LA BASURA
Por: Miguel Ángel Yusta
El concepto de basura ha llegado a ser tan extenso y profundo que no hacemos más que tropezarnos con él. Hay basura en los basureros, lógicamente, y en algunos de ellos son mayoría los niños que rebuscan desperdicios. Estremecedor. Basura por aquí, basura por allá. La basura, en sus diversas variantes, nos invade en las casas, en las calles, en los colegios, en los medios. Ingentes cantidades que en algunos casos buscamos desesperados para saciar nuestro apetito de basura. Una muerte anunciada, retransmitida, televisada, un rostro patético, cualquier cosa vale. La sobre información morbosa sobre hechos tan tristes como el asesinato de un pequeño. Un lío de faldas (o pantalones). Un levantamiento de alfombra que pone al descubierto corrupción y apesta, pero que se eterniza sin resolución. Y así vamos tirando, con la basura al cuello y tan felices de poder tener tantísima para que vean en el tercer mundo, el de la basura infecta en la que rebuscan sus gentes , que por aquí no nos privamos de nada.
Aunque esta basura digamos “virtual”, y estos hacedores de ella sean mucho más tóxicos que los basureros tradicionales, llenos de mugre física y pestilente. Los generadores de basura que visten impolutos, esos que alternan en barras de lujo y conducen deportivos “de pura sangre” al precio de llenar de basura a quien sea son, en verdad, los verdaderos detritus de esta sociedad “libre y civilizada”.
Porque aun llevando trajes o vestidos de gran marca de lujo, caros perfumes y caminando ufanos por las calles, las teles o los diversos foros económicos y políticos por donde suelen pulular, de verdad que apestan a basura y se les nota. Sería bueno aislar a esa basura y procurar conservar la modesta limpieza que tal vez es el más importante patrimonio que muchas buenas personas han heredado.
Pero, como tantas cosas, esto es un deseo utópico. Las basura nos llega ya hasta el alma. Veremos quién, cómo y cuándo es capaz de limpiarla…