PALABRAS CON HISTORIA|MANZANA
Palabras con Historia
Por: Marcos López Herrador
En esta ocasión, no voy a recurrir al diccionario porque ninguna de sus acepciones nos interesa para dar tratamiento a esta palabra, porque voy a hablar de la manzana como de la fruta identificada con el pecado; en concreto, con el pecado original.
Pocas imágenes resultan más icónicas en nuestra cultura que la de la manzana como símbolo de la tentación. La manzana es la fruta del árbol prohibido del Paraíso terrenal, aquel árbol que otorgaba el conocimiento del bien y del mal.
Si yo sostengo que Eva tentó a Adán ofreciéndole una manzana como fruto del árbol prohibido, no habrá quien mantenga que no es eso lo que, siendo niños, nos enseñaron en el colegio, en las clases de Historia Sagrada.
Bien, pues permítaseme que ponga en cuestión algo que según lo que nos parece conocer resulta tan obvio como innegable: Verdaderamente ¿es la manzana el fruto del árbol prohibido, es la manzana la fruta que Eva ofreció a Adán para tentarle?
Remitámonos a la única fuente original que puede ofrecernos luz, para sacarnos de dudas; veamos qué dice la Biblia.
En el Génesis encontramos el siguiente relato:
Tomó pues, Yahveh Dios al hombre, y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y guardase y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Y se dijo Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”.
Continúa el relato con la creación de la mujer, y luego sigue: Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yahveh Dios, dijo a la mujer: “¿Conque os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?” Y respondió la mujer a la serpiente: “Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”. Dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Vio pues la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y tomó su fruto y comió, y dio también de él a su marido que también con ella comió. Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.
Bien, este es el pasaje en cuestión en el que en ningún momento se menciona la manzana, es más, ningún pasaje del Génesis menciona que la manzana fuese el fruto prohibido.
¿De dónde viene entonces semejante idea? No es una mala pregunta, porque, si somos capaces de conocer el origen, sabremos también inmediatamente desde cuándo tenemos esa imagen.
Veamos: Si tenemos en cuenta que el Génesis se sitúa en el comienzo de los tiempos, el momento que tratamos de encontrar es relativamente reciente, pues apenas han pasado quinientos años.
La idea de que el fruto prohibido es precisamente la manzana, tiene su origen en los pintores renacentistas. Concretamente, en Alberto Durero que, en 1507, pintó para el ayuntamiento de Núremberg dos cuadros, hoy exhibidos en el Museo del Prado, que representan a nuestros primeros padres; y, en el que muestra a Eva, podemos observar cómo ella sostiene en su mano una manzana que ofrece a Adán.
Es a partir de entonces, y no antes, cuando se empieza a identificar la manzana con el fruto del árbol prohibido, y la idea se hace universal en nuestra cultura.