LA CHICA NO OLVIDA | IRENE X
Por: Juan Ramón Jiménez Simón
“(…) ni uno más”, es el encaje de los poemas cortos que desprende, como en un puzzle, cada verso de “La chica no olvida” (2018, Espasa), de Irene X. Te seduce, y no puedes dejar de seducirte, especialmente de la realidad que esconde cada uno, y del feminismo latente en cada página. La pedagogía de la autora es especial, la del no – olvido. De ahí podemos tomar una de las referencias más importantes al evocar a los personajes de La Odisea de Homero. En el poemario de Irene X, el no olvido aparece como un bello canto urgente y como una búsqueda del ser humano que ha sido olvidado, o que cree haber caído en el olvido, en una paráfrasis vital expresada dentro del canto IX de la Odisea. ¿En qué sentido? En que despierta la curiosidad sobre el propio entorno; permite abrirnos a una historia de las mentalidades – de las emociones, más que a una historia conformista; anima a las personas a preguntar por qué no conocen su historia, y estimula a expresarla, abriendo el diálogo sobre esos puntos de vista (no como verdades acabadas). En definitiva, a llevar la historia personal a ser parte de la Historia. Y con voz de mujer.
En “La chica no olvida” identificamos en sus versos una serie de ´no olvidos´ recurrentes en su práctica literaria, que a fin de cuentas se erigieron como las categorías apriorísticas de la condición humana: el no olvido por enseñar a emplear la libertad, el de afrontar el miedo, a confrontar los celos, a enfrentar el desencanto, el de comprender la vulnerabilidad y el de aprender a ir a la deriva. Todos ellos son caminos posibles para apoyar los procesos vitales de las personas. Al abordar la categoría “La chica no sonríe” se indica el reclamo de una libertad que no te encierra sino que te abre a la vida, mirando este recuerdo con ojos de “se me caen los dientes”. Contextualizándolo en la perspectiva de la autora, este poema aparecería no como un dispositivo oculto sino como un agente conector dentro de los procesos de formación del ser humano. El olvido como olvido puede asustar, pero el no olvido como dispositivo para abrir opciones de creación es esencial en la madurez humana.
A partir de ahí se deduce que es necesaria una prognosis de la vida. Esto es, proyectar, pronosticar, profetizar, prever, interpretar, adentrar, anticipar, augurar, adelantar, disipar la duda, saber de antemano, dosificar el presente, vadear las olas de lo desconocido y acercarse a la orilla. Con el no olvido es una de esas cosas que todos sabemos usar, pero de la cual nadie sabe qué quiere decir. Irene X nos enseña opciones de vivir mientras se ejercer el derecho a no olvidar, por el que nos debemos permitir regalar nuestro tiempo.
Con la lectura de este poemario observamos que es importante reconocer que somos seres vulnerables, pero ante la vulnerabilidad no podemos dar espacios para ir a la deriva. En consecuencia, es necesario poder pensar en la construcción de posibilidades que se puedan visualizar desde el no olvido y no dejarlas convertidas en simples utopías, hay que dar razón de fe en el devenir del mundo.
El no olvido le reclama espacio a lo femenino. El no olvido pide a gritos no ser olvidado, la mujer tiene la necesidad de ocupar nuevos espacios que le permitan potenciar su construcción de conocimiento. En realidad, este reclamo más que un reclamo por el no olvido vendría a ser una llamada a la memoria que se inserta en la historia. Debemos considerar que el olvido es para no olvidar; el no olvido hace presencia y debe estar en cada momento de construcción del ser humano, en la línea de un nuevo género literario (“Me fui porque quería quedarme”):
“En este libro el dolor es un
recuerdo, no una herida que escuece”
Con ello, Irene X agradece al olvido el no olvidar la tristeza, la pérdida de los zapatos, la lluvia, la flaqueza, la poca vergüenza, la pérdida de aire, los recuerdos, el sexo de la risa, la inocencia, el amor, ….
El poemario comienza con una poética llamada a la humildad: “La poesía es un género literario”. Los poemas que componen el libro es un constante eternizar las depresiones y los desencantos de tantas mujeres que evidencian la efímera identidad, matizada por el dolor y la oscuridad. La pasión, con sus desengaños y su épica del recuerdo, la mirada solidaria,….es lo que vive la autora y quiere visibilizarlos en el rostro de tantas chicas, como la chica que ilustra la cubierta del libro.
El emocionante planteamiento literario de Irene X es ofrecer una catarsis consigo misma, a través de poemas largos, casi narrativos, con los breves. El dolor expresado, incluso, en un único verso en una desconstrucción del olvido. Una necesidad que realimenta sus propios límites como mujer, y sus posibilidades de transformación como ser humano.
Permitidme finalizar esta reseña con un poema de mi autoría:
“Necesitamos no olvidar algo,
¿pero qué?
¿Y cómo podríamos olvidar aquello
que ni siquiera olvidamos
que debemos no olvidar?”
BIOGRAFÍA IRENE X
Irene Domingo Longares, conocida con el pseudónimo de Irene X, nació el 5 de mayo de 1990, en Zaragoza. Estudió Magisterio Infantil y se formó profundamente en el campo de la creación literaria; estudiando desde guión de cine, hasta escritura narrativa y creativa. Tras colaborar con varias revistas, periódicos, blogs, acaba viviendo en diversas ciudades y decantándose por la poesía.
Su obra poética se ha desarrollado, sobre todo, a través de las redes sociales, además de fotografías, canciones y vídeos, así como con recitales en directo.
En 2013 publicó su primer libro “El sexo de la risa” (Editorial Origami), al año siguiente apareció “Grecia” (Editorial Origami y Harpo Libros), y le siguió, en 2015, “No me llores”. En 2016 publicó “Fe ciega” (Harpo Libros). Y en 2017, “Single” (Harpo Libros). Ha ganado el Premio Espasa de Poesía 2018 con su libro “La chica no olvida”.