PALABRAS CON HISTORIA | CRISIS

Palabras con Historia

Por: Marcos López Herrador


Momento difícil de cambios significativos que ponen en peligro cualquier proceso, originando inestabilidad e incertidumbre sobre su desarrollo posterior.

Toda crisis se caracteriza por la existencia de elementos fundamentales que se excluyen mutuamente y que no pueden darse a la vez sin enfrentarse o destruirse entre sí, pero que se dan simultáneamente en un determinado momento.

Cada vez que hablamos, no del orden mundial, sino de un nuevo orden mundial, nos estamos refiriendo al orden resultante de una crisis recién superada o en curso.

Puesto que hablamos continuamente del nuevo orden mundial, cabe preguntarse si estamos viviendo una crisis. Y la respuesta ha de ser afirmativa. Es más, hay quien la califica como de crisis sin precedentes, aunque, si miramos con atención la Historia, es seguro que encontraremos alguna situación análoga. Veamos.

Roma llega a su cima a finales del s. II. El siglo III es el de la anarquía militar, con continuas guerras civiles, crisis económica, peste, devastación, hundimiento del comercio e inflación. Diocleciano, Constantino y la dinastía Valentiniana, hasta Teodosio, consiguieron poner orden en este caos, pero, a partir del año 376, las continuas invasiones bárbaras provocarán la definitiva caída el Imperio Romano de Occidente.

Los romanos que vivían a finales del siglo IV pensaban que Roma se proyectaban hacia el futuro sin límite, cuando en realidad no le quedaba más de setenta años de existencia. Eran incapaces de captar la dimensión de los cambios radicales producidos en su estructura, y las críticas contradicciones que desencadenarían su caída.

El triunfo del cristianismo supuso un avance en la moral individual, pero creó un fuerte conflicto dentro de las estructuras de poder del Imperio. Las guerras civiles del siglo III y la ampliación del ejército obligaron a contar con tropas bárbaras mercenarias que luego se instalaron con sus familias. La caída de población por las guerras y la peste favoreció el asentamiento de contingentes numerosos de bárbaros como agricultores. La desigualdad en la distribución la riqueza aumentó de tal modo que la élite lo poseía todo y el resto nada.

En el año 376, huyendo de los hunos, los visigodos solicitaron amparo, permiso para cruzar la frontera y tierras para labrar, a cambio de servir en el ejército imperial. Así, más de doscientos mil visigodos cruzaron el Danubio. Pronto, sin embargo, se rebelaron y derrotaron a Roma en la Batalla de Adrianópolis. A partir de entonces, fue imposible acabar con ellos. En el 410 Alarico saqueó Roma. En el año 406 el Rin se congeló y suevos, vándalos y alanos llegaron a instalarse en la Galia, Hispania y el norte de África. Desde allí, Genserico volvió a saquear Roma en el año 455, y en el 476, Odoacro depuso al último emperador romano, y Roma dejó de existir.

Cabe preguntarse si existe algún paralelismo con nuestra época, y quizá se pueda dar respuesta.

Europa dominaba el mundo a finales del siglo XIX y estaba en el cenit, como la Roma del siglo II bajo Marco Aurelio. Entre 1870, con la Guerra Franco-prusiana, y el final de la Segunda Guerra Mundial, Europa queda arrasada hasta los cimientos, como el Imperio romano en el siglo III. Tras 1945 se da un periodo de recuperación que es el que nosotros hemos vivido, en el que nos sentimos seguros y desde el que proyectamos nuestro futuro hacia la eternidad, tal y como hacían los romanos del siglo IV.  El laicismo y el pensamiento radical de izquierda se está imponiendo, transformando los fundamentos de nuestra cultura tradicional, tal y como ocurrió con el cristianismo en Roma. Los problemas demográficos los hemos solucionado con una inmigración que no se integra, tal y como ocurrió con la política de inmigración romana en el siglo III y IV. Y para que no falte de nada, nos queda sólo que autorizar a los bárbaros a cruzar el Danubio e instalarse dentro de nuestras fronteras. ¿Me puedes decir si no es eso precisamente lo pretende Ángela Merkel al conceder la residencia sin visado a los turcos, o legalizando la situación de cientos de miles de los inmigrantes llegados sin papeles, en otros países?

Medítenlo, creo que merece la pena, puede que nos vaya en ello nuestra supervivencia como miembros de lo que hasta hoy se ha conocido como cultura occidental, tal y como la Historia quiere enseñarnos y nosotros no queremos aprender.

1 comment

  • Carles de Escalada

    Has dado en el clavo. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Me has quitado las ideas y las has expresado mejor de lo que yo lo pudiera haber hecho. El problema está causado por nuestros padres, por ser muy permisivos tras haber vivido durante esas dictaduras de las derechas y de las izquierdas que Europa mantuvo (no quiero decir sufrió) durante tantos años. Quizá, lo que la gente se olvida es que en la Democracia original griega, cuando se corrompía, la figura del dictador tomaba cartas en el asunto y durante un año removía a los degenerados de esa Democracía, para después dejar que la Democracia siguiera el ciclo. Hoy en día degenerados y corruptos viven a cuenta ( o a cuento) de los que llamamos democracia. Por lo tanto si no hay castigo, no hay necesidad de cambiar, por lo que todo va falsamente bien. Reflexionemos a quien se vota y que las banderitas No son la solución. Hace falta una ‘revolución’ sin sangre en la que el europeo piense en el siglo XXI y no en el XX o Nélidas XIX que acabamos de dejar, muchos, atrás.

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