PATRICIA BENITO | DEL SOFÁ Y DEL LADO.

Por: Juan Ramón Jiménez Simón


De corteza insegura, débil, cerrando los ojos, en la calma de quién contempla el desierto… Las emociones en las que transita Patricia Benito nos lleva a la geografía íntima de su alma, en  (…) los pedazos que no me atreví a rescatar de naufragio. Una necesidad que la autora vive en (…)  un duelo a vida contra el espejo. Reafirmación que resurge de su propia voz por sentir el pulso vital y creativo de sí misma.

“Tu lado del sofá” (editado por Aguilar en “Verso & Cuento”, 2018) puede considerarse como una relectura de una nueva mirada. Algunos de sus versos se prestan a una deconstrucción constante, no solo por la emotividad de sus palabras, sino por su capacidad para retratar algunos de los aspectos más complejos del ser humano.  Esa despedida poética es, a su modo, una forma de arrojar luz sobre nuestra propia realidad.

Patricia Benito quiere, después un “carpe diem” vital, recuperar el descanso donde “el sol ponía la irreparable hora del descanso (Dámaso Alonso). Junto al sofá, la autora se implica en una tarea, característicamente épica, siguiendo la tradición greco-latina de la quietud provocada por el amor (en una sala de espera). Es el genio femenino cultivado por Apolonio de Rodas, Virgilio y Ovidio; y antes que estos, en cierto modo por Safo, forjadora de una pedagogía del “cerrar los ojos” que es recreada por la poeta a lo largo de sus poemas.

Esa valentía al abandonarse, a pesar de todo, en “un cuarto creciente a medio tiempo” es un auténtico canto a la magia de lo cotidiano, al pequeño lugar que ocupamos en el mundo. En “Tu lado del sofá” recoge historias que revelan su habilidad para reflexionar poéticamente acerca de las mismas, en una hermenéutica de final abierto tan característico en nuestro devenir. Una constante de su poética es la trazabilidad del “Vive, joder, vive” a una aceptación de todo cuanto aconteció y de la ausencia, generando un proceso interno de aprendizaje tan real como la vida misma. Solo así se puede contemplar los retales del alma con una mirada educativa que es urgente incorporar.  En este sentido, la autora nos anima a cambiar el foco de sitio, dejando de atender lo que ocurre fuera de nosotros mismos como si fuera lo más importante y de consentir que la toma de decisiones favorezca el miedo, y en su lugar poner la emoción en el centro de todo nuestro quehacer, atendiendo al cuidado de uno/a mismo/a. Esto supone organizar los momentos del “sofá” de modo que se garantice esta centralidad de la vida: que todo cuanto nos ocurra contribuya a la sostenibilidad personal. Conlleva que en los muchos casos en que el día entre en conflicto con la noche, se le dé prioridad absoluta al primero, al tiempo que se reflexiona y se contemple a la segunda. Por eso, el poemario tiene la finalidad de</>

Escribirte a ti en vez de hacerlo sobre ti.
Esa sutil diferencia que lo hace nuestro
o de todos los demás.

Y, además, admite con humildad la capacidad regeneradora de las caídas:

Nada tan difícil de asimilar
como llegar a casa
y que todas las cosas
sigan donde las dejé.

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