
Y corre en Tus lagares nuestra savia,
mientras baja Jesús, con su inocencia,
del palacio de luz en el que habitas.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo,
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia, de amor y de ternura!
4
2002. Afganistán. La peste.
Hoy baja hasta Kabul el galgo afgano,
llega herido de muerte, son sus ojos
como estrellas caídas, dos abrojos
en la palma aterida de una mano.
Baja de Tora Gora… En el llano
no hay luces navideñas, sólo rojos
jirones de hambre y muerte: los despojos
del que Cristo nos diera como hermano.
Este Cristo que nace entre pañales
para decirle al mundo, con su verso,
“mientras arda el Amor, hay esperanza…”
La esperanza… la arrastran nuestros males
como una cloaca de rencor que avanza
cubriendo de carroña el universo.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo,
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia, de amor y de ternura!
5
2003. Argentina. Los niños hambrientos.
Argentina, que un día fuera un río
de manjares, en plata culterana,
hoy se esconde en el antro en el que grana
la muerte de sus niños – vientre frío
y seco, boca yerma, ojo vacío
clamando en el silencio: cerbatana
que arroja rencorosa, aunque vana,
su blasfemia de amor contra el hastío
del que nace Jesús entre despojos:
brota del corralito, como un pino
con guirnaldas y gritos de colores:
¡Navidad, Navidad…! y nuestros ojos
en la magia de los televisores
asumen, en la Noche, el desatino.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en desventura!
6
Irak, 2004,5… de nuevo la Guerra
Entre bromas de rancho (sin rancheras)
sobre Bagdad (ladrón) caen en tromba
bombas, por las llanuras y las lombas
donde Abraham te robó las primaveras
de una inocencia simple y sin quimeras.
Ahora, hijo de Dios, tensas y combas
tu ser hacia el Azul, entre las bombas
que caen sobre Ur, tersas, certeras,
y dudas de tu afán de ser vocero
del Amor, como Cristo en los Olivos
dudó ser Dios, sudando sangre y llama.
¡Vuelve, Jesús a ser blanco cordero,
fingiendo que en las pajas de tu cama
eres vida de Amor entre los vivos!
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia, de amor y de ternura!
7
2007. Pateras, siempre pateras
Ya llegan las pateras… con su carga
de noches derrumbadas por las manos
de los que son, en fe, nuestros hermanos,
ocultando su orgullo tras la sarga
de cerda estricta que le ofrece, amarga,
nuestra justicia (o caridad). Villanos
somos todos en el silencio, y vanos
los esfuerzos del brazo que se alarga
para tender la mano: nuestras leyes
imponen la distancia y el rechazo
del niño que, sin cuna, solo acuna
un miedo que lo estruja en su regazo
¡Belén, siempre Belén! y el Rey de reyes
nos llega en una noche inoportuna.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en desventura!
8
1908. De nuevo Afganistán
De Irak a Afganistán: hoy, hay razones
para seguir matando – un concierto
firmado entre Naciones. ¡Gran acierto
para llenar de paz los corazones
de los que, unidas, tiene sus raciones
de bienestar aseguradas! Muertos,
de cruz o luna, alfombran los desiertos
con rojas y olorosas floraciones.
Si no es el coche-bomba, es la redada
la que siembra la flor de la metralla…
y Europa no se entera, encanallada,
de que es su fe en la Vida la que estalla
frente al Belén falaz de su morada;
y esperando la Paz, calcula y calla
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en amargura!
9
2009. Aquila- El Terremoto
De nuevo tiembla Dios por los alcores
sembrados de cipreses y azucenas,
donde santos descalzos, con melenas,
plantaban versos y rezaba flores.
Capillas que eran chozas de pastores,
dulces aliviaderos de las penas,
– azules cielos y colinas sienas –
son ahora delirios de estertores:
columnas y dinteles, como mazos,
aplastan cráneos, pechos, piernas, brazos,
mudando cada flor en un sollozo,
Como antaño, en Asís, ¡por qué no baja
el niño Dios, en luz, hasta su paja
cegando mi bramido en este pozo!
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en amargura!
10
2008…2015… España. La crisis.
Veo cinco millones de parados
con las manos vacías y los ojos
bordeados de líquidos abrojos
vagando, sin un euro, en los mercados.
Unos ya sin abrigo, desahuciados,
otros, que miran, tristes los tastrojos
de una empresa cerrada. Andan cojos
del alma y en dolor, sin luz, saciados.
¿Cómo implorar al Dios que con su mano
multiplicó los panes y los peces
con sólo levantar la voz dos veces
allá por los parajes de la guerra…?
– ese Dios que hecho Niño se destierra
lejos del Padre, en su esplendor, lejano.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en amargura!
11
Siria, 2015. Los desahuciados
Nos llegan de Damasco y de Palmira,
lugares de Esperanza y de Hermosura
antaño, y hoy zarzales de locura
donde el odio, en la fe, brama y delira.
Dejaron las pateras que, con ira,
el mar zarandeaba, y en oscura
desbandada, cubriendo la llanura
de nieve helada, aunque blanca impura,
llegan. Hombres, mujeres, unos viejos
y otros niños salvados de la ola
– Aylán murió de bruces entre guijos
y nunca llegará…
Oigo a lo lejos
un canto de mentida caracola
que anuncia a Dios de vuelta entre sus Hijos
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
ofreciéndole al hombre su cobijo
de paciencia y de amor en amargura!
……………………………………………….
FINAL
Acaba de acallarse el dulce trino
del pastor convocando a la majada…
pero sigue cubriendo la riada
el grito de pavor del campesino.
La Navidad se fue por donde vino…
pero la tierra sigue macerada:
Señor, oye mi voz, ante la Nada
que le ofrece a mi amor Tu desatino.
Seguiré convocando Tu palabra,
por más que con silencios me atormentes,
convirtiendo este mundo en una plaga.
Seré la reja herida que Te labra,
para ver si das fruto, y no desmientes
los sueño que sembramos por Tu llaga.
Coro
¡Hosanna al Padre Dios, allá en la altura,
y al que quiso, en la tierra, ser El Hijo:
no me dejes, Señor, sin un cobijo
que salve mi dolor de la locura!