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MARÍA PIZARRO: «SI QUIERES HACER LA POESÍA TU PROFESIÓN, ES COMPLEJO, VOCACIONAL Y REQUIERE UNA DISCIPLINA».

Por: Isabel Rezmo


La poesía es un lugar reivindicativo. Un lugar para vernos, para conocer nuestras limitaciones, nuestras heridas. Nuestras posibilidades o nuestro afán.

El poeta se desgasta y se regenera, se convierte en una piedra angular para sí mismo y para los demás. Para el mundo que le rodea. No importa la realidad que vivas, o las inclemencias o variables que desate la rutina diaria.

Las posibilidades son infinitas y su figura se enaltece, no por lo externo, que eso es la capa que nos envuelve y nos muestra lo exterior o lo más inmediato. La poesía es un medio para convencernos de nuestros propios valores y nuestra posición. Este es el caso de la poeta que Proverso trae este mes: la cordobesa Maria Pizarro.

En estos años pensar en Córdoba es pensar en Maria Pizarro. Pensar como poeta, como mujer comprometida.

María Pizarro, poeta y actriz nacida en Conquista (Córdoba) Experta Universitaria en Criminología y Licenciada en Arte Dramático.
Es la coordinadora en Córdoba del “Festival de poesía y arte “Grito de Mujer” y de la Antología Digital “Quejío, Córdoba con Grito de Mujer”. Su obra poética se recoge en diversas revistas y antologías de España y América.
Ha publicado los libros “Lyrica 75” (Editorial La Fragua de Metáforas, 2011) “Miembro fantasma” (Editores Florentinos, 2015) con el que obtuvo el Premio Solienses. En 2017 publica “Caja de Retratos” (Detorres Editores) El libro de haikus “La libertad de la herida” con la Editorial Iruya, presentando en Buenos Aires y Montevideo, fue publicado en 2019. Miembro del comité organizador de la Iª Feria del libro Hispanoárabe, organizada por el Circulo CIHAR, celebrada en Córdoba en enero de 2017, presentó la edición bilingüe árabe-español del capítulo “Miembro fantasma” de su libro homónimo. (Editores Florentinos, 2017) Pertenece a la corriente Crue Poétique, y algunos de sus poemas han sido traducidos al francés.

RP- ¿Cuándo te acercaste a la poesía por primera vez?

MP: En la escuela, cuando tenía 12 años. Cuando nos trasladamos a vivir a Córdoba desde mi pueblo natal, Conquista.

RP: ¿La poesía es un don, una vocación?

MP: Escribir poesía tiene un poca de los dos. El lenguaje poético, que no es sencillo para una niña, lo practicas como un juego. Es una habilidad como jugar a la goma, por ejemplo, que era lo que hacían otras niñas cuando llegué al barrio de Cañero a finales de los setenta. Pero ya si quieres hacer de ello tu profesión, es complejo, vocacional y requiere una disciplina.

RP: ¿Dónde encuentras tu “voz poética”?

MP: En la calle, en los libros, en el cine…

RP: Escritores/poetas que te hayan marcado especialmente?

MP: Rosalía de Castro, García Lorca, Rafael Alberti, Cernuda, son autores de mi juventud. Con este último llegué a montar un espectáculo teatral con dos actrices cordobesas.  Ahora leo a poetas hispanoamericanos.

RP: ¿Algún verso que recuerdes especialmente?

MP: “El amor, cuando cabe en una sola flor es infinito” de Antonio Porchia, me acompaña desde la adolescencia.

RP: ¿La poesía nos domina?

MP: Al contrario, nos hace libres, nos permite pensar.

RP: La actualidad poética nos viene marcada por esta terrible pandemia. ¿Para el poeta crees que va a suponer nuevas perspectivas creativas, de expresión; incluso de comunicación?

¿Cómo analizas esta situación?

MP: Lo que en principio podría parecer muy frío, como escuchar un recital en la pantalla del ordenador, ha permitido acercarnos a grandes festivales internacionales que para mí era impensable hace unos años.  Eso ha sido un avance, que creo que ha venido para quedarse, el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, como individuo, la situación me ha desbordado: he sufrido con el dolor de los demás. Es más, he perdido a un ser querido y he pasado la enfermedad.

RP: ¿Qué ha supuesto para ti organizar junto a Sergio Carlos Pérez Rodríguez en estos años, Grito de Mujer?

MP:  Es una experiencia muy enriquecedora y es una lucha silenciosa. Mientras continúen produciéndose asesinatos de mujeres de manos sus parejas o exista una muerte más por el hecho de ser mujer, no me quedaré tranquila si ese año no organizo junto a Sergio Pérez el Festival: es un compromiso personal con las víctimas. Hemos creado una familia en torno a Quejío, Córdoba con Grito de Mujer. Y esta familia de artistas solidarios: músicos, poetas, artistas plásticos cada vez es más grande, y espero que perdure, que veamos juntos el cese de la violencia a las mujeres y niñas. Es cuestión también que las leyes nos amparen.

RP: “La libertad de la Herida es tu último libro”. Un libro de Haiku que has publicado con la editorial Iruya en 2019. ¿Las heridas en cierta manera nos liberan, atajan el dolor para encontrar un rastro que defina la liberación? ¿Dependemos de ellas? ¿Qué ha significado este libro para ti?

MP: Este libro es una mirada al mundo y al dolor ajeno, que es una de mis grandes preocupaciones como creadora. He utilizado la forma japonesa con cierta libertad y me he permitido hacer poesía social. Dejo un ejemplo:

En las cunetas
con latas olvidadas
los fusilados.

RP: ¿Para terminar qué proyectos tienes en mente?

MP: Algunos proyectos quedaron en el tintero por la pandemia. Espero retomarlos,  y proseguir con la andadura de La libertad, que salió a finales de 2019.

RP: Gracias María por tu tiempo

MP: Gracias a vosotras. El tiempo está para eso, para compartirlo.

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MICHAEL TAYLOR: PINTURA HIPERREALISTA

El Atril

Por: Isabel Rezmo


«Es muy importante para mí pintar del natural. Pienso en la interacción entre dos personas y la forma en que la pintura al óleo es capaz de responder a esas inflexiones a medida que pintas; la menor respuesta nerviosa puede ser registrada por la mano y así la pintura al óleo establece esas mínimas inflexiones que no cambian, permanecen exactamente tal cual. Trabajando así, del natural, estás tratando con las auténticas respuestas nerviosas del modelo y de hecho esas respuestas quedan atrapadas como una mosca en ámbar en una pintura, y pueden extraerse cientos de años más tarde con sólo pararse frente al retrato. En verdad es un misterio maravilloso.»

Michael Taylor es un pintor figurativo, con una técnica hiperrealista, uno de los pintores británicos más buscados y cotizados por coleccionistas públicos y privados. Por lo general, tarda entre dos y cuatro meses en terminar un cuadro, y durante este período no trabaja en nada más.

Nació en  Worthing, Sussex, Reino Unido en 1952. Estudió en las Escuelas de Arte Worthing y Goldsmith entre 1969 y 1973. Más tarde, de 1970 a 1974 en la Escuela de Arte Goldsmiths, BA Hons, en la que se graduó. Posteriormente completó sus estudios en la Escuela de Orfebres de Arte.

Desde 2001, es Miembro electo de la Royal Society of Portrait Painters.

Ha presentado varias exposiciones en solitario desde 1983 en galerías inglesas, de varios países europeos y americanos, entre ellas:  La Royal Academy of Arts, Beaux Arts de Londres, la National Portrait Gallery, de Londres, el Scheringa Museum de Holanda, el Holburne Museum of Art, Bath y la House of Lords Collection of the UK Parliament. Así como en numerosas colecciones privadas. También muestra regularmente en la exposición de verano de la Royal Academy.

Ha realizado varios encargos de retratos, incluidos el obispo Rogers, obispo de Oxford, John Roberts, vicerrector de la Universidad de Southampton y el profesor Brink de Gonville y Caius College, Cambridge. También destaca el retrato del músico Julian Bream, el del compositor Sir John Tavener y el del escritor PD. James.

La mayoría de las pinturas de Michael son composiciones figurativas basadas en contenidos narrativos desarrollados a partir de sus propias ideas.

«El punto de inicio puede ser cualquier cosa – dice -. Por ejemplo, puede ser la expresión en el rostro de alguien, un objeto interesante o una calidad de luz especial. Tiendo a dejar que la idea repose un poco y luego busco un modelo, generalmente alguien que conozca. Desde los dibujos iniciales que hago del modelo y posterior secuencia de pequeños bocetos, voy definiendo gradualmente el contenido y la composición de lo que quiero pintar.

“Veo mi obra como un proceso de toda la vida, ya que se trata de la contemplación, la reflexión y la producción de «mi manera de trabajar elegida que conduce inevitablemente a una cierta complejidad de los contenidos que sólo se revela con el tiempo y la familiaridad. Como Mary Rose Beaumont escribió: «las obras no se limitan a registrar lo que se ve, sino también lo que podría ser visto con el ojo interior. En ellas se representan los pensamientos y sentimientos que no son visibles. Son para el individuo que está dispuesto a dejarlos entrar a su torrente sanguíneo, y que se vuelvan a repetir una y otra vez para disfrutar de la calidad de liberación lenta de estas pinturas.”

Posee las siguientes Becas, premios:

Premio Royal West of England Academy Lark Trust, en 2005.

Premio Real Sociedad de Retratistas Cambiando de Rostros, en 2003,

Premio Holburne de Retrato Contemporáneo, en 2002.

Premio de Retrato de la Galería Nacional de Retratos, en 1983.

Exposiciones:

Exposición anual de la Royal Society of Portrait Painters 2018

Exposición anual de la Royal Society of Portrait Painters 2016

Art London Art Fair, Chelsea, London, en 2006

Onwards Exhibited Royal Society of Portrait Painters Exhibition, Mall Galleries, en 2001

Art Fairs, Business Design Centre, Islington, en 1992-97

Mixed Summer Exhibition, Beaux Arts, Bath, 1991

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PACO MATEOS: «LA POESÍA PARA MÍ ES UNA SEGUNDA VIDA. LO MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA UN TIEMPO CON VISOS DE ETERNIDAD QUE NO ACABA NUNCA.»

Por: Isabel Rezmo


Según Ricardo Gullón Lorca sobre la poesía asegura que «es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas«. O también que «no tiene límites». Nos puede estar esperando en el quicio de la puerta en las madrugadas frías, cuando se vuelve con los pies cansados y el cuello del abrigo subido. Sin embargo, le dice a Gerardo Diego: «Pero ¿qué voy a decir yo de la poesía? ¿Qué te voy a decir de esas nubes de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas, mirarle y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de la Poesía. Eso déjaselo a los críticos y profesores. Ni tú ni yo ni ningún poeta sabemos lo que es la poesía».

Luis Cernuda hacen evocar la figura del poeta, como la de un Bécquer actual, errando melancólico por climas de triste lejanía. Cernuda es un contemplativo. Atraído por el mundo y su contradictoria hermosura, hecha de sangre y sueño, de placer y angustia, buscó en su primer libro el «Perfil del aire», aspiró a una exactitud de concepto cercana a la noble escuela de Jorge Guillén. 

Desde esta perspectiva de este papel del poeta humano, contemplativo, Proverso presenta este mes a un poeta que se mueve entre la vida, la pasión, lo humano y una lírica y una fuerza como pocos demuestran. Hablamos de Paco Mateos. Hablamos de un poeta dedicado en cuerpo y alma a la vida y a la poesía con las connotaciones que eso conlleva.

Poeta escritor. Conferenciante. Nació en Lora de Estepa, Con la luna en Capricornio en 1953. Descubrió a Bécquer a los catorce y Machado a los dieciséis desde entonces no ha parado de escribir. Paco Mateos es dueño de un lenguaje poético, luminoso y musical con marcadas influencias de los mundos y formas flamencas así como de la tradición andaluza. Pero quizás lo que mejor defina su ya larga y prolija producción poética sea la presencia constante de la poesía amorosa en toda su obra. El Poeta se ha consolidado como una de las voces más vigorosas de la poesía andaluza, participa en numerosos encuentro y recitales y la presencia de su voz poética es constantes en las redes sociales. Poeta comprometido con su tierra y con la luz, solidario frente al dolor y las tragedias de su tiempo, pertenece al grupo de poetas de Sevilla, “Poetas por la Paz”.
Paco es autor de los siguientes libros: «Al Sur del corazón» “El Alba rumorosa” “Del color de las nubes!,“Las Cuatro Esquinas del Tiempo.”, “A la sombra de abril”, El lánguido candor de la rosa de otoño”, “La Flor del deseo” y “La Venus del Jazmín” editada en mayo 2019 en amazon
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RP: Buenas tardes Paco, ¿Qué importancia tiene para ti la poesía?

PM: La poesía para mí es una segunda vida. Lo más importante de la vida un tiempo con visos de eternidad que no acaba nunca.

RP: ¿Crees que se ha perdido  el sentido más romántico y visceral de la poesía?

PM: No se escribe, se siente con el alma, se escribe con el alma y todo transido del fulgor y la luz melancólica de la palabra poética.

RP: ¿Cuándo te acercaste a ella por primera vez?

PM: Con 5 años, yendo de la mano de mi madre a la estación del tren de Casariche andando seis kilómetros y nos sorprendió la luz intensísima de un amanecer que aún pervive detenido en mis ojos.

RP: Uno de los rasgos en tu poesía es el lirismo que te inunda ¿qué poetas te han influido o te han marcado?

PM: Antonio Machado, Luis Cernuda, Federico García Lorca y Miguel Hernández.

RP: ¿El amor es tu principal impulso para escribir?

PM: Sí. El amor en todas sus formas y maneras. El amor intemporal, libre, desatado, pasional, lúbrico. El amor su fuerza cósmica, la historia, el mundo y todo sus derivados giran en torno a él. Sin él no existiría el arte, ni la música, ni el cine, ni la literatura.

RP: ¿Hay posibilidad de separar el hombre del poeta?

PM: Sí. Si rotundamente sí. Una es la vida cotidiana banal, intrascendente, fútil por la que transitamos como número descabalgado y solo sin más fin que nacer y morir y otra la luz interior deslumbrante cósmica esa que nos hace crear mundos donde la belleza, el dolor y el sentir el mundo que trasmina su esencia, su infinitud. El universo tocado por la mano primera a tientas como un niño que descubre el misterio mismo de existir.

RP: ¿Has descubierto ya todo lo que era preciso,  o crees que aún falta mucho por vivir y saber?

PM:Como bien dijera nuestro dilecto poeta sevillano don Antonio Machado. “Hoy es siempre todavía”. Cada día, cada instante, cada soplo de la vida que te alienta, cada luz, cada tarde nunca el poeta siente de la misma manera, los poetas inventan la vida a cada paso y aún después de morir siguen abrazados a los versos.

RP: Un verso que ahora mismo  recuerdes…

PM: Un verso de un poema en prosa de Luis Cernuda en su libro “OCNOS” en donde el poeta cuenta la vuelta a un hotel en  la frialdad de una madrugada desolada y nos dice: “Y siempre pueda verte / frente a los ojos míos / sin miedo y sobresaltos de perderte”

RP: ¿Qué hay de Paco Mateos en cada libro que has escrito? ¿Qué encontramos en ellos?

PM: El yo impersonal con el que escribo es mi luz y mi sombra. Sombra que no es mía sino de los que antes de mí vivieron y escribieron en esta tierra milenaria que canta por los siglos fiel a la tradición y su maestro mi poesía es andaluza, luminosa, honda, transida, de música y de ritmos identitarios. Poesía en busca de la luz, del alma de las cosas, de la naturaleza en su estado más puro.

RP: ¿Cómo estás viviendo esta época de pandemia?

PM:Con dolor, pero también con rebeldía y creando incesantemente porque debemos los artistas aportar al mundo nuestra luz como consuelo frente a tanta desolación, el arte tiene la obligación de permanecer, de afirmarse frente a todo. Eso tan sencillo y tan difícil nos salva.

RP: A modo de despedida, algo que quieras señalar.

PM: Quiero despedirme, con unos versos que esta vez no son míos sino de ubetense Joaquín Sabina “Que el fin del mundo, nos pille bailando”.

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CRISTÓBAL TORAL: FIGURA CLAVE DEL REALISMO ESPAÑOL

El Atril

Por: Isabel Rezmo


Una de las figuras emblemáticas del realismo español, está plagada de exposiciones y reconocimientos a una carrera que alcanza el medio siglo  Su casa madrileña, donde en otro   fue visitada por pintores como Allen Jones y Mel Ramos. En las paredes de su estudio abuhardillado e iluminado con altos tragaluces, se adivina   la celebérrima fotografía de prensa en la que aparece junto al astronauta Collins, Nueva York 1969; así como el cartel de la Bienal de Fiorino (Florencia) 1977, en la que ganó la Medalla de Oro frente a rivales como Balthus.

ha expuesto en las mejores salas de todo el mundo. La mayoría de sus obras pueden observarse en Antequera, en el Museo de la Ciudad de Antequera, situado en el Palacio de Nájera, ciudad de la provincia de Málaga a la que se trasladó su familia a los pocos días de su nacimiento, donde se ha dedicado una sala a la obra de este pintor.

La calidad de su obra pictórica le ha hecho merecedor de un amplio reconocimiento internacional y de distinciones como las de Hijo Predilecto y Medalla de Oro de la Ciudad de Antequera, Medalla de Andalucía o Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. En 2014 en su muestra Cartografía de un viaje, ha expuesto una polémica obra en la que aparece un retrato de Juan Carlos I en un contenedor de basura.

BIOGRAFÍA.

Hasta los diecinueve años vivió en el campo trabajando junto a su padre, sin haber podido asistir a ninguna escuela. Unos cazadores, que se acercaron a la choza donde vivía para pedir agua, contemplaron sorprendidos los dibujos de aquel muchacho de diecinueve años, y aconsejaron a su padre que le enviase a la Escuela de Artes y Oficios de Antequera. Con sus escasos ahorros compraron una bicicleta, con la que se desplazaba a la escuela una vez terminada la jornada en el campo.

Emilio de Moral, que fue su primer maestro, solicitó a Caja de Ahorros de Antequera una ayuda para el joven pintor, y gracias a director de la Caja, José García-Berdoy, Toral consigue una beca para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, durante tres años se alojó en el Hospicio Provincial. En 1962, traslada la matrícula a la Escuela de San Fernando en Madrid y, gracias aun aumento de la beca, se hospeda en una pensión de la calle Príncipe. En 1964, se gradúa con el número uno de su promoción, y se le concede el Premio Nacional de Fin de Carrera. Durante sus estudios consiguió la Medalla de Oro de Paisaje de El Paular y el Primer Premio de Pintura y Dibujo de la Dirección General de Bellas Artes.

En 1965, obtiene la beca del Ministerio de Educación y Ciencia y la de la Fundación March, es nombrado profesor auxiliar de la Escuela de Bellas Artes y consigue el Premio de la Caja de Ahorros de Málaga. En 1966, ilustra el Romancero Gitano de García Lorca, celebra su exposición individual en el diario Pueblo, de Madrid, y es distinguido con el Premio Corporación Nacional de Bellas Artes. En 1967, realiza una muestra personal de la galería Quixote, de Madrid, y alcanza el Premio Repesa. En 1969, es becado por la Fundación March para ampliar estudios en Estados Unidos, y antes de marchar a Nueva York, expone en la sala Goya, del Círculo de Bellas Artes. En 1970, logra el Primer Premio Blanco y Negro y expone en la galería Fauna´s.

En 1971, es galardonado con el Premio de la Fundación Rodríguez-Acosta, de Granada, y participa en algunas muestras colectivas en Estados Unidos. En 1972, se presenta individualmente en la galería Staempfli, de Nueva York, donde vuelve a exponer en 1973. En 1977 la obra de Cristóbal Toral alcanza una proyección internacional tras la concesión de la Medalla de Oro de la XXIII Bienal de Fiorino (Florencia), sucediéndose exposiciones en Chicago, México, París, Bruselas, Hamburgo, Formosa, Teherán, Nueva York…, así como en las principales ciudades españolas. 1977 – Representa a España en la XXIII Bienal Internacional de “Fiorino”, Florencia, donde obtiene la medalla de oro, y el homenaje de la organización exponiendo su obra en una sala especial junto a Balthus, Guttuso y Varlin.

1980 – Realiza su primera exposición personal en París, en la Galería Isy Brachot. 1981 – Participa en la FIAC en el Grand Palais de París. 1987 – La editorial Espasa-Calpe publica una monografía sobre el artista escrita por José Luis Castillo Puche.

 1995 – El Gobierno andaluz le concede la Medalla de Oro de Andalucía. Es designado Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Sevilla.

OBRA

En la larga trayectoria de este pintor hay una imagen recurrente: las maletas, símbolo del viaje, el regreso, las migraciones, nuestra condición de nómadas, la soledad, el abandono, la degradación y lo que queda después de todo, el olvido.  Su obra se caracteriza por elegir temas universales: el viaje, el regreso, las migraciones, nuestra ineludible condición de nómadas, la soledad constitutiva de la existencia, el abandono, la degradación y lo que queda después de todo, el olvido, así como testimonios de su/nuestro tiempo a la vez que críticas en cuanto a que representa alienaciones e instrumentalizaciones del ser humano.

Otro de sus temas es el espacio, que afecta de manera decisiva a las llamadas por Lessing, frente a las artes del tiempo (literatura y música), artes del espacio: arquitectura, escultura y pintura. Esta última, desde la invención de la perspectiva en el Renacimiento, ha simulado mediante la técnica una tercera dimensión, creando una profundidad imaginaria con la que el artista manifestaba su habilidad. Un ejemplo paradigmático de ello son Las meninas de Velázquez (1656), una de las pinturas más admiradas y universales de la historia de este arte. Y que ha inspirado, entre tantas piezas, D’après Las Meninas (1974-75), de Cristóbal Toral, donde recrea esa atmósfera real introduciendo de forma abrumadora su símbolo más perseverante, las maletas. 

Más allá de ello, Toral ha manifestado interés por el espacio en otros sentidos. Es una de las pocas personas que tuvo el privilegio de conocer y conversar con uno de los tres astronautas que llegó a la luna en 1969, Michael Collins. Inspirado por este acontecimiento Toral pintó en 1975 El paquete cósmico, adquirido por el Ayuntamiento de Antequera, y que puede contemplarse en el museo de esta ciudad.

Este interés por el espacio se extiende y aprecia hasta en sus obras más recientes, como Tríptico de manzanas en el espacio (2018), en la que rompiendo con la convención de los bodegones, donde se acostumbra a representar las manzanas, o lo que quiera que sea, en una mesa, aquí lo hace flotando en el espacio. Las asociaciones, desde Adán y Eva, pasando por Newton, son interminables. Cabe preguntarse si ha habido algún pintor que haya representado más manzanas en sus telas que Toral. Ni siquiera Paul Cézanne. 

Cristóbal Toral, que cumplió 80 años durante el confinamiento, da fe en sus cuadros de lo que lo rodea: «el mundo es de una gran belleza y crueldad».

Todas sus obras tienen «intencionalidad», compromiso social y durante urante el confinamiento no podía abstraerse de lo que estaba sucediendo.

«He salido a aplaudir cada tarde, pero también he querido dejar mi testimonio de agradecimiento en una obra. Es un homenaje por una labor que han hecho en circunstancias complicadas, con falta de medios y luchando por salvar vidas», explica en una entrevista con EFE.

En la acuarela, en colores verdosos y azules, aparece personal sanitario llevando una camilla: «He tratado de reflejar la urgencia, la rapidez… y la he rodeado de manos aplaudiendo. En el horizonte aparecen unas nubes ennegrecidas, las del futuro, que es más bien oscuro».

Con más tiempo querría hacer una obra de mayor formato, incluso un óleo, y hacer una tirada de grabados con ese tema y donarlos a los hospitales.

«Me gusta que las obras de arte sean algo más que decorativas. Siempre tiene que haber una intencionalidad, un compromiso social -en 1975 llevó a la Bienal de Sao Paulo, en representación de España, una obra de homenaje a los emigrantes-. Siempre digo que el artista es un notario de su época. Debe quedar testimonio de esta horrible pandemia, igual que sucedió con la peste del siglo XIV«.

Toral ha sustituido los «tizianos», «tintorettos» y «rubens» del original por obras del siglo XX y XXI, pintados por Picasso, Rothko, Kandinsky o Mondrian, en el que ha colocado sus características maletas. Las maletas representan para Cristóbal Toral, «movimiento cien por cien; la humanidad siempre se ha caracterizado por ir de un sitio a otro, por el nomadismo. Pues bien, lo que ha ocurrido ahora es un frenazo en seco a ese movimiento y realmente es muy dramático. Ante esta pandemia misteriosa, extraña y sorprendente lo ha paralizado»

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MIGUEL ÁNGEL CAÑADA: «EL POETA ES UN GRAN RADAR ABSORBENTE. UN POETA NO VA IMPASIBLE POR LA VIDA».

Por: Isabel Rezmo


Miguel Ángel Cañada

La poesía es un compromiso, entre el hombre en sí mismo, y con el mundo que le rodea. De esta relación surge un diálogo intenso, fecundo. Porque la palabra no es solo un compendio de emociones, sino todo una relación de voz, palabra, sentimientos, vida, necesidad, denuncia, y camino. Y eso es lo que representa el poeta que este mes Proverso quiere presentar a sus lectores.

Un poeta de Jaén y para Jaén. Porque lleva su tierra tan profundamente arraigada en sí; hablar con él es hablar de Jaén, de sus rincones, de su entorno, de su gente; hablar con él es hablar con un amigo, cercano, íntegro y verdadero.

Miguel Ángel Cañada nació en Jaén en 1965. Desde muy joven, formó parte del movimiento poético de su ciudad colaborando con asociaciones culturales e interviniendo en recitales y colaboraciones literarias y teatrales.
Miembro fundador del grupo literario giennense “Oliversando”, es coordinador de su tertulia.
Ha participado en multitud de antologías, colaborado con algunos libros aportando poesía, relatos, cuentos infantiles, así como en revistas, programas radiofónicos y blogs literarios.
Ha escrito e impartido dos conferencias ambas publicadas en la Revista Penélope
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“Gloria Fuertes, poeta de guardia”“Zenobia Camprubí, luz en la sombra de un poeta”.
Es autor de algunas letras flamencas de la ciudad de Jaén escritas expresamente para la cantaora Carmen Gersol.
El próximo 28 de febrero, presentará junto a sus compañeros de Oliversando, una antología donde participa con poemas y textos en prosa. Un proyecto para la provincia de Jaén sin ánimo de lucro, cuya finalidad es que la poesía llegue a todas las bibliotecas, centros culturales, penitenciarios… con la finalidad de activar la cultura en nuestra tierra.
En 2018 publicó su Ópera Prima, un libro de poesía: “La Leyenda de Lexy” (Tarqus Editorial), libro nominado para el Premio Andalucía de la Crítica.
En 2020 gana el primer premio poesía Poeta Abendarrach de Cazalilla (Jaén).
En 2021 obtiene accésit en el I Certamen Cartas de Amor de Mar a Mar con “Cartas a Eva”

RP: ¿Qué significa poesía para ti?

MAC: Para mí la poesía es un terremoto que remueve sentimientos, un grito en el bosque, una espera en la ventana, una paloma entre bombas, un eslabón roto de cadenas. La poesía es la fuerza del universo, es el triunfo de la palabra sobre la tierra.

RP: ¿Crees que el poeta en la actualidad ha perdido autenticidad?

MAC. Creo que las redes han facilitado una expansión poética nunca vista, pero también una deformación del poeta con el todo vale, desvirtuando un poco o tal vez un mucho, la autenticidad del verdadero movimiento poético que tal vez pase por ello más desapercibido. Todo el que escribe poesía se cree poeta, el poeta no sólo escribe poemas, los vive; ahí está la autenticidad.    

RP: ¿Cómo te está afectando la pandemia generada por el COVID?

MAC: Al principio y creo que como a tantas personas creativas, me dejó en estado de shock inhibiendo la imaginación, la inspiración. Una vez aceptada la situación comenzó una resiliencia poética invirtiendo el pequeño vórtice que pudiera haber en mis ideas en una avalancha en la que en los últimos meses, con altibajos, he resarcido y con creces, el frenazo primigenio de la pandemia.   

RP: ¿Hemos aprendido algo de toda esta situación?

MAC: Tengo ideas encontradas. Parecía que la sociedad iba a cambiar para bien, como si la experiencia conjunta nos uniera a todos, absorbiera la utópica sociedad solidaria. Pero con el tiempo ha sido todo lo contrario, el COVID ha propiciado una distopía ya instalada en la sociedad, somos tan egoístas que no queremos ver más allá de nuestro ombligo. Somos unos insumisos de la situación, y esto, no ayuda a resolver el gran problema. El mundo sin solidaridad no tiene arreglo, estamos en una sociedad alienada cuyo rumbo nos puede llevar a una gran derrota. Espero que la poesía, la literatura, la cultura en general pueda construir una barrera de contención removiendo las masas encefálicas de muchos.  

RP: ¿Qué nos queda entonces?

MAC:  Nos queda la palabra, la belleza, el amor, la esperanza. Necesitamos educación, despertar a una sociedad dormida. La sociedad está mal encauzada y somos rebaños dirigidos por pequeñas marionetas (medios de comunicación, políticos, financieros) que a la vez cuelgan de hilos más altos y nos manejan a su antojo. Hay que cortar esos hilos. 

RP; ¿Es la incertidumbre lo que puede facilitar  la creación poética?

MAC: La incertidumbre ayuda al ingenio, pero el poder de observar y admirar, de sentir o resistir, el amor, la pérdida, todo en conjunto implica a la creación. 

RP: Como se ha ido forjando en ti tu propia voz poética?

MAC: Todo tiene etapas, te mueve el amor, te inspira la naturaleza, pero también te remueve la injusticia social. Todo ha ido cayendo dentro de una espiral, también el intimismo donde en los últimos meses se me ha hecho más constante. Al final todo esto se convierte en mí “yo” poético, con la ayuda siempre de la lectura. Para poder escribir hay que leer mucho y muy diverso. y esta lectura te invita a madurar en la poesía, a tomar conciencia de esa voz que tendremos que ir dejando plasmada en el folio y que nos hace únicos. 

RP: La naturaleza es también tu otra pasión. ¿Qué situación, lugar, experiencia ha significado algo especial para ti?

MAC: Nosotros somos naturaleza, sólo que se nos ha olvidado. Nos han hecho creer que somos el centro de todas las cosas, el animal racional que todo domina. Nos hemos apropiado de la tierra, del mar, del cielo. Somos el verdadero virus que destruye exterminándose así mismo, pero llevándose por delante todo lo que le rodea. Cuando subo a lo alto de una montaña, cuando veo un animal salvaje impasible a todo, cuando con mi cámara extraigo la belleza de una flor, cuando remojo mis pies entre el vaivén de las olas del mar, ahí me siento pequeñito, somos todos pequeñitos y tenemos que tomar conciencia de que la naturaleza puede vivir sin nosotros, nosotros no sin ella. Somos prescindibles y hay que tomar conciencia. 

Miguel Ángel Cañada, Rocío Biezma

RP: ¿Cómo se expresa, cómo siente  lo que nos rodea?¿Nos influye?

MAC: Primero de todo hay que tener un grado de sensibilidad. El poeta es un gran radar absorbente. Nos empapamos de toda situación y esto nos encauza a la expresión literaria. Si hay sensibilidad, a todos nos influye: lo bueno, lo malo, lo mediocre. Un poeta no va impasible por la vida.  

RP: ¿Cuál es el verso que más te ha llegado?

MAC: “Quiero escribir los versos más tristes esta noche” de Pablo Neruda, lo descubrí en mi adolescencia y me ha marcado para siempre, aunque todos los versos no sean tristes ni los escribas de noche. Después me llegaron otros muchos, pero con este verso me pasa como con el primer amor, nunca se olvida.  

RP: Después de la Leyenda de Lexy, esperamos algún proyecto nuevo?

MAC: La verdad es que tengo varios proyectos en el tintero. Tengo dos libros de poesía escritos en el cajón. Cuando los repaso nunca quedo contento y los retoco una y otra vez. Pienso que la única manera de dejarlos quietos es editándolos, pero la situación actual, social y personal me impide por ahora dar ese paso. Tal vez termine haciendo una selección entre los dos y los deje en uno, pero nunca estaré contento me he vuelto muy autoexigente. Por otra parte, he vuelto a escribir relato, alguno de ellos pendiente de resolución en concurso. 

También sigo con mi pasión por recopilar a los poetas de Jaén o que de alguna manera han pasado dejando huella por esta tierra. El Blog y la Página “Poetas de Jaén, poetas para Jaén”, me absorbe mucho tiempo, pero disfruto dando a conocer la poesía de ayer, de ahora, de los que intentan abrir camino, todo tiene cabida. 

RP:  Gracias por tu tiempo.

MAC: Mi tiempo, como el de todos, es lo más preciado, pero siempre es un placer compartirlo, si no, ¿para qué escribir si no es para dar nuestro tiempo en forma de verso? Gracias por darme cabida. Ha sido un estriptis personal vertiginoso que espero no desconcierte a nadie. 

Y si se me permite, me despido con un poema de Blas de Otero, puede definir una gran parte de esta entrevista. Gracias. 

EN EL PRINCIPIO

Si he perdido la vida, el tiempo, todo

lo que tiré, como un anillo, al agua,

si he perdido la voz en la maleza,

me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo

lo que era mío y resultó ser nada,

si he segado las sombras en silencio,

me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro

puro y terrible de mi patria,

si abrí los labios hasta desgarrármelos,

me queda la palabra.

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PAQUI AQUINO PÉREZ: «LA POESÍA ES UN ENCUENTRO CON UNO MISMO Y CON EL MUNDO, ES LA QUE ME MANTIENE UNIDA A LOS RECUERDOS».

Por: Isabel Rezmo


SOLEDAD
En ti estás todo, mar, y sin embargo,¡qué sin ti estás, qué sólo,qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,cual mi frente,tus olas van como mis pensamientos,y vienen, van y vienen,besándose, apartándose,con un eterno conocerse,mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,tu corazón te late y no lo siente…¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!
Diario de un poeta recién casado Juan Ramón Jiménez

El mar tiene esas connotaciones que nos proporciona serenidad, calma, introspección. Su sonido es gratitud, es lucha, es fuerza. Y con él, viene además el sonido de la poesía de tantos poetas como Juan Ramón Jiménez. Y hoy hemos querido traer desde Huelva el sonido del poema, de la vida, de sus inclemencias en la voz y la entrevista con Paqui Aquino.

Mujer, poeta:

Paqui Aquino Pérez, 1948.
Nací cuando estaba amaneciendo en San Juan del Puerto un pueblo de la provincia de Huelva, se asomaba el astro Piscis comenzando a brillar en el firmamento.

Escribo para expresar mis sentimientos, llevándome a un mundo irreal donde me transformo en aprendiz de poeta.
Quiero dejar en mis versos mis huellas y busco en la poesía mi alimento.
Desde niña soy amante de los libros y ahora soy mujer y sigo amando las palabras, llegando a cambiar mi diario personal por mi agenda cultural. Comencé mi actividad literaria a partir de 2000-2001 cuando funde la Tertulia Literaria «Nuevo Horizonte» de Huelva, pasando a constituirse en el 2007 en Asociación Cultural de Mujeres, soy la presidenta desde su fundación hasta hoy, en 2008 funde la Asociación Fahrenheit 451 las personas libros de Huelva, para fomentar la poesía a través de la palabra compartida y es desde este espacio cultural donde fomento y desarrollo mi pasión por la literatura y el voluntariado cultural.

Forma parte de la Plataforma “Poetas de Huelva por la Paz” desde su fundación y de la Asociación Cultural de “Poetas del Atlántico”.
He participado en los siguientes encuentros: Burros Verdes, Moguer Huelva, Encuentros Poéticos Teatro Romano de Itálica, Úbeda III y IV Encuentro Internacional de Poesía, Poetas Andaluces, árabes y portugueses con Miguel Hernández. Antología del II Y III Encuentro en Rosal de la Frontera, Festival Internacional de Poesía y Arte Grito de Mujer Moguer, Huelva y Castro Marín, Portugal. Encuentro Internacional de Editores Independientes, “Edita” Punta Umbría, Huelva…
Tengo más de 20 antologías publicadas, algunas en colaboración con la Tertulia Literaria “Nuevo Horizonte” y otras… destacando las siguientes: Poemas y relatos (2001), Las Otras Mujeres (2003), Habitaciones Propias (2006), Palabras de Mujeres Onubenses (2008), Alquimistas de Sueños (2014). Lazos Unidos, Libro solidario de igualdad de género (2016), Poetas de Huelva por la Paz (2016), Huelva es Verso (2017).
Las Mil y una noches del 1900 (2017), Confinamientos de Versos (2020), antología solidaria, Se abre el Telón y Con letra de Mujer, publicados por la asociación de Jardín de Judith ediciones, Antología 20 Ver-S.O.S. una producción de Atreverse yo tu prójimo…
Accésit al poema “La otra orilla” en el XIII concurso Nacional de poesía de Barcelona. (2009)
Colaboración desde el 2001 en la Revista de las Fiestas Patronales de San Juan Bautista, San Juan del Puerto (Huelva)

He colaborado en el disco del cantautor Nicolás Capelo “Palabra de Mujer”, con la letra de la canción “A mis nietas” (2015).
Poema “Réquiem a Antonio Perejil Delai”, musicado y cantado por Alonso Pérez en el homenaje celebrado en Nerva en marzo de 2020 y publicado en la revista “nervenses”.

En el 2018 público en solitario mi libro de poemas: Autorretrato: Por el amor y por la vida.

RP ¿Cuándo nace en ti la necesidad de escribir?

PA: Escribir es expresar mis sentimientos, desde niña ha sido una necesidad para mí, escribía en mi diario y leía todo lo que cogía en mis manos: periódicos, tebeos de hadas, y ya un poquito más mayor me incline por la poesía, comenzando a leer a Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado Alejandra Pizarnik, Virginia Wolff, incluso forre mi cuarto con algunos poemas de Mario Benedetti. Hoy con mi nueva forma de pasear por la vida, con la prisa justa, entregando todos mis sentidos al placer de la poesía y a todas mis emociones, a mis versos tranquilos en esta nueva etapa de mi vida.

RP: ¿Qué lugar ocupa la poesía en tu día a día?

PA: La poesía para mí es una aliada, es una forma de vivir, es la que me ayuda y está a mi lado todos los días para ayudarme a pasar los baches que me voy encontrando por la vida. Ella me mantiene la ilusión para seguir viviendo.

RP: ¿La poesía es un “encuentro”?

PA: Sí, creo que es un encuentro conmigo misma y con el mundo, es la que me mantiene unida a los recuerdos, llevándome hasta el papel en blanco y desnudarme de todos los sentimientos guardados en mi corazón desde siempre, la poesía hoy para mí es tan necesaria que no concibo vivir sin ella.

RP: Aunque la pregunta suene a tópico, ¿crees que la poesía puede (o debe) cambiar el mundo?

PA: Creo que la poesía puede cambiar el mundo, como digo en mi frase para los poetas de la paz: “la paz es un objetivo, un camino que no tiene fin ni fronteras” y la palabra hecha poesía casi siempre conmueve al que la lee, es el objetivo de los poetas de Huelva por la paz, denunciar y reivindicar para que la poesía pueda parar una bala y ojalá se consiga algún día.

RP: ¿Qué autores te han influido más?

PA: Son varios los escritores/as que me han influido, leo mucho a Miguel Hernández, Bécquer, José Manuel de Lara, Me gusta mucho la poesía más actual como la de Isabel Rezmo y la de otras autoras de la generación del 27 y también la novela me atrae y leo mucho a Isabel Allende, María Dueñas… Pertenezco a dos clubes de lectura y se lee de todo, desde Edgar Allan Poe hasta Julio Llamazares y en el otro es todo lectura femenina. Todos los temas me gustan, a veces unos más que otros.

RP. Elige un verso que te haya marcado especialmente

PA: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar» este verso de Antonio Machado me lo aplico mucho, la vida es un camino continuo que cada día es diferente y lleva por senderos inesperados y hay que salir al encuentro de momentos y días buenos y otros regulares.

RP: ¿Qué supuso para ti escribir Autorretrato?
PA: Supuso un ante y un después en mi vida de “poeta” publicar
Autorretrato: por el amor y por la vida, fue un cambio y una
responsabilidad, había participado en más de veinte antologías en todo este tiempo, pero un poemario solo mío me parecía una utopía, el día que me lo propusieron yo me eche a reír, lo veía imposible, pero aquí está y estoy muy contenta, habla de mí, de mi vida, de mis inquietudes con la sociedad y hay poemas, amor, mi niñez, mi pueblo San Juan del Puerto, de Paz para denunciar, la guerra, la contaminación, las injusticias hacía la mujer…

RP: Perteneces a varios grupos poéticos. La pandemia ha traído la inactividad, el pasotismo o cuanto menos una actividad cultural más reducida, ¿crees que en el futuro será así? ¿Cómo ves toda esta situación generada por la pandemia?

PA: La pandemia le ha dado un gran golpe a la cultura, este tiempo de inactividad cultural en todos los ámbitos la ha dejado muy malherida, de hecho es el sector más castigado de todos por la COVIC-19. Yo opino que pasará tiempo antes de que volvamos a ver los teatros llenos y los recitales con gentes que realmente les guste la poesía. Hay que ser realista porque estábamos viviendo una época maravillosa, parece que se había despertado de un largo sueño y las gentes empezaron a ir a los actos culturales con asiduidad; pero ahora costará mucho volver a llenar los teatros y salones de actos. Espero con esperanza que volvamos a verla florecer.

RP: ¿Tienes pensado algún nuevo proyecto a largo o a corto plazo?

PA: Pues siempre tengo proyectos y ganas de hacer cosas por la cultura. Ahora me centro mucho en mi Tertulia Literaria “Nuevo Horizonte” para que a tod@S estemos escribiendo poesía, aunque sea a través del WhatsApp y nos conectamos cada tres semanas y con el audio hacemos una tertulia y exponemos nuestros trabajos. También está en el cajón un montón de cuentos que quiero organizar para publicar, eso a largo plazo, espero que pase esta pandemia para renovar todas las actividades culturales con alegría.

RP: ¿El miedo es una reacción, o una consecuencia?
PA
: El miedo es una reacción adaptativa que nos prepara para actuar ante un posible peligro. El miedo es la emoción que más consecuencia produce en nuestro interior.
RP: Gracias por asomarte a esta casa:
PA
: Muchas gracias por invitarme a participar en la Revista Cultural Proverso. Gracias a Isabel Rezmo y a Inma J. Ferrero por su gran labor por la cultura en general y la poesía en particular, hay que seguir de mil maneras diferentes y siempre reinventando proyectos para estar preparadas para cuando termine esta pandemia y volvamos a los recitales. Espero que nos veamos pronto.

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ANTONIO DONGHI: ARTISTA EXPONENTE DEL REALISMO MÁGICO.

El Atril

Por: Isabel Rezmo


Fue un pintor italiano, especializado en escenas de vida privada, paisajes y naturalezas muertas. Uno de los principales exponentes del realismo mágico.
Los artistas europeos e italianos se enfrentaron a sus propias desilusiones, personales y creativas, en un entorno distinto al anterior a 1914 y en absoluto simple. Evidentemente la recuperación de la tradición marcó el realismo mágico, pero este movimiento también heredó los avances vanguardistas enterrados por la I Guerra Mundial.

Lo escribió el propio Fagiolo dell’Arco con motivo de aquella antología de hace treinta años: La ansiedad del cubismo y el fauvismo, del futurismo y del expresionismo se había convertido en una auténtica angustia existencial. Se intenta cavar en los escombros, buscar algún punto de referencia. En un clima de recuperación en todos los sentidos, la mirada al pasado se convirtió en un instrumento para cuestionar los relatos del presente.

La realidad fue para estos artistas el punto de partida; sobre ella practicaban la metamorfosis y la sublimación recurriendo a la imaginación y buscando incorporar a ella la expresión de estados de ánimo. El asombro, la tensión y la expectativa (ante un futuro endeble) impregnan los objetos, las formas, tan sólidas como cortantes, y también las figuras.

Desde principios de siglo, los artistas italianos han experimentado con lenguajes, nuevas iconografías, expresiones y retórica visual, pero tienen a sus espaldas una tradición que asegura, incluso en la transgresión de códigos y modelos, valores plásticos imperturbables. Un punto de referencia para muchos de ellos fue Piero della Francesca, con su síntesis perspectiva de forma y color, perfectamente resumida por Roberto Longhi en su ensayo sobre el artista renacentista. Antonio Donghi también se refiere puntualmente a Piero, ofreciendo una visión mágica del mundo, donde las figuras parecen vivir suspendidas en sus gestos y movimientos, en sentimientos y emociones.

Nada parece perturbar el momento que puede durar para siempre, como si no hubiera un soplo de vida para alterar esa forma surrealista de existencia, para mover la atmósfera helada y transparente de un mundo del vacío, de lo contrario bajo el agua.

Entre los temas favoritos de Donghi, además de naturalezas muertas y paisajes, podemos recordar: acróbatas, personajes de la vanguardia, jóvenes enamorados, malabaristas, animadores, cantantes y actrices de un espectáculo, y luego» actores «involuntarios como los cazadores , pescadores, muchachas, jóvenes amantes , acariciados por una luz fija y absorta; un universo aparentemente cotidiano pero, en realidad, espejo de una “otra” realidad, alienante, mágica, casi alucinada . El realismo pictórico en todas partes se vuelve exasperadamente preciso tanto en la representación suave de los detalles como en la definición geométricamente exacta de las coordenadas espaciales.

Inicios y desarrollo

Irónico y extravagante, pero también modesto y melancólico, Antonio Donghi estaba profundamente apegado a su ciudad.

Nacido en Roma en 1897 , estudió en el Instituto di Belle Arti. Después de prestar servicio en la Primera Guerra Mundial, estudió arte en Florencia y Venecia y muy pronto se convirtió en una de las principales figuras del neoclasicismo, movimiento surgido en los años 20.

Se inscribió en el Instituto Real de Bellas Artes de Roma.En 1923 ya está contribuyendo a la segunda Bienal en Roma, trabajando con notables pinturas; de ese año podemos mencionar el cuadro El Carnaval.

En 1924 expuso en Milán (Pesaro Galería) en una muestra colectiva por Ugo Ojetti donde participan Casorati, De Chirico, Guidi, Oppie, Tozzi. Donghi es reconocible en la tendencia hacia realismo mágico, término definido por el crítico alemán Franz Roh.

En 1925 expuso en Mannheim . En 1926 se encuentra todavía en una exposición itinerante en los Estados Unidos, por el Ministerio de Educación; se trasladó a París, donde conoció a Filippo de Pisis y Giorgio de Chirico. Al año siguiente tuvo en Nueva York Otras exposiciones; siguió en Suiza y Alemania de las que data de 1927 El circo Ecuestre. En este año obtuvo el primer premio en la International Exhibit at the Carnegie Institute en Pittsburg.
En 1928 participó en la Bienal de Venecia en 1929 participó en la segunda exposición del Novecento italiano. Años de trabajo duro y el éxito en la Bienal de 1930, la pintura de La mujer en la ventana se compra de la galería de arte moderno de Palazzo Pitti se expone a continuación a Buenos Aires en el Salón del Novecento italiano.

Poseedor de una refinada técnica, la obra de Donghi se caracteriza por una composición de líneas bien definidas, la claridad espacial y una aparente trivialidad del objeto. Su obra presenta reminiscencias de Piero della Francesca y, sobre todo, de Georges Seurat, cuyas escenas de la vida cotidiana se caracterizan también por esa aparente ligereza de las situaciones.

En 1931, el primer Cuatrienal con obras adquiridas por colecciones públicas En la Bienal de Venecia de 1932 dos de las ocho obras expuestas son adquiridas por colecciones públicas: la mujer con el café del Museo de Ca ‘Pesaro, la joven del Museo Cívico de Génova de 1933.

En 1936 recibe el encargo de exponer en la Real Academia de las Artes y la Escuela de Arte en Roma. De este año data El malabarista. Son temas habituales: acróbatas, bailarines y personajes, añadiendo esta vez el tema del paisaje. Las pinturas de este periódo (entre 1939 y 1940) podemos encontrarlas en la galería Gianferrari en Milán.

En los años 40, el trabajo de Donghi se alejó del modernismo al mismo tiempo que menguaba su popularidad, aunque nunca dejó de exponer. En 1941 la Academia de Italia da un premio por su trabajo como artista.

Alrededor de la mitad de los años cuarenta su lenguaje pictórico tiende a cambiar en la forma y tamaño participa en la cuarta Cuadrienal (1943) y cuenta con una exposición individual en la galería La Finestra di Roma (1945)

Su carácter retraído no alivia en el clima cultural de la posguerra italiana, a pesar de que puede contar con la recogida de que le ha seguido el paso del tiempo permanece ajena a la disputa entre la abstracción y la figuración, típica de la época, aunque se queja de sus dificultades como un artista figurativo Su participación en la exposición importante del siglo XX arte italiano en el Museo de arte moderno de Nueva York sigue siendo un importante reconocimiento de su arte en esta exposición muestra uno de su última gran obra, la caza de alondras (1942).

En el período de los años cincuenta, principalmente pinta paisajes, pero sigue participando en la Bienal de Venecia y la Cuadrienal Romano En los últimos años su arte está dirigido a una representación de la realidad casi ingenua Su última pintura es, con toda probabilidad, el retorno del trabajo, que se encuentra, sin firmar, en el caballete en su estudio en el momento de su muerte.

Las naturalezas muertas de Donghi consisten a menudo en un jarrón de flores de pequeño tamaño, representado con una simetría próxima al arte naif.
En sus últimos años se concentró principalmente en la realización de paisajes, pintados con diseños lineales. Murió en Roma en 1963.

La mayoría de las obras de Donghi se encuentran en colecciones de arte italianas, principalmente en el Museo di Roma. En 1965, se le dio una retrospectiva en el marco de la IX Cuadrienal de Roma.

Una grandeza y fama, la de Donghi, capaz de aguantar el tiempo, aunque su producción de posguerra haya perdido -según muchos críticos- esa capacidad de síntesis que había caracterizado las obras anteriores, con su detalle que casi te hace neurosis. Pero el 20 de noviembre de 1963, al día siguiente de su muerte -que tuvo lugar el 16 de julio de 1963- ninguno de sus amigos y admiradores se perderá la inauguración de la exposición en la Galleria La Nuova Pesa de Roma, en la que participaron, como recuerda un anciano. Programa de noticias que ahora se conserva en los archivos de Cinecittà Light, muchas personalidades del mundo del arte y la política: los pintores Mario Mafai, Amerigo Bartoli, Giorgio De Chirico, Eliano Fantuzzi y Lancia. Además de los registros Valerio Zurlini y el ministro Pietro Campilli.

Obras Importantes

Donghi combina la luz de Piero della Francesca con la rígida abstracción de Paolo Uccello: la dependencia surrealista de los volúmenes de uno y la epifanía de la perspectiva luminosa del otro.

Siempre presente en todas las exposiciones más importantes que a lo largo de los años han hablado del arte italiano entre las dos guerras, desde la famosa Exposición de arte italiano moderno, que en 1926 pasó por los principales museos de Nueva York, Boston, Washington, Chicago y San Francisco, al muy reciente Realismo Mágico; – El encanto de la pintura italiana de las décadas de 1920 y 1930, inaugurado en 2017 en el Mart en Rovereto y luego «exportado», en 2018, al Museo de Arte Ateneum de Helsinki y al Museo Folkwang de Essen.

Destacado exponente de ese Realismo Mágico en el que la realidad y la imaginación se fusionan admirablemente; bautizado en Italia por Massimo Bontempelli quien escribió: «La imaginación no es el florecimiento de lo arbitrario, y mucho menos de lo impreciso. Precisión realista de contornos, solidez de la materia bien colocada en el suelo y alrededor como una atmósfera de magia que nos hace sentir, a través de una intensa ansiedad, casi otra dimensión en la que se proyecta nuestra vida». Palabras que encajan a la perfección con el estilo de Antonio Donghi, apodado, en vida, el «pintor que huyó del viento», para esos cuadros suyos de atmósfera suspendida, en los que reina un «movimiento inmóvil» en el que se plasma una realidad cotidiana Encanto melancólico y nostálgico.

Además de las obras que hemos mencionado no podemos olvidar Donna al Café ,pintura de 1931 Representa a una mujer solitaria en una mesa de café. Está pintado con óleo sobre lienzo y tiene unas dimensiones de 80 × 60 centímetros. Pertenece a la Fondazione Musei Civici di Venezia.

Artista «exquisitamente romano», como lo describe la historiadora del arte Maria Teresa Benedetti – comisaria junto con Valerio Rivosecchi, de la exposición 2007 Antonio Donghi 1897-1963 en el Palacio Real de Milán – comienza a operar en el clima que se suele definir como el «Retorno al Orden»: tras el fin de la Primera Guerra Mundial y tras la ola de las vanguardias cuando, gracias a De Chirico, Carrà, Soffici y muchos otros artistas, se aboga por la recuperación de valores de la pintura. Y Donghi probablemente habría sido un pintor romano de los que representan la vida de la ciudad si no hubiera conocido la Metafísica de De Chirico. La metafísica , ciertamente, pero también los Maestros del pasado, desde los del siglo XV hasta los de los siglos XVII y XVIII, que comenzará a estudiar ya al día siguiente de su diploma en el Real Instituto de Bellas Artes de Roma (1916).

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GUSTAVE CAILLEBOTTE: ARTISTA Y PROMOTOR ECONÓMICO DEL IMPRESIONISMO.

El Atril

Por: Isabel Rezmo


Pintor francés contemporáneo al movimiento impresionista y amigo personal de Claude Monet, P. A. Renoir y Camille Pissarro. A diferencia de estos, no se sintió forzado a vender sus cuadros, ya que contaba con recursos económicos heredados. Esto hizo que su pintura fuera más sincera, de este modo desarrolló un estilo único, impregnado por el impresionismo, pero tendiente al realismo. Se centró en temáticas de melancolía, soledad, nostalgia y vida apacible.

El pintor parisino promocionó a los impresionistas cuando nadie creía en ellos, pero su faceta de mecenas ensombreció su carrera artística. Cuando Gustave Caillebotte falleció en 1894, dejó al Estado francés una herencia fabulosa: su colección de pintura impresionista. En la actualidad, ningún museo rechazaría un camión repleto de paisajes de Monet, Cézanne, Pissarro, Sisley o Renoir, pero en la Belle Époque los “independientes” todavía eran, a juicio de muchos, una panda de chiflados provocadores, cuya obra ofendía el buen gusto y escandalizaba a las gentes de bien. La herencia sembró la controversia en los periódicos. El propio Caillebotte, que había sospechado una reacción de ese tipo, dispuso en su testamento la opción de demorar veinte años la entrega del legado, a fin de que los franceses estuvieran más preparados para apreciarlo. Finalmente no fue necesario: los albaceas, entre los que se contaba Renoir, presionaron al Estado, que seleccionó cuarenta de las sesenta pinturas con el compromiso de exhibirlas. Hoy en día, tras varias peripecias, son una de las colecciones estrella del Musée d’Orsay. Casi tres millones de turistas las contemplan cada año.

Caillebotte no encajaba. Fue un impresionista atípico. La primera etapa de su obra, la más innovadora y de mayor calidad, rompe con la imagen que tenemos del Impresionismo. No hay pinceladas sueltas, ni indefinición, ni espontaneidad, ni puntillismo ni un énfasis especial en la acción de la luz sobre el color. Ni siquiera predominan los tonos vivos o primarios. Aun así, sus escenas urbanas son tan modernas, inusuales y desafiantes que el público de su época no podía contemplarlas sin sentir inquietud. Pero también l rechazo oficial acercó a Caillebotte, de la mano de Edgar Degas, a los entonces llamados independientes, que lo acogieron, a él, a sus obras y a su dinero, con los brazos abiertos. Es difícil saber hasta qué punto los demás impresionistas le apreciaban como pintor, además de como promotor. Caillebotte jugaba en otra liga. Su posición social, hasta cierto punto, era una barrera. Era el único de ellos que no necesitaba vender su obra para vivir. Un niño de papá, soltero y sin compromiso, que sentía entusiasmo por la obra de sus compañeros, pero que se desmarcaba de muchas de las inquietudes estéticas de estos.

Carrera artística

La familia de Gustave Caillebotte vivía en el prestigioso Faubourg – Saint Denis, era una familia de la clase alta de París. Su padre era el heredero del negocio familiar, una empresa textil dedicada a productos militares, era también Juez del Tribunal de Comercio del Distrito del Sena. Fue hijo de la tercera esposa de su padre, había enviudado de las dos anteriores. Estudia leyes y en 1870 pone ya su bufete de abogados. Estudió ingeniería, pero en ese año la guerra Franco–Prusiana estalla y pasa a ser miembro de la Guardia Nacional Móvil del Sena. En principio un puesto tranquilo.

Después de la guerra su padre lo matriculó en la Escuela de Bellas Artes cuando tenía veinticinco años; había terminado sus estudios de Derecho, pero no había razón alguna para obligarle a ejercer la abogacía. Los Caillebotte nadaban en la abundancia gracias a un lucrativo negocio textil. Gustave podía dedicarse al arte o al dolce far niente con el beneplácito de sus progenitores, que incluso construyeron un estudio en su espléndida mansión de París.

Ingresó en el taller del pintor académico León Bonnat, donde inició seriamente el estudio de la pintura. Con el transcurso del tiempo logró desarrollar su propio estilo y estableció su primer taller en la residencia de sus padres. Aproximadamente en 1874, conoció y entabló amistad con varios artistas que estaban alejados de la academia de arte francesa, incluyendo a Edgar Degas y Giuseppe De Nittis, y acudió a la primera exposición impresionista llevada a cabo ese año, a pesar de que no participó.

Los «Impresionistas» —–también denominados los «Independientes», «Intransigentes» e «Intencionalistas»—- habían roto sus lazos con la pintura académica que era exhibida en los Salones anuales. Caillebotte realizó su debut artístico en la segunda exposición impresionista en 1876, y presentó ocho pinturas, incluyendo su destacada pintura Los acuchilladores de parqué (Les Raboteurs de parquet, 1875). El tema central de la pintura era la representación de unos obreros preparando el piso de madera, siendo considerado «vulgar» por la crítica, y probablemente esta fue la razón por la cual la obra fue rechazada por los jueces del Salón de 1875. `Pero no obstante su trazo y técnica fueron del agrado de los críticos del Salón de París, que le auguraron un buen futuro como pintor cuando eligiera mejor los temas, esto parece que no le gustó e hizo lo posible por eliminar ciertos tecnicismos en su pintura y alejarse de la pintura clásica y empezar a tener veleidades impresionistas. En aquella época, la academia de arte sólo consideraba aceptable la representación de campesinos rústicos o granjeros como la temática admisible sobre tópicos referentes a la clase obrera. Hoy se considera una de sus obras más importantes. Tampoco los más vanguardistas lo acogieron con entusiasmo. El tema era inapropiado; la perspectiva, con aquel punto de vista elevado sobre los personajes, creaba un efecto de distorsión, y en cuanto a los trabajadores, resultaban demasiado enclenques para andar exhibiendo músculos.

Aquel mismo año, Caillebotte empezó a adquirir lienzos y pasteles de Degas, Pissarro, Monet y el propio Renoir, obras que cedió encantado para la exposición del año siguiente. Alquiló un piso para Monet y otro para usarlo como sede de la muestra de 1879, que financió por entero. Solamente se abstuvo de participar en la sexta y octava exposiciones, por discrepancias organizativas con Degas, que pretendía incorporar al elenco a algunos discípulos de discutible calidad.

Entre dos mundos

A pesar de la crítica académica, para algunos periodistas, resultaba tranquilizador toparse con un pintor minucioso, narrativo y aparentemente convencional, en una muestra de artistas malditos y supuestamente autodidactas. Algunos se preguntaban qué hacía “un pintor cultivado” en semejante compañía. Sus óleos, al menos, no parecían inacabados. Hablaba el idioma de los académicos, pero lo usaba para decir cosas completamente distintas. Sus temas banales, sus encuadres aparentemente fortuitos, sus perspectivas extrañas o distorsionadas y sus “fantasías ultra naturalistas” sacaron de sus casillas a más de un crítico.

Sabía que vivía en un mundo confuso, cambiante y fragmentado. Una ciudad a la que no dejaban de crecerle calles nuevas, pobladas por seres anónimos e incomunicados. Más que su personalidad, Caillebotte buscaba su identidad y la del París donde le tocó vivir.

Pero un burgués ocioso y entusiasta no puede nadar a contracorriente para siempre. En 1881, Gustave adquiere una gran finca junto al Sena y cambia sus inquietantes escenas urbanas por barcas y casitas pintorescas. Su pintura adopta entonces las convenciones del paisaje impresionista, a costa de perder calidad y originalidad. Durante los últimos años de su vida de cuarentón adinerado y soltero, Caillebotte se vuelca en tres nuevas pasiones: la jardinería, los sellos y el remo. No parece que fuera infeliz.

Obra Artística

La pintura de Caillebotte puede incluirse en la llamada pintura realista, cuyos primeros maestros fueron Millet y Courbet, es una pintura la suya con un gran sentido fotográfico, tanto por su composición como por su encuadre, son visiones fotográficas de la realidad cotidiana, así sus pinturas sobre el nuevo puente Europa que le atrae poderosamente como ingeniero, o las vista sobre Paris y el boulevard Haussmann.

Sus pinturas reflejan su admiración por el nuevo París, en su obra París bajo la lluvia además del magnífico tratamiento de la lluvia y el agua en el suelo entre los adoquines lo que nos está mostrando son los nuevos edificios, las magníficas avenidas y las amplias dimensiones de las nuevas calles.
Pero también aborda otros temas y nos ofrece un magnífico cuadro sobre una partida de cartas, o un excelente retrato de familia en el jardín, o de una dama arreglándose ante el espejo y también temas florales con alegres jardines, en su faceta más impresionista.

Pintó muchas escenas domésticas y familiares, y también retratos e interiores. Pinturas de campo en Yerres se enfocaban en los divertidos paseos en barca, en la quietud de los riachuelos, en la pesca, la natación y en escenas domésticas en torno a la residencia familiar.
Frecuentemente utilizaba una suave técnica impresionista semejante a la de Renoir para expresar la naturaleza tranquila del campo, en contraste con las pinceladas más sobrias y lisas de sus pinturas urbanas. En su cuadro titulado Remero con sombrero (1877), maneja efectivamente la perspectiva y, de una forma más realista que la pintura de Manet, Paseo en bote (1874)
Sus composiciones muchas veces ofrecen un punto de vista diferente, ya sea por la temática o la perspectiva misma de las figuras, un ejemplo claro es la primera obra que se presenta en la lista, donde el punto de observación es irreal e íntimo a la vez, producto de la imaginación del artista.

Es más reconocido por sus pinturas del París urbano, las cuales incluyen El puente de Europa (Le pont de l’Europe) (1876), Calle de París, día lluvioso (Rue de París; temps de pluie, también conocida como La plaza de Europa, en tiempo lluvioso o, en francés, La Place de l’Europe, temps de pluie) (1877). Esta última pintura es única entre sus obras debido al uso de colores planos y un efecto de foto realista que dotan al cuadro de una característica distintiva y un aspecto moderno, casi similar a la obra del pintor estadounidense de estilo realista Edward Hopper. Muchas de sus pinturas urbanas fueron en cierto modo controvertidas a causa de sus exageradas y profundas perspectivas.

Fue el mecenas de los impresionistas, ayudándoles económicamente, apoyándolos y comprandoles sus cuadros cuando estaban en estado de necesidad, incluso financiando exposiciones a favor de sus amigos. Compró también cuadros a Paul Cézanne, a Edgar Degas, a Édouard Manet y a Camille Pissarro.

A su muerte donó casi 70 cuadros de estos amigos al estado francés con la condición de que fueran expuestos en el Louvre o en el Luxemburgo, lo cual fue inicialmente rechazado, en aquella época estaba en plena ebullición la lucha entre los academicistas y las nuevas tendencias pictóricas, pero finalmente, tras arduas negociaciones por parte de Renoir, nombrado albacea de Caillebotte, 38 de esas pinturas son expuestas en el Luxemburgo, siendo la primera vez que se exponen oficialmente obras de autores impresionistas, las veintitantas restantes son finalmente reclamadas por la viuda de un hermano de Gustave Caillebotte y acaban vendiéndose de forma particular.

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INMACULADA NOGUERAS: «LA PALABRA ES EL VEHÍCULO FINAL QUE ENLAZA LOS IMPULSOS SUBLIMINALES, EL ANÁLISIS INTERIOR.»

Por: Isabel Rezmo


La poesía es una línea continua en el espacio y tiempo. Todo proceso creativo conlleva un acto primero de introspección, luego de convicción y finalmente de expresión y comunicación. El poeta se pone frente al mundo: ve, observa, contempla y escribe. Un diálogo interno, donde habitualmente hablamos con nuestro yo personal y con el mundo.

La poesía es exigente. Nos impone un sacrificio, un ideal asentado en nosotros donde confluye la emoción y el sentido. La imagen de un mundo y la trascripción de ese mundo en la palabra. Así se hace el poeta, y se entiende como el precursor de la palabra, de hacerse poema, de convertirlo en su única verdad.

En Proverso queremos hablar hoy con la poeta Inmaculada Nogueras Montiel. Una mujer, poeta, amiga, que entiende la palabra. Entenderla es difícil, no se convierte en un medio para expresar solo la emoción.

Inmaculada Nogueras (Granada). Es historiadora, poeta, prosista, prologuista y organizadora de multitud de eventos en Granada: (Homenaje Pablo García Baena, Homenaje Walt Whitman, Homenaje Gustavo Adolfo Bécquer, Encanto ibérico, Feria del libro Hispanoárabe de Granada, Grito de mujer, cenas poéticas, etc.).
Ha participado en diversos recitales, Varias ediciones del premio Ciudad de Cabra, Ciudad de Úbeda, Poetas Andaluces de Ahora y múltiples Antologías en España, Argentina y Paraguay, entre las que se encuentra «Mujeres y sus plumas» declarada de interés cultural.
Superó el Mooc sobre Federico García Lorca en la UGR. Miembro del Centro Artístico Literario y Científico de Granada, Asociación Literaria y Artística Aliar, Taller Literario Jorge Milone. Ha realizado Entrevistas o colaboraciones regulares de las revistas Estrechando, Azahar, Repoelas, Aschel Ediciones y varias radios de España y Sudamérica.

Cuenta con dos cursos de relato y poesía en la Escuela de Escritores y la Escuela de Creatividad y Desarrollo. Es embajadora de la Palabra para España por la Fundación César Egido Serrano de Madrid.
Coautora de «Aires de Andalucía» y Autora de Kilómetro cero. Finalista en el XX Certamen literario «Experiencia y vida».

Inmaculada Nogueras

RP: Buenas tardes Inma, ¿qué es para ti la palabra?
IN: La palabra tiene un poder impresionante; ya en la Biblia se dice que el verbo se hizo carne. Para mí la palabra es el vehículo final que enlaza los impulsos subliminales, el análisis interior, la percepción del entorno para, una vez conseguida la convicción, permitirnos la expresión consciente con uno mismo y, por extensión, la comunicación con los demás.
RP: ¿Cuándo nace en ti el amor por la palabra?
IN: La palabra nace y convive con nosotros. Desde que recuerdo amo la poesía. Creo que la descubrí cuando, con doce años, me encontré con Platero y me enamoré de él.
RP: ¿Crees que el poema solo supone expresar una emoción, o implica algo más?
IN: La emoción es quizá la chispa. Un poema conlleva algo más que expresar la exaltación momentánea, es como un chorro de agua fresca resultante de un trabajo y una lucha a veces exhaustiva. El poema comprime a la vez que libera y surge de la cohesión entre el yo interno y el exterior dando lugar a la convicción. Pero también es la expresión de las dudas, certezas y preguntas fundamentales del ser humano. Tras este proceso, pasamos a trasladar y compartir lo más profundo de nosotros mismos.
RP Si tuvieras que explicar qué supone para ti la poesía? ¿Cómo lo explicarías?
IN: Diría que la poesía es sinónimo de volar, es abrazarse a uno mismo y darse a los demás a la vez. Es gozar las pequeñas cosas, percibir lo que nos rodea con ojos diferentes y sobre todo, una peculiar y exigente forma de autoanálisis que lleva a desnudarse para relacionarse con el mundo
RP: ¿Qué verso utilizarías para poder definirte?
IN: Es difícil definirse uno mismo porque somos un compendio prieto que incluye multitud de contradicciones, pero lo haría con el siguiente: Y quise ser racimo, espiga, flor /de aquella humanidad que subyace perdida.
RP: Eres una gran lectora, ¿Qué autores te han cautivado más?
IN: La lista podría ser enorme y depende de cada época de mi vida, citaré algunos. Ya he dicho que Platero me fascinó, por lo tanto Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Cervantes, Dostoievski, Knut Hamsun, Aleixandre, García Lorca, Teresa de Cepeda y Ahumada, S. Juan de la Cruz, Kafka, Ibsem, Torrente Ballester, James Joyce, García Márquez, Daniel Defoe, Pérez Galdós, Manuel Altolaguirre, Ángel González, Elena Martín Vivaldi, Doina Rusti, Oliverio Girondo… y un sin fin más.
RP: Con todas las plataformas, librerías, tablets…. Aplicaciones que fomentan el conocimiento y la lectura, ¿Por qué seguimos siendo de los países que menos se lee y que más autores escriben?
IN: Solo puedo lanzar una teoría basada en el carácter español. Aquí se soluciona la vida, la política, la sanidad, la cultura, en la barra de un bar. Con una seguridad apabullante somos capaces de opinar sentando cátedra sobre cualquier materia, aunque no tengamos ni idea … Lo demás es deducible: Exceso de confianza en nuestras aptitudes sazonado con su pizca de incultura.

Inmaculada Nogueras, firma de libros

RP: ¿Se ha perdido la pureza y la calidad en la poesía?
IN: Creo que la calidad y la pureza en la poesía no se perderán mientras quede aunque sea un solo buen poeta, eso sí, en la actualidad esas cualidades van por barrios. No tengo duda de que esta generación tendrá, como todas, magníficos poetas y, al contrario que en otras, un exceso de poesía mala o mediocre.
RP: Después de la edición de Kilómetro Cero en 2019, ¿tienes pensado nuevos proyectos? ¿Qué supuso para ti escribir este libro?
IN: Tengo preparado un libro de sonetos y otro de relatos. Actualmente trabajo en una novela, sin embargo, las circunstancias actuales no propician la publicación a corto plazo.
En cuanto a Kilómetro cero he de decir que me ilusionó mucho recopilar poemas de distintos momentos de mi vida, y publicarlos fue una etapa necesaria y muy satisfactoria, aunque no he podido promocionarlo debidamente a causa del parón que sufrimos.
RP: La mujer se sigue cuestionada en un mundo literario que a pesar de los avances y de la gran cantidad de mujeres que escriben , sigue dominado por los hombres. ¿Cuál es tu percepción?
IN: En esta cuestión no puedo dejar de sentir un regusto amargo. La historia está plagada de mujeres excepcionales cuyo trabajo fue aprovechado por un padre o un marido, hubo otras muchas que fueron profesionales del arte, sobre todo de la pintura, pero años y años de predominio masculino las ha relegado al olvido. Recomiendo un libro de Ángeles Caso: «Las olvidadas» que toca este tema de lleno. Las mujeres siempre han estado ahí, como pintoras, escritoras, filósofas, matemáticas y en todas las artes o disciplinas y sí, opino que en la actualidad se cuestiona su trabajo literario en muchas ocasiones.
RP: Muchísimas gracias por tu tiempo.
IN:
Gracias a vosotras por vuestro excelente trabajo y por la deferencia que habéis tenido conmigo.

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FEDERICO DE MADRAZO Y KUNTZ: MAESTRO DEL RETRATO

El Atril

Por: Isabel Rezmo


Hijo y padre de artistas, pintor de cámara de Isabel II, director del Museo del Prado y de la Real Academia de San Fernando, Federico de Madrazo y Kunz se convirtió en uno de los maestros del retrato de la España del siglo XIX.

Federico de Madrazo, como muchos artistas de su generación, desarrolló además un extraordinario interés por las posibilidades de los avances técnicos. Junto a su curiosidad por la fotografía como técnica de reproducción, por la que desarrollaría una verdadera admiración. Madrazo, debido también a la influencia de su padre —que durante años explotó el Real Establecimiento Litográfico—, fue un consumado litógrafo.

Dotado de una extraordinaria capacidad para idealizar a sus modelos sin despegarse de la realidad y con una insuperable habilidad artística para describir las texturas de la vestimenta y la ambientación de sus retratos, Madrazo alcanzó a acuñar un lenguaje artístico propio, de enorme difusión. Así, influyó en numerosas generaciones de pintores en España, pues su labor como docente fue muy dilatada y estuvo apoyada tanto en el enorme peso social que llegó a acaparar, como en la extrema calidad de sus retratos, que no fue igualada por ninguno de sus rivales 

Biografía

Nacido en Roma cuando su padre José servía como pintor de cámara de Carlos IV durante su exilio en la ciudad, fue bautizado en la basílica de San Pedro del Vaticano, apadrinado por el príncipe Federico de Sajonia, de quien tomó su nombre. Con cuatro años llegó a España, junto con su familia, y desde pequeño recibió una formación insólita para un artista plástico.

Estudió primero en el colegio de Humanidades de Mata y Araujo y más tarde con Alberto Lista y con Antonio Gil y Zárate las disciplinas de Latín, Historia, Matemáticas y Francés, y aprendió a leer el griego con José Mussó y Valiente. Trabó amistad allí con Eugenio de Ochoa, José de Espronceda, Ventura de la Vega y otros jovencísimos nombres que habrían de consagrarse a la política y las artes de su tiempo. Recibió su primera formación artística también en Madrid, siempre bajo la sólida protección paterna, decisiva en los primeros años de su carrera profesional. De ese modo, en 1831, y con tan sólo dieciséis años, fue nombrado académico de mérito de San Fernando por su obra La continencia de Escipión 

En 1833, de nuevo valiéndose de las influencias de su padre, inició su primer viaje formativo a París, durante el cual recibió, además del nombramiento de pintor supernumerario de cámara, la Cruz de caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, contando sólo dieciocho años.

De regreso en Madrid, casó en septiembre de 1835 con Luisa Garreta de Huertas, hija de un reputado joyero madrileño. Entre 1835 y 1836, fruto de sus preocupaciones intelectuales, editó en Madrid El Artista, revista paralela a otra francesa de título semejante, que fue un instrumento fundamental para la difusión de los ideales del Romanticismo en España.

En 1838 emprendió su segundo viaje a París, disfrutando de la pensión que se le había concedido en 1830 para estudiar en Roma. Allí permaneció hasta finales de 1839, en que viajó a Italia. En el tiempo que permaneció en Francia, bajo la protección del barón Taylor, trabajó para el rey Luis Felipe y comenzó a abrirse camino en el mundo artístico francés. Allí pintó, por encargo del Monarca, el lienzo Godofredo de Bouillon proclamado rey de Jerusalén (Versalles, Palacio Real, Sala de las Cruzadas). Presentó en el Salón su cuadro El Gran Capitán recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola (Madrid, Museo del Prado), por el que obtuvo una Medalla de Oro de 3.ª Clase.

A comienzos del año siguiente presentó en el Salón Godofredo de Bouillon en el monte Sinaí (Sevilla, Reales Alcázares), premiado con una Medalla de 2.ª Clase. Todavía en París comenzó a componer el cuadro de Las Marías en el Sepulcro (Aranjuez, convento de San Pascual), que terminó en Roma ya en 1841, lejos de las premisas artísticas que le guiaban en París.

Madrazo llegó a Roma en septiembre de 1839 y, por consejo paterno, viajó ese mismo año por Milán, Piacenza, Parma, Bolonia, Florencia y Perugia, estudiando y copiando a los maestros antiguos. Ya en Roma, donde fue nombrado caballero de la Orden Española de Carlos III, instaló su estudio en el palacio de la legación diplomática española, y continuó estudiando pintura antigua. Allí estableció contacto con pintores alemanes, como Overbeck, que le resultaron muy próximos idealmente y de los que se sintió un admirador exclusivamente teórico, aunque su trato con pintores franceses e italianos le hacía ser consciente de la superioridad del arte de Ingres, al que consideraría, desde entonces, el artista más reputado.

Realizó en esa época estudios de campesinas italianas al estilo de los que hicieran también los nazarenos, tomando incluso como modelo a la musa de Overbeck, Vittoria Caldoni.

A su vuelta a España, en 1842, instaló su estudio en la posesión madrileña de El Tívoli, frente al Museo del Prado. Su padre le había hecho regresar de Italia con la expectativa de asumir grandes encargos de pinturas de historia para el Gobierno de Isabel II. Así, al año siguiente recibió el nombramiento de director de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, integrándose en la corporación madrileña y en sus actividades docentes, y en 1846 fue nombrado individuo de número por la pintura de historia, al tiempo que Francia le reconocía con la Cruz de caballero de la Orden Real de la Legión de Honor, dada su casi ininterrumpida participación en los Salons de aquella capital. Por esos años, su producción artística se concentraba ya en el retrato, aunque albergaba esperanzas de poder realizar las grandes composiciones históricas que aún no habían llegado.

En 1853 recibió, junto a Bernardo López, hijo de Vicente López y uno de sus más acérrimos rivales, el nombramiento de segundo pintor de cámara de Isabel II. Dos años después, Madrazo realizó un viaje por Alemania. Partió de París, donde asistió en julio a la entrega en el Louvre de los premios de la Exposición de Pinturas —en los que había resultado premiado—, y de allí marchó a Múnich, Dresde y Berlín, donde refrescó sus amistades con los artistas que había conocido en Italia, y volvió a París en septiembre. El año siguiente enviudó de Luisa Garreta, a consecuencia de un sobreparto, quedando a su cargo cinco hijos.

En su meteórica carrera artística, 1855 supuso su consagración definitiva en París, donde expuso quince retratos y recibió por ello una Medalla de 1.ª Clase, que tuvo gran repercusión en el mercado madrileño.

Con su prestigio ya consolidado internacionalmente, comenzó a asumir, aún más, el protagonismo integral de la escena artística de Madrid, suscitando a su alrededor una verdadera legión de seguidores e imitadores y, al mismo tiempo, creándose una singular cantidad de acérrimos enemigos que reaccionaban con críticas a cada uno de sus triunfos. En 1856 se inauguró la primera Exposición Nacional de Bellas Artes, donde formó parte, junto a su padre, de los miembros del jurado y presentó, fuera de concurso, seis retratos. No por sus obras, pero sí por las de su hermano Luis, que resultó premiado, Federico fue duramente censurado y acusado, junto a su padre, de favoritismo.

Retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1857

En 1857 fue ascendido a primer pintor de la real cámara y fue nombrado, además, profesor de Colorido y Composición de los estudios superiores de la Academia, cargo que hasta entonces había ostentado su padre. Su dilatada carrera como retratista de Corte no deja duda del papel preeminente con que se había consolidado ya junto a Isabel II, para la que creó su imagen áulica más consagrada. Aunque la Reina prefiriera personalmente a otros artistas, comprendió que la imagen que ofrecía Madrazo de sí misma era la más conveniente, ocupándolo desde entonces en realizar la mayoría de sus retratos oficiales, replicados en el taller del artista, para ser distribuidos por las dependencias del Estado. La extraordinaria difusión de su nombre, unida por un lado al de Isabel II, y también a sus éxitos ininterrumpidos en París, le concedieron una fama desconocida para el resto de los artistas españoles de esos años. Así, en 1858 le nombraron correspondiente de la Academia de San Luca de Roma, y en 1859 hizo lo mismo el Instituto Imperial de Francia.

De hecho, en los años siguientes se puso en evidencia el verdadero papel rector de la vida artística y cultural española que asumió Federico. Recibió innumerables reconocimientos internacionales, como la Cruz de comendador de la Orden de Wasa, y en Francia fue ascendido a oficial de la Legión de Honor, en 1860. Al año siguiente acudió al Congreso Artístico de Amberes como representante español, y en 1862 fue nombrado académico de Bellas Artes en Milán y en Bélgica, y en España fue miembro del comité de organización de la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1863 recibió la encomienda de la Real Orden de Santiago de Portugal. En 1866, tras la muerte de Joaquín Francisco Pacheco fue elegido, por unanimidad, director de la Academia de San Fernando, puesto que conservó sin interrupción hasta su fallecimiento y desde el que desarrolló una dilatada labor de conservación del patrimonio histórico español. Al año siguiente recibió el nombramiento de jurado en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y miembro honorario de la Academia de Pennsylvania en Filadelfia.

Además, la Corona de Prusia le concedió la condecoración de 1.ª Clase y Portugal le ascendió a la encomienda de la Orden de Santiago. En la década de 1870 Federico de Madrazo llegó a su cénit como retratista de la alta sociedad madrileña, desarrollando una intensísima labor dentro de ese género, abandonando por completo la pintura de composición.

En 1868 fue reconocido como caballero Gran Cruz de Isabel la Católica y asumió puestos de relieve en la construcción del nuevo edificio de Bibliotecas y Museos, pero en noviembre, coincidiendo con el final de la Revolución liberal, fue cesado de la Dirección del Museo Nacional de Pintura y Escultura, por ser asociado estrechamente a la imagen de Isabel II. Ello marcó el inicio de su declive profesional, lento pero implacable, aunque continuase vinculado a numerosas instituciones debido a la honradez profesional que le caracterizó. El final de la preeminencia de los modelos retratísticos propuestos por Madrazo, que sobrevino con el final del reinado de Isabel II, dio comienzo a un letargo artístico para el género en España, que no se solucionó, en realidad, hasta finales de siglo. El año siguiente, sin los sueldos de la Real Casa que venía percibiendo, Federico se vio muy acuciado económicamente, por lo que tuvo que desprenderse en París del Retrato de Asensio Juliá pintado por Goya, que estaba en su colección. Con ello daba comienzo a multitud de operaciones financieras que lo relacionaban con el comercio internacional de obras de arte procedentes de nuestro país, la mayor parte de su colección personal, pero a veces de otras colecciones.

De hecho, fue muy famosa su intercesión en 1873 en París para que la condesa de Castillejos vendiera su Inmaculada Concepción de Murillo. En 1874 fue nombrado consejero de Instrucción Pública por el Gobierno de la República, y a finales de ese mismo año se casó en segundas nupcias con Rosa Guardiola, baronesa de Andilla, pese a la clara oposición de sus hijos. Durante 1874 ayudó a su hijo Raimundo y a su hija Cecilia a organizar las ventas en París y en Roma de las obras que acababa de dejar su yerno Mariano Fortuny, recientemente fallecido.

A partir de 1878 su salud se fue complicando, acumulando serias dolencias infecciosas en los ojos, las manos y los bronquios. En 1880 presentó al ministro de Instrucción Pública el reglamento para la ejecución de la Ley de Propiedad Intelectual y de Teatros como fruto de sus trabajos en la política, donde su labor, en realidad, fue muy discreta y poco comprometida. En 1886 fue elegido, de nuevo, senador del reino por la Academia, renovando una vez más ese cargo en 1891, siendo además nombrado ese año, de nuevo, consejero de Instrucción Pública.

En 1894 fue nombrado presidente de la comisión organizadora del III Centenario de Velázquez, que supondría la ocasión de exhibir internacionalmente las reformas que había planeado para el Museo del Prado.

Sin embargo, en el verano de ese año y a consecuencia de una operación de litotricia, falleció y fue enterrado en la sacramental de San Isidro, junto a los restos de su primera esposa y de varios de sus hijos.

Obra

Al comienzo de su carrera como pintor de composición, Federico de Madrazo, influido por su pronta estancia en París, se debatió entre los modelos de Paul Delaroche, por el que sintió una especial predilección en su primera juventud, y los contundentes retratos de Ingres. Junto a ello, es perceptible el peso de los maestros de la Escuela Española, como Velázquez y Murillo, de los que se sentía obligado heredero. Su paso por Italia añadió a todo ello un gran interés por la escuela primitiva italiana, especialmente por la pintura del beato Angélico, que admiró y copió detenidamente.

Al comienzo de su brillante carrera como retratista, una vez instalado en Madrid, fue muy acusada la influencia de Ingres y de los modelos franceses, que cristalizarían, con los años, en obras tan señeras como el retrato de Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches (Madrid, Museo del Prado), de 1853.

Su arte fue evolucionando a lo largo de la década de 1870 hacia un realismo contenido y dignificado procedente del estudio directo de la Escuela Española, que ennoblecía a sus modelos sin apartarse de su estricto parecido. En esas obras fue desplegando paulatinamente una gran libertad técnica, cada vez con mayor economía de medios. Así, destaca del final de su carrera el delicado retrato de María de los Ángeles de Beruete y Moret, condesa de Muguiro (Madrid, colección particular), de 1877, o el retrato de Nicolás Salmerón (Madrid, Congreso de los Diputados), de 1879, pinturas de gran soltura plástica en las que ya se acusa la influencia de su hijo Raimundo.

Fue hábil y muy provechoso su manejo del lápiz litográfico desde los primeros años de su carrera. Así, en 1826, estampó una de sus primeras litografías, Cabeza de la Virgen de la perla, de Rafael, y desde entonces, recurriría muy a menudo a esta técnica. La empleó en el arranque de su carrera cortesana para dar publicidad al cuadro de la enfermedad de Fernando VII, en una estampa muy conocida titulada El amor conyugal, que reforzaba la imagen de la reina María Cristina de Borbón, y que tuvo gran difusión.

Pero el momento de mayor empleo por parte de Federico de Madrazo de la litografía fue en el corto período de tiempo en que se responsabilizó de la publicación de El Artista. En ese semanario publicó un importante número de dibujos litográficos, desde retratos históricos, como el de Diego Velázquez, hasta escenas históricas o de invención, y copias de obras de arte significativas. Aunque después participó con litografías en El Pasatiempo, donde publicó varios retratos de actores y dramaturgos, su actividad litográfica se extinguió pronto, contándose como su última intervención la que hizo en El Renacimiento, publicación heredera de El Artista, ya a finales de la década de 1840.

Como director del Museo del Prado llegó en el momento más brillante de su carrera. Federico trabajó en el crecimiento de la colección, concentrándose en la incorporación de piezas procedentes de las colecciones reales, pero atrayendo algunos de los primeros donativos particulares, como Los cuarenta cuadritos de animales de Jan van Kessel el Viejo, que donó Leopold Armand, conde de Hugo. Mucho más importante fue que, La Anunciación de Fra Angelico, procedente del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, pasara a exhibirse en el Museo del Prado desde 1861. Se  ocupó de la reordenación de las salas, en pos de un discurso coherente y didáctico que potenciara las obras más importantes de la colección, pero que mostrase el mayor número posible de cuadros, ajustando —como ya hiciera su padre— el modelo del Prado al del Museo del Louvre.

Dedicó grandes esfuerzos a la ordenación, catalogación y exhibición de las ya vastas colecciones. Durante la dirección de Madrazo, se produjo un importante número de legados y donaciones testamentarias; la primera de ellas la del barón Emil d’Erlanger, de las Pinturas negras de Goya. Le siguieron la donación del duque de Zaragoza del Retrato de Palafox, también de Goya, en 1884, y la donación de la duquesa de Pastrana, de más de doscientas importantes pinturas, que contenían los bocetos de Rubens para los lienzos de la Torre de la Parada, junto a otras valiosas obras francesas e italianas. A la muerte de Madrazo, la capilla ardiente con sus restos quedó instalada en la Rotonda del Museo del Prado, a los pies del Cristo crucificado de Velázquez, cuyo centenario preparaba.