MARINA IZQUIERDO| LA MITAD SILENCIADA

El Anaquel

Los libros liberan más que nutren y quiero ser testigo de esta liberación.

Por: Matteo Barbato


Marina Izquierdo
La mitad silenciada
Primera edición: septiembre, 2016
Segunda edición: enero, 2017
Prólogo a la segunda edición: María Sangüesa
Núm. de páginas: 70
Dimensiones: 15×21 cm.
ISBN: 978-84-945630-7-2

Para Marina Izquierdo las palabras fueron el fundamento de toda una vida, el fruto de un trabajo y de una manera de vivir. Marina Izquierdo fue educadora, periodista, profesora, madre y poeta: ahora es ejemplo y referente femenino.

En este poemario (finalista en el III Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador y en los Premios de la Crítica Literaria Valenciana) la autora pone de relieve la necesidad de luchar para dar voz al silencio que desde siempre oscurece la figura de la mujer. Mujeres silenciadas en la literatura, en la pintura, en la ciencia, en el deporte, en las calles…

La mitad silenciada es un acto de reivindicación, una sucesión de espacios sensibles y silencios, de gritos y recuerdos; es un viaje consciente, emocional y práctico, hacia un nuevo modelo de mujer. Según la autora “todo lo que no se nombra no existe” y este libro, con su lenguaje inclusivo, es una denuncia de las injusticias cometidas contra las mujeres por cuestiones de género. Sus versos abarcan la otra mitad: la mitad de una sociedad invisible, muda, perjudicada. Ser mujer es ser madre valiente, amante sensible, tierna soñadora, luchadora comprometida. Marina Izquierdo abarca temas como la prostitución, la invisibilidad, la desigualdad, la violencia… Su voz logra entrar en una historia escrita por los hombres, en el olvido de unas mujeres-referentes silenciadas a pesar de su talento. Sus poemas recuerdan para ser (“recordar sabiéndote otra”) luchan para permanecer, se reencuentran con el lector en este universo, también femenino.

A pesar de su prematuro fallecimiento, Marina Izquierdo es hoy un referente contra la incultura, la discriminación y la ignorancia.

POESÍA


  Siempre hay una esquina
 
Siempre hay una esquina,
no importa el país
ni el hemisferio,
donde la fragilidad de acero se desnuda.
Donde el débil se hace hierro
donde el hierro pierde forja.
Donde el fuerte se desarma
donde ya nada ni nadie importa.
 
Siempre hay una esquina,
no importa la ciudad
ni el continente,
con el sexo abierto y los sueños
vendidos al mejor postor.
Donde dar y pedir, donde soñar y llorar.
Donde vender el alma al desalmado.
Donde humillar al humillado.
 
Siempre hay una esquina
no importa la calle
ni el puerto o el centro,
que evitas y frecuentas,
que ignoras y traicionas,
que miras sin saberte espejo
con la mano tendida arrugada de ayer.
 
Siempre hay una esquina
que nos duele, que no vemos
invisibles, tú y yo, él y ella.
Indoloros, él y ella, tú y yo.
Apuntalados todos en el cable de hormigón
sobre alcantarillas de esperanza.
 
   
La mitad silenciada
 
 Hoy te busqué en mis lomos de cuero
y te hallé ausente y desnuda.
Enterrada boca abajo.
Amortajada en un hábito de rabia plena,
esa que se macera en el regusto de la resignación.
 
Escondida y silenciada.
Hueca en cuerpo e intuida en los márgenes
por arqueólogas modernas.
 
Hoy te busqué entre colores y formas,
acariciando las paredes con los ojos rojos
de cifrar firmas sin nombre de mujer.
Imaginándote más allá del lienzo
con los pinceles desde el dintel
sin espejo en el que repetirte.
Fundida en negro con los pigmentos ocultos
en el doble fondo de otra vida.
 
Hoy te busqué entre fórmulas y probetas,
más allá de la bata blanca cuya pulcritud
anuncias entre manos y senos frotados.
Con la mirada perdida entre el logro
y el traspié provocado a través del cristal,
caleidoscopio de sueños,
de tu vocación inquebrantable
en la invisibilidad más absoluta.
 
Hoy te busqué entre páginas y primicias,
anhelando que ganaras la carrera del noticiario.
Que abrieras media hora de talentos con pene
para que las niñas supieran que tener vulva
no es pecado. Que el esfuerzo esférico tiene premio,
o debería tenerlo, sin la visible redondez de los genitales.
 
Hoy te busqué en las mochilas de mis hijas,
en la tercera del periódico,
entre las tertulias de corbatas.
En la cerámica de las calles,
en el cian de las plazas.
Entre las líneas de mi voto obligado.
 
Hoy te busqué entre márgenes y cornisas.
Paspartús y cortapisas.
En sucesos, en contactos.
En anuncios, en revistas.
En las aguas del lavadero.
En las cenizas del medievo.
En el suburbio de los laureles.
En el epicentro del agravio.
En la periferia expatriada.
En la ciudadanía que
fingen plena.
 
Hoy te busqué en las afueras del mundo,
en la humanidad cercenada.
En esa todavía su mitad silenciada.

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