‘EQUIPAJE SIN LASTRE’, LA POESÍA DE FRANCISCO J. CASTAÑÓN
Por: Antonio Chazarra Montiel
El mexicano Doménico Cieri nos ha dejado algunas magníficas reflexiones entre las que no me resisto a rescatar una: “la poesía no tiene tiempo, el que la lee la rescata, la hace presente y luego la regresa a su eternidad”.
Hay muchas formas de hacer poesía. La de Francisco Castañón es escribir a borbotones y luego realizar una labor de pulir y encajar cada una de las palabras, hasta conseguir el efecto deseado.
A mediados del pasado 2019 se publicó el libro Equipaje sin lastre, una antología de los diferentes poemarios del autor: A cuenta del Albur, Fuenfría, Las horas indultadas e Identidad y varios poemas inéditos, donde puede apreciarse la evolución de su poesía así como lo que constituye los puntos neurálgicos y las preocupaciones vitales del poeta.
En la poesía de Castañón están perfectamente conjugadas tradición y originalidad, referencias a la actualidad, identificación con la naturaleza, recorridos por la Sierra del Guadarrama o por esos lugares y ciudades que llegan a constituir para el poeta toda una referencia. Además, está presente lo onírico y esos giros y saltos insospechados que hace que una palabra se cruce y entrelace con otra, produciendo efectos ricos y sorprendentes.
Ya lo decía Federico García Lorca “poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”. La poesía es, desde luego, misterio y hay que saber cómo el propio Federico dijo, en más de una ocasión, encontrar el duende.
En este sentido, quisiera comentar que hay una poesía que llega al corazón a través de la inteligencia, pasando por el oído atento. No ocurre con todos los creadores pero hay algunos que tienen la fortuna de que sus palabras resultan sobrecogedoras, desconcertantes, sublimes y estremecedoras cuando son recitadas en voz alta.
En alguna ocasión hemos tenido la oportunidad de escuchar la voz poética de Castañón a través de la música del cantautor José María Alfaya. Es el caso, por ejemplo, del poema Máscaras que bien puede servir para ilustrar la capacidad de conmover que tiene su poesía.
Javier Velasco Oliaga, autor del prólogo a Equipaje sin lastre, pone con maestría, negro sobre blanco, los principales rasgos que la poesía de Francisco J. Castañón tiene y, quizás, el más representativo de todos sea penetrar como un bisturí en el alma humana.
Comenta Velasco como varios poemas del libro A cuenta del Albur aparecieron antes que en libro, en diversas revistas literarias, durante la década de los ochenta. Por su parte, Fuenfría es un poemario vinculado, por estrechos lazos, a la Sierra del Guadarrama. En tanto que Las horas indultadas donde, a mi modesto juicio, hay resonancias lorquianas de Poeta en Nueva York, pone de manifiesto lo dura y terrible que puede ser la lucha por la vida en nuestras insolidarias e inhóspitas ciudades. Algo que podemos observar también en el libro Identidad, donde el autor desnuda su yo más íntimo.
El gusto y el interés por la poesía, nos llevan aquí también a explorar y conocer mejor los resortes que sirven a Francisco J. Castañón para poner en pie su a veces cálido y a veces desasosegante universo poético.
Sólo me es posible hacer unas cuantas calas en algunos poemas de Equipaje sin lastre para apreciar el rigor, los aciertos y esa indefinible esencia que desprende la poesía verdadera.
En el poema Soledad del alba podemos encontrar versos como éstos:
Sentir el sonido de la sangre en los labios.
Con el pulso arrasado de recuerdos
fuerzo ahora una sonrisa inútil y borrosa,
y cierro las nostalgias con las luces primeras.
Y es que, como señaló Fernando Pessoa “Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo”
¡Qué importante es tener una poética! Por supuesto, se puede ahondar, establecer correlaciones e ir descifrando el enigma a lo largo de las páginas de los sucesivos poemarios. Sin embargo, en el poema titulado Poesía adrede del libro Las horas indultadas, se encuentra lo que para mí es toda una declaración de intenciones y una introspección en torno a la pregunta ¿qué es para mí la poesía?
La poesía que entre horas traigo a cuento
es una trova sin jactancias,
un recurso desprendido y temerario,
para explorar como inéditos caminos
esos lugares por otros recorridos;
para entender, con el alma a ras de la franqueza,
los antiquísimos lenguajes que espolean
las pasiones que manifiestas nos abordan;
para abrazar la luz ligada a esas estrellas
que nos hacen blanco de sus muecas
y, sin embargo, nos sostienen
en contra de implacables declinaciones.
Hemos comentado con anterioridad que los poemas de Francisco J. Castañón tienen una dimensión nueva y potente cuando son recitados, que quizás le venga del ritmo interno de las palabras o del excelente uso que sabe hacer de los encabalgamientos.
Abramos otro de sus libros, Fuenfría, en el que hayamos un afán de comunión con la naturaleza y un ansia de disfrute en soledad rememorando a Fray Luis de León, lejos del mundanal ruido, de resonancias epicúreas, donde el alma se solaza en lo que podríamos calificar, sin exageración, de una emoción telúrica.
Y así se va anudando mi desasosiego embotellado
con la agitación indomable de esos transeúntes
que adelantan a los vehículos ahogados,
cuando voy descarrilando sobre ese asfalto
que toca con su costra encarnizada
las fibras de mi hermético esqueleto empaquetado
con ansiolíticos reparadores.
Y es que la vida en las grandes urbes acaba por convertirse en la antesala del infierno. La poesía de Castañón es mucho más y más profunda de lo que parece. No es una poesía impresionista, pero aquí y allá abundan imágenes y figuras que parecen extraídas de ese movimiento poético.
No es una poesía existencialista, pero sus poemas rezuman un pesimismo existencial apenas contrapesado por ese seguir esperando contra toda esperanza que caracteriza a los luchadores.
Así en el poema Horizonte de A cuenta del Albur podemos leer:
[…]
llegadas desde esas soledades
que se oponen a la hegemonía
de los espacios infinitos
y mueren lentamente
en el desorden de mi sangre.
Francisco J. Castañón tiene una voz poética propia. Remite, sin duda, a otros creadores entre los que destaca la gigantesca figura de Vicente Aleixandre. Puede rastrearse sus influencias y las fuentes en las que ha bebido pero, como todos los creadores con nervio, las interioriza y las convierte en algo personal.
En su poesía también están presentes las referencias mitológicas y filosóficas que contribuyen a darle un tono, un aliento y una profundidad que convierte cada poema en una vivencia existencial, en un recuerdo histórico, en una comunión con la naturaleza o en una identificación con el sufriente.
Por eso, en uno de los poemas de Fuenfría declara solemnemente:
Paso la voz y la esperanza,
aunque lo demás pertenece
a las itinerantes y perpetuas
tinieblas de los hombres.
Francisco J. Castañón guarda en su corazón y en su pluma el conocimiento, el recuerdo y la firmeza de los pensadores estoicos. Lo que le hace afrontar lo que la vida tiene de dolor con un ánimo imperturbable y, lo que es más, con la conciencia de que la vida es camino y en ese itinerario, por el que cada uno discurrimos, hemos de aguantar a pie firme el malestar y los sinsabores. Observen si no la angustia y la tristeza que desprenden estos versos del poema Andén vacío perteneciente a Las horas indultadas.
Entre esas horas que a bocajarro me lapidan,
se instaló, como augurio enmarañado,
el afilado latir de un firmamento pasajero,
para presidir los minutos de demora
que fui reuniendo en aquel andén deshabitado.
Estas reflexiones van tocando a su fin. No sería elegante ni apropiado privar al lector de que hiciera sus propios descubrimientos y extrajera de estos poemas todo lo que tienen de solidario, amargo, esperanzado, terrible y dolorosamente existencial.
Ahora bien, no quisiera dejar de menciona el poema Adivinanza de Las horas indultadas, donde se dan las claves para que el lector apueste por uno de cinco objetos con un alcance hermenéutico y que no son otra cosa que dolorosas deducciones, las cuales han marcado la existencia del poeta y metafóricamente siguen influyendo, como una ley inexorable o como simple alegoría.
[…]
donde me hacen compañía
una muñeca rellena de lana y entelequias,
un peripatético gallo muy altísono
de alfarería portuguesa,
un versado tucán cubano
de madera de balsa, pico circunspecto
y forjador de horóscopos,
y un mono de trapo cínico e indolente.
La poesía de Castañón, recogida ampliamente en libros como Identidad o Equipaje sin lastre está repleta de sorpresas para quien con buen paladar se aventure a degustar los manjares que contiene.
¿Qué es ese equipaje sin lastre del que nos habla el poeta en sus versos?… ese ir ligero de equipaje como nos diría Antonio Machado, ¿la capacidad de remontar el vuelo dejando atrás lo inútil, lo cicatero, lo que nos hace egoístas e insolidarios? o… en definitiva, un equipaje sin lastre es una metáfora de aquello a lo que no debemos renunciar en la vida, lo que pertenece más al ser que al tener… y lo que da sentido a nuestro deambular por esa convención epistemológica que es el tiempo, que como granos de arena va marcando nuestro inexorable final.
En cualquier caso, la obra poética construida hasta ahora por Francisco J. Castañón nos proporciona munición… y si no nos queremos poner belicosos, materia prima poética.
Equipaje sin lastre
Francisco J. Castañón
Ed. SEEHU (Madrid, 2019)
BIOGRAFÍA ANTONIO CHAZARRA MONTIEL
Lorca, Murcia 24 de octubre de 1949. Licenciado en Filosofía por la UAM y filólogo. Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, ensayista y conferenciante. Ha impartido cursos y participado en seminarios en diferentes universidades.
Coordina y dirige los ciclos “Benito Pérez Galdós en la España actual”, en la Fundación Progreso y Cultura (2017/2020)
Presidente de la Sección de Filosofía del Ateneo de Madrid, Miembro de la comisión para la conmemoración del Centenario de la Muerte de Benito Pérez Galdós.
Ha colaborado y colabora en las Revistas de cultura y pensamiento: Ágora, Ámbito dialectico, Paideia, Temas de Hoy, y en las revistas digitales Entreletras y El Obrero.
Recientemente, ha coordinado la publicación del libro “Laicismo y Democracia” que recoge las conferencias pronunciadas de septiembre y diciembre en San Lorenzo de El Escorial (colectivo Rousseau) y en la Fundación Progreso y Cultura de UGT.