Ángeles Mora | La sal sobre la nieve

El Anaquel

Los libros liberan más que nutren y quiero ser testigo de esta liberación.

Por: Matteo Barbato


La sal sobre la nieve
Ángeles Mora
Antología 1982-2017
Tapa blanda: 244 páginas
Editorial Renacimiento
Edición, mayo de 2017
ISBN-10: 8416981477
ISBN-13: 978-8416981472
Precio 11.30 euros

Este mes he podido leer unos poemas inéditos de Ángeles Mora (podéis encontrarlos en el último número de la revista Quimera, https://www.revistaquimera.com/)  y he decidido recuperar su última antología para reseñarla.

Ángeles Mora, clase 1952, profesora y poeta reconocida con los premios más prestigiosos, es uno de los nombres fundamentales de la poesía hispanohablante actual. En LA SAL SOBRE LA NIEVE hallamos el trayecto vital, nómada, de una dama que entiende la poesía como búsqueda, como camino. Un poema es una ficción, una aventura con la que la artista se pierde para después reencontrarse transformada (lo real y lo ficticio son parte de la misma verdad). La escritura, por tanto, es una manera de ser y de encontrarse, la construcción de un lugar, el reflejo y refugio de una identidad cambiante («he vuelto del viaje y sin embargo, no regresé del todo»), es el cuento, simbólico y cotidiano, de una realidad que transmuta (“¿Quién vive aquí conmigo, / pero sin mí, / igual que si una sombra me habitara, / de mujer a mujer / sin que pueda tocarla / llenando de preguntas / mis largas noches de respuestas?”).

La lírica no se hace, te hace: se produce a través de un inconsciente que te encuentra («cuando escribo me escriben»), no es un producto de la vida (no una consecuencia ni una imitación), sino la propia vida. La piel es un papel y el papel escrito es un camino, la formación de una costra, la historia de una cicatriz, la investigación que redescubre nuestras propias derrotas.  La autora medita, investiga, reflexiona sobre sí misma, penetra en su propio ser y se descubre alejándose de los textos académicos: construye paulatinamente una nueva identidad («un espejo / en el que no me reconozco, / empaña tus ojos, / como una niebla gris»).

Los poemas ayudan a comprender el mundo, son el viaje de quien huye quedándose: sed o «vicio que nunca se detiene». El arte es la forma de habitar nuestra identidad («Mi nombre es el desierto donde vivo»): escribir calma la sed de un alma llena de lluvia, enfrenta las incertidumbres, nos acerca a la niebla de la vida. Escribir es asimismo la propia niebla («las palabras en lo que callan hablan»), es la forma de encontrarnos «a pecho descubierto», de resolver las contradicciones («haciendo me deshago») a partir de nosotros mismos («Cuando escribo me escriben, en su tela me enredo»), de reivindicarse («La mujer no es poesía, sino poeta») a través de unos textos de sujetos y no de objetos.

En definitiva: recomiendo la lectura de esta obra, ya sea a través de este poemario (la antología reúne sus mejores poemas y la edición es muy cuidada) o a través de los innumerables enlaces que circulan por la red de redes.

Enlaces

http://amediavoz.com/mora.htm

http://www.esdrujula.es/autores/angeles-mora/

https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngeles_Mora

http://www.cervantesvirtual.com/portales/angeles_mora/obra-visor/antologia-poetica–57/html/

http://www.cervantesvirtual.com/portales/angeles_mora/semblanza/

http://www.cervantesvirtual.com/portales/angeles_mora/bibliografia/

 

Poemas elegidos:  

  1. A DESTIEMPO
  2. PARA HABLAR CONTIGO
  3. DE POÉTICA Y NIEBLA

 

  1. A DESTIEMPO

Nací una noche vieja
del frío de diciembre.
Nervios, carreras en la casa,
vapor de agua caliente,
prisas, lágrimas, gritos,
susurros y pañales.

Las luces de aquel cuarto
se fueron apagando con mi llanto
mientras crecía
el bullir de la gente por las calles.

Calma adentro y afuera algarabía,
recordaba mi madre como un sueño.
En aquel desajuste
–todo un presagio-
he vivido por siempre.

Fuera del mundo yo,
aquella habitación, aquellos brazos,
aquella cuna.
Llegué muy tarde al año que se iba
y el que venía me encontró dormida.

 

  1. PARA HABLAR CONTIGO

De aquellos borradores que perdí
o que olvidé
o que se fueron,
qué parte de mí misma se salvó,
cuánto dejé de ser
escapando al abismo de unos versos.

Hasta dónde pudieron conducirme
tantos caminos inexplorados,
tantas lianas rotas en un bosque
cargado de silencios.

Y de tantas palabras que busqué,
la sola condición de mi existencia,
cuáles no confluyeron
en esta oscuridad de luna nueva
y estrellas que se fugan por el cielo.

La tierra es un lugar para vivir
pero los versos son la propia vida.
Sé que soy yo
pues me escribí en lo negro de tus ojos.

                                                           Contradicciones, pájaros, 2001.

 

  1. DE POÉTICA Y NIEBLA

                                                           tan lejos de uno mismo —hoy—

Aunque en las noches la busco,
sé que no existe,
que el hueco donde late,
dentro de mí, no es mi refugio,
ese hueco donde estoy y no estoy,
donde está y no está
—sin paz— la poesía,
no existe,
es solo —siempre— la pregunta
que me arrastra el poema.

El poema es lo que tengo:
a veces —lo sabemos de sobra— es dócil
como un cachorro que nos sigue
adonde vamos. Otras, es el cabo
de las tormentas,
indómito, intratable,
golpeando la niebla de mi pecho.

Paciente en cierto modo,
desciendo a la colmena de la ciudad dormida:
soy la abeja
atrapada en la celda
por el hilo
de su boca obsesiva.
Haciendo me deshago.
El poema es veneno
que bebo en mis labios.
¿Del fondo de qué abismo
asoman las palabras
pegajosas de vida
o de muerte?

En la sombra devano la madeja
que he llamado mi historia,
sílabas desnudas como miradas
que me corroen
o me alimentan.

El poema no es un juego,
no es un jeroglífico.
Pero hay que darle la vuelta
a las palabras, saber
que viven entrelíneas,
que se muerden la lengua
para decirnos:
en lo que callan
me hablan.

Escribir es niebla.
Para mí quiero
todas las palabras.

Cuando escribo me escriben.
En su tela me enredo.
Bajo la alfombra, 2008

 

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