EL RESCATE DE LA TRADICIÓN

Por: Jose Marcos Gamarra


“Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”. Aristóteles. 

Hoy en día,  el mundo gira alrededor de lo  virtual. La tecnología, se ha convertido no solo  aliada fundamental para la  comunicación  sino que ha demostrado ser  una vía regia para la adquisición del conocimiento. Cursos, ponencias, charlas, disertaciones y hasta conciertos se pueden encontrar en cada rincón de la red.  No puedo negar las bondades que brinda el modernismo tecnológico por las  múltiples alternativas  para el desarrollo de habilidades que potencian al ser humano. 

Dentro del ámbito tecnológico – musical, han aparecido diferentes apps que  prometen hacer del usuario un maestro en la materia en muy poco tiempo y  con poca inversión. Se ofrece para ello, un nutrido repertorio de los géneros pop, rock, jazz, blues y clásico pero, cabe preguntarse algunas cosas ante este hallazgo.  ¿Puede una app suplantar de manera eficaz, eficiente a un maestro de música real? y si es así,  entonces ¿Puede realmente saber las características particulares, contexto, etapa y canal de donde ingresa de manera efectiva  la información musical a cada estudiante? también preguntaría si una app puede evaluar una línea de repertorio objetiva de acuerdo al nivel de cada  alumno que haya pasado  de manera satisfactoria las diferentes  texturas musicales de acuerdo a su grado de dificultad  manteniendo equilibrio entre los géneros y estilos.  Creo que la respuesta es sencilla:  No puede.    

Existen  tres grandes problemas  que son muy  evidentes  en estas aplicaciones y  que he podido percibir  por  mi experiencia en docencia durante años.

Sobrecarga de planos visuales. Para aprender piano con estas apps, se necesita  visualizar el teclado del piano virtual, en  donde aparecen las notas a veces  con colores, que hay que tocar. En el mejor de los casos,  un  video de las manos de un  pianista, toca la canción a  estudiar. El aprendiz,  debe de copiar el modelo visto en la pantalla de su móvil o tablet y hacer la interpretación en su piano personal.

Para una adecuada asociación es necesario dos elementos (partitura y el  teclado de un piano). En algunos casos, esta asociación demora un poco promoviendo  la actividad visual – motriz lejos de la partitura que a la larga está bien  si se refuerza de vez en cuando lo aprendido con la partitura.  Las apps en cambio, proponen tres planos (partitura en el móvil, teclado en el mismo y teclado del real)  sobrecargando  la percepción. Si sumamos a esto el movimiento natural de la música, lo que  podría parecer una ventaja, acaba siendo una tortura  que no deja trabajar a los neófitos largas y extensas  jornadas de 6 a 8 horas diarias  que preparan a los profesionales en la materia. 

Tiempo exógeno.  Las obras no deberían  de ser corregidas con metrónomo de una app. En un  primer momento, son  los movimientos de la línea melódica y el acompañamiento (en un tiempo personal con manos  juntas o separados dependiendo de cada nivel de lectura e independencia) lo importante  para tejer la textura de tipo  homofónica, polifónica o de melodía acompañada. La lectura  se gesta poco a poco a partir de las  frases y las pausas entre las mismas, tan necesarias como las comas y puntos en  el lenguaje verbal  ideales,  para tomar un respiro y continuar sin prisa a la siguiente sentencia.  El tiempo que  ordena los sonidos tiene su génesis en el  pulso, núcleo del movimiento musical y de  dimensión endógena. Es un gran error en estas  apps   querer corregir  de manera exógena el tiempo y no promover su ordenamiento a través de actividades dirigidas para darse cuenta de que está dentro de cada participante.  Pero es su única alternativa. Simplemente, no puede hacerlo de otro modo.  Una subdimensión más específica dentro del tiempo es la métrica, que trata las diferentes acentuaciones cada dos, tres o cuatro tiempos según indicación  de cada  compás, que por cierto tampoco es explicada por estas apps, postergando trágicamente los  acentos naturales que dividen los compases binarios, ternarios y cuaternarios que ayudan a equilibrar los movimientos de entrada – salida y la comprensión de  tiempos fuertes y débiles. 

Falencias en la parte Técnica. La técnica como se sabe,  es una serie de  conocimientos y procedimientos necesarios para desarrollar una habilidad. Las explicaciones de posición del cuerpo, brazos, muñeca y manos son vitales en el arte de interpretar el piano.  En estas apps,  la  técnica queda relegada a  una breve explicación general sin tomar en cuenta las particularidades que se pueden hallar por ejemplo en un trabajo de octavas en un pasaje de Ragtime o la  pronación de la mano izquierda en el caso de un acompañamiento estilo Alberti por citar solo algunos ejemplos. 

Podría seguir con la lista y  citar también la   inadecuada manera de enseñar a usar los pedales del piano  que varían con las formas y las  épocas. No es lo mismo el uso del pedal dentro de  una sonata de Mozart al del uso del pedal en  un nocturno de Chopin. El trabajo de dinámicas es muy pobre  dejando completamente de lado la explicación de porqué debe haber mayor o menor intensidad en una frase musical.  La lista sigue con el nulo trabajo de planos de sonoridad,  delineado de frases y falta de ayuda en la selección de un  repertorio adecuado.

Cabe mencionar la que existe  diferencia entre estas apps y  los cursos on line que se venden por paquetes, ya que  vendrían a tener otras características aunque  no  lejanas por su falta de personalización. 

Pero quizá el punto más álgido se encuentra en la falta de interacción con un maestro real  como en  una clase on line,  que  puede dar un feedback adecuado  luego de cada sesión tomando en cuenta tu contexto, etapa y  desarrollo de la técnica, abordando el repertorio justo a la medida de cada alumno  y lo más importante: Ir con el ritmo  de aprendizaje del alumno.

Es importante conocerse a sí mismo y tener  noción de  cómo se internaliza  mejor  un conocimiento. En este punto, es relevante el contexto  donde se ha crecido, las experiencias previas  para  determinar qué es lo  válido e inválido para una  vida. Es vital ser crítico con las nuevas tecnologías y ver si podemos tomar lo mejor de cada una de ellas para avanzar y con ello generar un halo que pueda ser útil a los demás. Una persona inteligente aprende de sus propias experiencias pero un sabio aprende de experiencias ajenas.  Vivimos en tiempos donde  hace falta la calidad en hacer las cosas, tiempos en donde la inmediatez generada por la ansiedad y la angustia por poseer y  tener  cosas  con el  menor esfuerzo posible se ha hecho común. Ante ello, es sabio citar al escritor y crítico de arte John Ruskin: “La calidad nunca es un accidente, siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia”.

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