FREDERIC-AUGUSTE BARTHOLDI: EL CONSTRUCTOR DEL SUEÑO AMERICANO.

El Atril

Por: Isabel Rezmo


Artista visionario y masón universal, Frédéric-Auguste Bartholdi, es hoy mundialmente recordado por la que, sin duda, constituye su obra cumbre: la Estatua de la Libertad, situada en la bahía de Nueva York

En 1865, cuando Napoleón III ocupaba el trono de Francia, un académico llamado Edouard de Laboulaye, al frente de otro grupo de personalidades, conspiraba para acabar con la monarquía y restaurar la república. Para ello, se concibió la idea de construir una estatua que simbolizase la libertad y expresara de igual manera la aprobación del régimen político imperante en los EE. UU. de América, tratando de estimular las simpatías entre esta nación y Francia.  Laboulaye convenció a un joven escultor alsaciano, Frédéric-Auguste Bartholdi, para que se hiciera cargo del proyecto.

 No obstante, el escultor tenía en mente construir un faro para el Canal de Suez en forma de coloso femenino portando una antorcha como símbolo de la luz del progreso que iluminaría Asia. De cualquier manera, Bartholdi acogió con alborozo el proyecto de Laboulaye y para ello se fijó en el famoso cuadro de Delacroix La libertad guiando al pueblo. Por lo que respecta al rostro, Bartholdi tomó prestados los rasgos fisonómicos de su propia madre. Se proyectó y se construyó en colaboración con el ingeniero Gustave Eiffel, el mismo que hizo la estatua emblema de París.  La Estatua de la Libertad es, sin ningún género de dudas, uno de los grandes símbolos del mundo moderno.

«El nuevo coloso», el soneto que está inscrito en la entrada del pedestal, fue compuesto en 1883 por la poeta Emma Lazarus en medio de los esfuerzos de crowdfunding para recaudar dinero para la construcción del pedestal, que estaba rezagado con respecto al resto del proyecto.

«Dame tu cansado, tu pobre, tus masas

acurrucadas que anhelan respirar libremente,

la basura miserable de tu orilla repleta.

¡Envíame estas, las personas sin hogar,

tempestuosas, levanto mi lámpara

al lado de la puerta dorada!»

Hablaremos en la sección “El Atril” de este escultor,  de su vida y de su obra, especialmente de su mayor logro como fue la construcción de esta estatua, convertida en símbolo de la libertad, y un  símbolo en los  Estados Unidos.  Representa, en un plano más general, la libertad y emancipación con respecto a la opresión. Desde su inauguración en 1886, la estatua fue la primera visión que tenían los inmigrantes europeos al llegar a Estados Unidos tras su travesía por el océano Atlántico»

La libertad iluminando el mundo».

¿QUIÉN FUE FRÉDÉRIC-AUGUSTE BARTHOLDI?

Vida

Nacido en Colmar el 2 de agosto de 1834, estudió arquitectura en la escuela nacional superior de bellas artes e  Inició sus estudios artísticos como pintor, eligiendo a Ary Scheffer, el famoso retratista de la alta sociedad parisina, como maestro. Pronto abandonó la pintura para interesarse por la escultura, influido por Jean Francois Soitoux, trabajando en una escala colosal y sintiéndose atraído por los efectos arquitectónicos. Comenzó su actividad de arquitecto en Colmar, con su primer monumento, dedicado al general Rapp, en 1856.

A los 20 años viajó a Egipto, interesándose por el arte de la civilización egipcia. Estos viajes por Egipto, Oriente Medio y Yemen, efectuado entre 1855 y 1856, en compañía de sus amigos y estetas, Jean-Léon Gérôme, Édouard-August Imer y Léon Belly, marcó su posterior evolución técnica y artística, al tiempo que confirmaba su vocación netamente escultórica. Muy probablemente tenga origen en este periplo orientalista ese exótico pseudónimo que en ocasiones adoptaría: «Amilcar Hasenfratz».  No dudó en repetir el viaje en 1868.

Participó activamente en la Guerra Franco-Prusiana, organizando la Guardia Nacional en Colmar. Los efectos de la guerra serán notorios en la obra de Bartholdi, convirtiéndose en un artista de marcado nacionalismo. Entre los trabajos de esta época encontramos el León de Beltford, colosal estatua excavada en la ladera de una montaña y levantada en homenaje a los defensores de la ciudad durante la contienda.

Su consagración como artista tuvo lugar con la presentación, en la Exposición Universal de París de 1855, de la escultura del general Jean Rapp —realizada en 1853— y que posteriormente sería trasladada a Colmar, de donde también era nativo este héroe de las guerras napoleónicas.

La ejecución, entre 1865 y 1866, del busto del jurista y político francés Édouard-René de Laboulaye (1811-1883) le abrió la posibilidad de participar en un importante proyecto que, andado el tiempo, se convertiría en la Estatua de la Libertad: el obsequio de un monumento por parte del pueblo francés a los Estados Unidos, en conmemoración del centenario de su Declaración de Independencia.  Al tiempo que se ultimaba la construcción del Canal de Suez, entre 1867 y 1868, Bartholdi realizó la maqueta de un faro monumental, como representación del antiguo Egipto, destinado a emplazarse a la entrada del canal. Dada la oposición del khedive Ismail Pasha, este proyecto no llegaría a ver la luz, si bien resultó ser, por su grandiosidad y simbolismo, un inmediato precedente de la Estatua de la Libertad. Terminada la guerra, y retomando el proyecto de la Estatua de la Libertad, viajó por vez primera a los Estados Unidos para tratar las cuestiones de su ofrecimiento y ubicación.

 La vinculación de Bartholdi con los Estados Unidos se prolongaría durante varios años por medio de sucesivos viajes. En 1876 asistió como comisario de la delegación francesa a la Exposición de Philadelphia, donde expuso varios de sus trabajos: El Joven Viticultor, Genio Fúnebre, Paz y El Genio en las Garras de la Miseria, escultura por la cual obtuvo una medalla de bronce.  El 15 de diciembre de ese mismo año contraería matrimonio con Jeanne-Emilie Baheux de Puysieux en el Ayuntamiento de Newport (Rhode Island).

Entre los encargos que recibió en Norteamérica destacan:  el Friso y los Cuatro Ángeles Trompetistas de la Torre de la Iglesia Baptista, en la Brattle Square, de Boston (1874-1876); la estatua de Lafayette y Washington, en la Union Square Park, de Nueva York (1873-1876); y la Fuente del Capitolio, en Washington D. C. (1878); si bien el de mayor envergadura fue la Estatua de la Libertad, obra íntimamente relacionada, por lo demás, con su pertenencia a la masonería. De la que hablaremos a continuación

Ingreso en la Masonería

Heredero del culto dieciochesco a la Razón, firme defensor de las conquistas científicas de su siglo, exponente del anticlericalismo que derivaría en las leyes que sentaron las bases del estado laico francés, Bartholdi ingresó el 14 de octubre de 1875 en la logia «Alsacia-Lorena» (Alsace-Lorraine), logia en la que sería elevado al grado de maestro el 9 de diciembre de 1880. Francmasón desde 1875,  se adhirió a la logia Alsacia-Lorena Gran Oriente de Francia.

La logia «Alsacia-Lorena» había sido fundada en París, en septiembre de 1872, bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, por un puñado de masones alsacianos procedentes de la logia “Frères Réunis”, de Estrasburgo, con la intención patriótica de conservar la memoria de las provincias recientemente perdidas en la guerra Franco-Prusiana. Entre sus miembros, cabe citar a celebridades como el estadista Jules Ferry (iniciado el 8 de julio de 1875 en la logia «La Clémente Amitié», de París), el periodista Jean Maçé (miembro también de la logia «Parfaite Harmonie», de Mulhouse), el militar Joseph Joffre (iniciado en 1875), el explorador de origen italiano Pierre Savorgnan de Brazza (iniciado en 1888), así como los dramaturgos Émile Erckmann y Alexandre Chatrian. En este sentido, resulta obligado recordar que, tanto la masonería norteamericana como la francesa—y en especial esta logia «Alsacia-Lorena»—, participaron activamente en la promoción y financiación de la Estatua de la Libertad la cual, tras varios años de trabajo, fue concluida por Bartholdi en París, en 1884, si bien su montaje y espectacular inauguración, no tendría lugar hasta octubre de 1886, en Nueva York. La construcción de la Estatua de la Libertad en sus talleres parisienses de la calle Vavin. Efectuó su último viaje a los Estados Unidos con motivo de la inauguración de la estatua, el 28 de octubre de 1886, en Nueva York.

Como creador de la Estatua de la Libertad, su carrera tomará desde entonces una dimensión internacional y lo convirtió en uno de los escultores más célebres del siglo XIX en toda Europa y América del Norte.

 Del reconocimiento público del que gozó queda también el testimonio de galardones tan señalados como su nombramiento de comandante de la Legión de Honor en 1882. Bartholdi falleció de tuberculosis en París el 4 de octubre de 1904; sus restos fueron enterrados en el cementerio de Montparnasse. Años más tarde, su viuda legaría a la ciudad de Colmar, la casa natal del escultor, sita en el número 30 de la rue des marchands, donde se aloja el Museo Bartholdi desde 1922.

Quizá sea la Estatua de la Libertad la escultura de raigambre masónica más célebre de la historia más reciente del arte. Obra maestra de ingeniería, la colosal figura enarbola una antorcha cuya luz, espiritual amén de material, derrama hasta los confines del mundo. Estandarte de libertad para todos los hombres, con independencia de su credo y su origen, símbolo por antonomasia de la verdad, la tolerancia y la justicia.

 La obra de Frederic -Auguste Bartholdi

Entre la  producción de Bartholdi, cabe destacar notables obras de carácter patriótico, como el Socorro de Suiza a Estrasburgo, en Basilea (1895); la estatua ecuestre de Vercingétorix, en Clermont-Ferrand (1903) y, por supuesto, el magnífico León de Belfort (1880), esculpido en un acantilado para celebrar la heroica resistencia de esta ciudad al asedio que sufrió durante la guerra Franco-Prusiana, y del que existe una reproducción de menor tamaño en la plaza Denfert-Rochereau de París.  Los monumentos dedicados al pintor y grabador Martin Schongauer, en Colmar (1863); al oficial de la Marina francesa, el Almirante Bruat, también en Colmar (1864); al mariscal Vauban, en Avallon (1873); al masón, militar y compositor de La Marsellesa, Claude-Joseph Rouget de Lisle, en Lons-le-Saunier (1882); a Denis Diderot, en Langres (1884); a Jean-François Champollion, en el patio del Colegio de Francia, en París (1885); a Lazare de Schwendi, de nuevo, en Colmar (1898); así como a Léon Gambetta, en Sèvres (1890-1891), este último de indudable interés masónico, como patentiza la tenida solemne organizada tras su inauguración, el 12 de noviembre de 1891, por la logia «Alsacia-Lorena».

La Estatua  de la Libertad: proyecto y ejecución

Como  ya hemos apuntado, la Estatua de la Libertad, es  uno de los símbolos más reconocibles de libertad y democracia en todo el mundo, fue un regalo de amistad a Estados Unidos desde Francia. El gobierno francés y estadounidense deseaba conmemorar el sentimiento fraterno que existía entre sus dos repúblicas, y se aceptó la sugerencia de Bartholdi de una estatua colosal de «Libertad iluminando el mundo». En 1879, Bartholdi recibió una patente estadounidense por su diseño, que le permitió producir pequeñas reproducciones de la estatua para la venta. Los ingresos de estas ventas ayudaron a obtener fondos para construir la versión a gran escala. La estructura tendría 151 pies de altura, pero incluyendo su pedestal y sus cimientos alcanzó los 305 pies. El famoso Coloso de Rodas, uno de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo medía menos de un tercio de la altura de la estatua.

Inaugurada en 1886, la estatua mide 305 pies de altura y representa a Libertas, la diosa de la libertad romana, con una antorcha en la mano derecha y una tableta en la mano izquierda con la fecha de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Grilletes rotos yacían debajo de las cortinas de la estatua, para simbolizar el fin de todo tipo de servidumbre y opresión.

Durante décadas, su espíritu simbólico ha ofrecido esperanza a quienes ingresan a los Estados Unidos como inmigrantes, pero su famosa inscripción continúa evocando sentimientos apasionados sobre lo que simboliza.

Para construir el monumento, De Laboulaye y Bartholdi crearon la Unión Franco-Americana, una asociación que recaudaría dinero para el proyecto. Los franceses acordaron que financiarían la estatua, mientras que los estadounidenses, a su vez, financiarían el pedestal.

Su rostro pudo haber sido inspirado por aquel de la madre del artista o por las facciones de una de las bellezas de la época, Isabella-Eugénie Boyer, esposa del rey de las máquinas de coser, Isaac Merrit Singer. Se nos muestra ataviada con un peplo, que cabe imaginar purpúreo, y tocada con una tiara de siete puntas, dispuestas en semicírculo, a guisa de arco celeste de ciento ochenta grados, cual trasunto de los siete continentes y los siete mares. En la mano izquierda sostiene la tabla de la Ley, cuyos caracteres incisos en cifras romanas rememoran la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América: “JULY IV MDCCLXXVI”. A sus pies, ya rotas, las cadenas nos remiten a la emancipación humana. Los tres escalones del pedestal sobre el que descansa se corresponden con los tres grados masónicos: aprendiz, compañero y maestro. Tal pedestal se levanta a su vez sobre un zócalo preexistente en forma de estrella irregular de once puntas.

Bartholdi comenzó a esculpir la estatua en 1875, en un esfuerzo que requeriría casi una década. La compleja estructura, hecha de un marco de hierro interno y placas de cobre externas, fue ideada por primera vez por el ingeniero Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc y, después de su muerte en 1879, por Alexandre-Gustave Eiffel, el ingeniero francés que también construyó La famosa torre que lleva su nombre.

La estatua completa, que pesaba 225 toneladas, fue presentada al ministro estadounidense de Francia Levi P. Morton en París el 4 de julio de 1884. Al año siguiente comenzó su viaje de París a Nueva York a bordo de un barco de vapor, desmontado y sin el pedestal, que se completó más tarde.   La antorcha se alza a una caída de 93 metros por encima del suelo. La cintura de la estatua tiene 10,6 metros mientras que la boca se extiende por algo menos de un metro. El brazo derecho que sujeta la antorcha mide 12,8 metros de longitud y el dedo índice 2,4. A los pies de la estatua yacen las cadenas rotas de la tiranía y en la mano izquierda lleva una tabla que representa la Declaración de la Independencia. La corona de siete rayos simboliza la libertad que se extiende a los siete continentes atravesando los siete mares.

Fue inaugurado el 28 de octubre de 1886 con una ceremonia presidida por el presidente Grover Cleveland y acompañada por un desfile acuático de unos 300 buques. Cleveland saludó a Bartholdi, el escultor, como «el hombre más grande de Estados Unidos hoy».

La estatua sufriría muchos cambios y mejoras a lo largo de los años. Hasta 1902 funcionó como faro para los buques. En 1907, se instaló el primer ascensor en su interior, y en 1916, se iluminó por primera vez después de convertirse en energía eléctrica. Se oscurecería durante dos años durante la Segunda Guerra Mundial, debido a las regulaciones de apagón.  En 1986 le fue sustituida la antorcha original — que actualmente se conserva en el museo del pedestal — por otra también fabricada en Francia. El acceso público hacia la corona — restringido desde los terribles atentados del 11-S de 2001 — se ha vuelto abrir en 2009 aunque de una manera muy limitada (Máximo de 240 personas al día). Contra lo que se pueda pensar, desde la corona no se ve ningún panorama de Manhattan — está orientada hacia el Sureste, hacia el Atlántico — y es imposible acceder a la antorcha.

La Estatua de la Libertad fue designada Monumento Nacional en 1924 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984. En 1956, Bedloe’s Island pasó a llamarse Liberty Island por resolución conjunta en el Congreso. A lo largo de los años, oleadas de inmigrantes que ingresan a los Estados Unidos a través de Nueva York han visto la escultura como un signo de «bienvenida» a una nueva vida llena de oportunidades, lo que le ha dado a Lady Liberty uno de sus apodos, «Madre de los exiliados», y las líneas famosas en «The New Colossus», un espíritu simbólico.

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