EL FAUNO

Por: Francisco Acosta (Profesor de Piano. Compositor y Pianista)


Querida y admirada profesora, al fin he concluido mi transcripción a piano del poema sinfónico Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy, inspirado en la obra homónima de Stéphane Mallarmé. Ya conoce mi amor por esta época histórica del arte, por la pintura impresionista como nueva forma de expresión estética y por la poesía francesa simbolista de finales del siglo XIX. Esto llevado a la música es lo que la imaginación espera encontrar en esos mundos insinuados, tan lejos de la realidad como necesarios para enmendar los límites de lo racional. ¿Recuerda el cuadro de Monet como origen al término impresionismo?, sí, aquellas vistas brumosas del puerto de El Havre y que el pintor francés titularía Impresión, sol naciente, en 1872. ¿Recuerda también la magnífica novela El retrato de Dorian Gray, donde Óscar Wilde se sirvió de elementos del simbolismo para tejer esos estados del espíritu hedonista que tanto cultivó? Recuerde también a su álter ego en la novela, Lord Henry Wotton, y su filosofía: “la satisfacción de los deseos de placer por encima de cualquier cosa”. Pues eso me evoca esta partitura. ¡Cuánta belleza!

Llevaba mucho tiempo pensando en cómo afrontar esta composición porque es de una complejidad musical extrema. Está basada en el sistema dodecafónico y hexátono, y eso la convierte en una creación con múltiples direcciones. Se presta a una constante y fértil rearmonización. ¡Un auténtico delirio acústico! Despierta en mí todos los mundos quiméricos posibles. El estímulo que todo artista necesita. Era el eslabón que faltaba en mi paráfrasis a piano sobre la historia de la música sinfónica. Es una pieza muy representativa de la música impresionista y tenía que incluirla obligatoriamente. Así que, después de tantos quebraderos de cabeza y mucha satisfacción, es hora de tomar un respiro y salir a caminar. Hoy hace menos viento que ayer, el día está soleado y el frío es más llevadero.

Le dejo estos primeros versos de El Fauno de Mallarmé y, como diría el citado Lord Henry: “lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos.”

¡Estas ninfas quisiera perpetuarlas! Tan claro, su ligero encarnado, que en el aire revuela abatido de espeso letargo. ¿Amaba un sueño?

Ya sabe cuánto me gusta esta correspondencia; ¡mantengámosla siempre viva! Le escribo sentado en la banqueta de mi piano, hoy, 14 de febrero de 2019.

Suyo, su alumno que nunca la olvida.

(Carta a mi profesora de piano Miss Florence Kent)

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