LOS BÉCQUER EN SORIA Y EL MONCAYO
Por: Pilar Alcalá García
“Soria es una ciudad para poetas, porque allí la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo Adolfo Bécquer, aquel poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla, acaso más que a su admirada Toledo”.
(Antonio Machado)
Gustavo amaba los paisajes castellanos atemporales donde la Edad Media estaba presente, donde aún no existía la contaminación por el progreso y la industrialización.
La relación de Bécquer con Soria es muy estrecha y afecta a su vida personal y a su literatura. Es normal pensar que la vinculación con la ciudad castellana le viene por su matrimonio con Casta Esteban, y así es, pero esta relación empezó antes. Sabemos que Gustavo y Valeriano se hospedaron en casa de su tío Curro en Soria y de ello queda constancia en la ciudad. Parece ser que antes de 1859 Gustavo ya había estado en Soria. ¿Por qué? Pues porque amaba el arte y amaba el arte románico y Soria ofrecía un banquete para nuestro poeta. La Soria que conoció Gustavo era una ciudad pequeña, recoleta, íntima, con 1200 habitantes. “Las calles de Soria eran entonces, y lo son todavía, estrechas, oscuras y tortuosas”, escribe Bécquer en “El rayo de luna”.

En Soria había una tertulia que se congregaba en la redacción del Avisador Numantino y queda constancia de que Gustavo la frecuentaba y de que cada uno de los contertulios se encargó de que Gustavo tuviera un conocimiento más claro y exacto de Soria. Ya desde entonces quiso comprar las ruinas de san Juan de Duero para restaurarlas y transformarlas en Museo, cosa que nunca consiguió.
Este amor por Soria se enraizó más cuando en mayo de 1861 se casó con Casta Esteban, soriana de Torrubia de Soria, lo que le haría pasar temporadas en Noviercas en la casa de sus suegros que recientemente ha sido comprada por el ayuntamiento de dicha localidad y ha sido, además, restaurada. Incluso pasaba algún tiempo en Pozalmuro, donde su suegro tenía una casa con huerto y a la que Gustavo se retiraba a escribir, de hecho la llaman el huerto de Bécquer. En Noviercas, el 9 mayo de 1862, nació su primer hijo, Gregorio Gustavo Adolfo, y Bécquer figura en la partida de nacimiento como “de profesión escritor periodístico”. La última estancia en Soria sería en 1868, cuando los Bécquer se marcharon a casa del tío Curro, al desatarse la tragedia en Noviercas por la infidelidad de Casta. El 15 de diciembre, nace en Noviercas el tercer hijo, Emilio Eusebio, hijo de Casta pero parece ser que no de Gustavo, aunque él lo aceptó como suyo. Emilio murió de difteria en Ágreda, pueblo de Soria, a los 5 años.
En Torrubia de Soria se encuentra la Casa Museo de la Mujer de Bécquer. Casta Esteban Navarro nació en esta localidad el día 10 de septiembre de 1841, el mismo año en que murió el padre de Gustavo. Era la hija del médico Francisco Esteban y doña Antonia Navarro. Suele decirse que Casta conoció a Gustavo Adolfo en la consulta de su padre, en Madrid, a la que acudió Gustavo pero hay otras teorías. Se casaron en 1861 en Madrid, en la iglesia de San Sebastián y tuvieron tres hijos, los dos mencionados y el segundo, Jorge, que nació en Madrid el 15 de septiembre de 1865. Según cuenta Julia Bécquer, hija de Valeriano, en sus memorias, “Casta era guapa pero antipática; tenía en la cara algo de trágico y desagradable”. Con el nacimiento del último de sus hijos se desencadenó una profunda crisis en la pareja y su separación. Se reconciliaron poco antes de la muerte de Gustavo Adolfo en 1870.

Como hemos visto, Gustavo vivió algunos años en Soria, en la capital y en varios pueblos de la provincia, dejando numerosos escritos de una estimulante Soria, fantástica y llena de leyendas. Casi siempre estuvo acompañado de su hermano Valeriano que viajaba por Soria tomando apuntes para sus cuadros El baile, El leñador o La hilandera, auténticos tesoros como documentos etnográficos. La influencia que ejercieron Soria y el Moncayo en los Bécquer, queda patente en algunas de sus leyendas, localizadas precisamente en estas tierras y por supuesto en las “Cartas desde mi celda” escritas en el desamortizado monasterio de Veruela donde los Bécquer pasaron largas temporadas. La estancia en Veruela tenía para Gustavo motivaciones terapéuticas. Si Gustavo escribió las Cartas, Valeriano recogió en dos álbumes todos los dibujos de la estancia en Veruela y sus alrededores: “Expedición de Veruela” que se conserva en la Universidad de Columbia, Nueva York, y “Spanish Sketches” que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. Algunos de estos dibujos se publicaron en El Museo Universal y en ellos parece que Valeriano sintoniza con el movimiento impresionista que estaba naciendo en Francia.
En cuanto a las “Cartas desde mi celda” se trata de nueve cartas enviadas desde Veruela a Madrid, a sus colegas de El Contemporáneo. Gustavo actúa como un corresponsal que envía crónicas, pero también introduce reflexiones y confesiones personales. Las “Cartas desde mi celda” rompen la división tradicional en géneros literarios. Son una mezcla de reportaje periodístico, libro de viajes, relatos costumbristas y diario personal. Quizá la III sea la más íntima por cuanto Gustavo, al encontrarse con el cementerio del pequeño pueblo de Trasmoz, hace una especie de reflexión sobre la muerte y deja expresado su deseo de reposar para la eternidad a orillas del Betis, es decir, en su ciudad natal.
Son seis leyendas sorianas y aragonesas: “La promesa”, “El gnomo”, “La corza blanca”, “Los ojos verdes”, “El rayo de luna” y “El monte de las ánimas”, quizá la leyenda más famosa de Gustavo. Tanto Soria como el Moncayo tienen su trozo de cielo poético en algunas de sus leyendas, las localizadas precisamente en estas tierras: Beratón, Gómara, Almenar, y la propia Soria son algunos de los puntos inspiradores. Vamos a detenernos en estas leyendas:
– “La Promesa” es un relato fantástico ubicado en la villa de Gómara en Soria y en Sevilla durante la Edad Media, de la que encierra hermosas evocaciones. Es una de las menos originales de Bécquer, sigue los modelos de Zorrilla. Es la única leyenda en que la mujer no es malvada y manipuladora sino víctima de los engaños masculinos.
– “El gnomo” ambientada en Aragón, pretende recoger el folklore de esta tierra y trata del tema de las dos hermanas, una buena y una mala.

– “La Corza Blanca”, se desarrolla en Beratón, pueblo soriano en las faldas del Moncayo. Es el pueblo más alto de la provincia de Soria (1.395 m), llaman la atención sus pintorescos parajes: montes de encina que fueron lugares sagrados para los celtíberos y guarida de salteadores de camino. Tierra de leyendas de amor, robos y venganzas. Sobre ella han escrito autores de diferentes épocas: Marcial (Epigrama), Marqués de Santillana (Serranillas), Gustavo Adolfo Bécquer que recrea el mito de Acteón. Es una de las mejores leyendas de Bécquer, la que mejor explica la compleja actitud de Bécquer hacia la mujer. Garcés, el protagonista masculino, no se deja arrastrar por la mujer como suele ocurrir en la mayoría de leyendas.
– “Los Ojos Verdes”, está ambientada en las inmediaciones de Almenar de Soria. Se dice que se inspiró en el Pozo Román, en el río Araviana. En Almenar destaca el castillo que Bécquer convirtió en fortaleza en sus relatos; por otro lado, en Almenar nació Leonor Izquierdo, esposa de Antonio Machado. En esta leyenda encontramos un tema muy común en el folklore europeo, el de las damas del lago que seducen y destruyen a los hombres.
– En “El rayo de luna” Bécquer hace una descripción bellísima de los espesos bosquecillos y frondosas huertas de San Polo y de lo que queda del monasterio cuya construcción tradicionalmente se atribuye a la Orden del Temple que constituye junto con los hospitalarios de San Juan de Duero las dos órdenes militares que defendían el acceso principal a la ciudad. Las paredes de la Ermita del Monasterio de San Polo están cubiertas de vegetación, lo que presta al conjunto un incuestionable sabor de romanticismo. Por doquier encontramos restos románicos. Manrique, el protagonista, es el alter ego de Bécquer, ya que esta leyenda ilustra el tema de la mujer ideal tan frecuente en las Rimas.
– “El Monte de las Ánimas”, relato que transcurre en el monte de las Ánimas situado a las afueras de Soria y a orillas del río Duero. Cuenta que los templarios de Soria, poseyendo como dueños un monte no distante del convento, lo acotaron para la caza; pero como los caballeros sorianos se empeñaran en cazar sin su licencia, los templarios se propusieron impedirlo con las armas, entablándose una sangrienta refriega, en la cual murieron gran número de unos y otros. Desde entonces las almas de los muertos aparecían todos los años en la noche de los difuntos, razón por la que el monte se llamó en adelante de las Ánimas. Se trata de uno de los mejores relatos de terror de la literatura universal en la que la mujer altiva es castigada cruelmente, muere de terror, pero no un terror ocasionado por un ser monstruoso sino de un terror basado en leves sonidos.
Resulta llamativo el hecho de que casi todos los personajes masculinos salen mal parados en las leyendas de Bécquer. Y el final trágico les llega de sus amadas. Bécquer quiere sólo demostrar de lo que es capaz el amor. Esto también afecta a otras leyendas inspiradas en Toledo.
También escribió Gustavo textos comentando los dibujos de Valeriano, así como un artículo titulado “Los doce linajes de Soria” y el texto “Un lance pesado” en el que Bécquer cuenta un accidentado viaje desde Soria hasta Veruela. Sabemos que se trata de algo autobiográfico ya se ha podido comprobar que la venta que describe Bécquer cerca de Ágreda existió de verdad y se llamaba “La venta del sevillano”.

En la actualidad Soria se ha convertido en un homenaje vivo y continuo al poeta sevillano. Si paseamos por sus calles encontramos a Bécquer por doquier: el Centro Cívico que lleva su nombre, El rincón de Bécquer, La casa de los poetas, el monumento a orillas del Duero. Y el homenaje más significativo es el que tiene lugar todos los años la noche de ánimas, cuando se congregan miles de personas, se hace un pasacalle, y se procede a la lectura de la leyenda “El monte de las ánimas”. El pasacalle se inicia en el Rincón de Bécquer con una batalla. Esqueletos, monjes templarios y títeres se reúnen para recordar la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer y su “Monte de las Ánimas” en la Noche de Difuntos. Este homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer continúa con un paseo nocturno en el que los visitantes recorrerán las calles más antiguas, las ruinas y los monumentos de la ciudad de Soria hasta las inmediaciones del río Duero, guiados por candiles y antorchas y acompañados de esqueletos, estandartes medievales, títeres gigantes, monjes templarios y otros espectros de la noche. Música en directo y pirotécnica acompaña este tétrico pasacalle y recrea el ambiente lúgubre, frío y misterioso típico de esta Noche de Difuntos. Tras llegar la comitiva al río, se prepara musicalmente la lectura de la leyenda del Monte de las Ánimas. El personaje que representa a Bécquer introduce el paso a la leyenda y, posteriormente, un cortejo de canto gregoriano compuesto por ocho monjes acompaña al lector a lo alto del montículo para proceder a la lectura. A los pies del Monte de las Ánimas, junto a una gran hoguera y mientras esta se consume y con la única luz de la noche y de las antorchas, se realiza la lectura de la leyenda más famosa de Gustavo Adolfo Bécquer.
Y al igual que Sevilla, Soria ha declarado 2020 “Año Bécquer” para conmemorar el 150 aniversario de la muerte de los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo.