ZENOBIA, JUAN RAMÓN Y EL MAR | DIARIO DE UN POETA RECIÉN CASADO. 1916
Por: Pablo Gallego León

Metropolitan Life Tower
Desde el comienzo del siglo XX Nueva York se convertía velozmente en la ciudad de los rascacielos. Lo acotado de la propia isla de Manhattan condicionó una arquitectura que ascendía verticalmente. Primero el Metropolitan Life Tower, después, el edificio Woolworth. En la época del ‘Decó’ se añadirán el Chrysler, o el Empire State; así hasta más de doscientos rascacielos, sólo en el comienzo de los años 30. La cuantía de la inmigración y la variedad de su procedencia cambiaba y diversificaba rápidamente la fisonomía de la ciudad y el flujo interior afroAméricano significó la constitución de sectores urbanos marginales que hicieron asimismo de la ciudad un verdadero mosaico cultural. Portugueses, polacos, italianos, irlandeses etc. En abril de 1892, la isla Ellis abrió oficialmente y se convirtió en una verdadera puerta de ingreso al Nuevo Mundo para millones de inmigrantes. La isla recibió a alrededor de 12 millones de personas desde entonces hasta 1954.
Pero a la vez Nueva york se convirtió también en un foco artístico y cultural de proyección mundial. Las comedias musicales de Broadway o la zona de Greewich Village donde se concitan progresivamente artistas, escritores , son ejes y a la vez paradigmas de la vanguardia neoyorkina como polo de atracción intelectual respecto al mundo occidental.
Sin embargo, en Octubre de 1929 acaece el conocido históricamente como ‘Crack del 29’. El Crack del 29 fue la más fuerte y repentina caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos, si se tiene en cuenta la repercusión y la duración de sus consecuencias, dando lugar a la Crisis de 1929. En el momento del Crack , la ciudad de Nueva York había crecido hasta convertirse casi en la metrópoli de Estados Unidos. La euforia y las ganancias financieras del mercado se hicieron repentinamente añicos el Jueves Negro, cuando el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se desplomó. Las acciones cayeron ese día y continuaron cayendo durante un mes entero. 100. 000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un periodo de tres días.
Poco antes del ‘Crack’, llegó Federico García Lorca a Ellis Island, a bordo del transatlántico Olympic y acompañado de su amigo y mentor, nada menos que Don Fernando de los Ríos, para instalarse en la Universidad de Columbia. Vivió en Nueva York del 25 de junio de 1929 al 4 de marzo de 1930. En ese momento atravesaba una depresión personal tras romper con su pareja, el escultor Emilio Aladrén, y debió decidir cambiar de aires, buscar un nuevo espacio vital.
En Nueva York, la gran urbe, crisol de culturas, ciudad de rascacielos, Federico quedó asombrado por la ciudad, la tecnología, el capitalismo. De la intensa experiencia surgiría ‘Poeta en Nueva York’, título de un poemario escrito en el intervalo 1929 y 1930, durante su estancia en la Universidad de Columbia y publicado por primera vez en 1940, cuatro años después de su muerte. ‘Poeta en Nueva York’ supone un cambio crucial en la evolución del autor granadino. El surrealismo, con sus ansias de renovar el arte, había impactado en un Lorca sensibilizado especialmente.

Juan Ramón Jiménez
En otro orden de cosas y aunque no de manera uniforme, Juan Ramón Jiménez ejerce enorme influencia sobre los poetas del 27. Rafael Alberti escribe: «Por aquellos apasionados años madrileños, Juan Ramón Jiménez era para nosotros, más que Antonio Machado, el hombre que había elevado a religión la poesía, viviendo exclusivamente por y para ella, alucinándonos con su ejemplo«
En 1924 Cuando Federico no ha pisado todavía el suelo neoyorkino, Juan Ramón y Zenobia viajan a Granada, invitados por Federico y la familia García Lorca. El poeta granadino dijo tras el encuentro: «Ahora que le he tratado íntimamente he podido observar qué profunda sensibilidad y qué cantidad divina de poesía tiene su alma. Un día Juan Ramón me dijo: ‘Iremos al Generalife a las cinco de la tarde, que es la hora en que empieza el sufrimiento de los jardines’. Esto lo retrata de cuerpo entero, ¿verdad? “
Y 13 años antes que Federico y en otro contexto diferente, Juan Ramón Jiménez había viajado a Nueva York. El motivo del viaje había sido Zenobia Camprubí Aymar. Zenobia Camprubí Aymar nació en Malgrat de Mar (Barcelona) el 31 de agosto de 1887. Su madre Isabel Aymar, como su abuela, Zenobia Lucca, con ascendiente y parentesco en pudientes familias norte Américanas, habían sido educadas en los mejores colegios de los Estados Unidos. Y fueron abuela y madre las que se encargaron personalmente de la educación de Zenobia. Vivió con su abuela hasta los 8 años, en el Paseo de Gracia, en el piso contiguo al de sus padres, y ella la inició en la lectura y en el aprendizaje de las lenguas. En febrero de 1896, Zenobia hace su primer viaje a los Estados Unidos. Y tras el regreso a Barcelona vivirán en Sarriá. El desentendimiento del padre de las cuestiones familiares llevará a la separación de los cónyuges y la madre, Isabel Aymar decide trasladarse de nuevo a los Estados Unidos con sus tres hijos.
En 1905, Se instalaron en Nueva York) donde viven también familiares y amigos. Serán años decisivos para la formación de Zenobia que la convertirán en una persona independiente, inteligente, práctica y de gran iniciativa . Se moverá en círculos distinguidos de Nueva York y Washington. En 1908 es admitida en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Columbia, Nueva York. como estudiante especial. Zenobia tiene ya una amplia formación en literatura, historia y música, domina el español, inglés y francés, y en esta Universidad estudia literatura inglesa.
«Juan Ramón oye el piano, las risas y la alegría de Zenobia y se enamora de ella…»
Habiendo regresado otra vez a España, está en contacto con Manuel Bartolomé y Carmen Cossío, de la Institución Libre de Enseñanza. Se matricula en los cursos de verano de la Residencia de Estudiantes. Y frecuenta el domicilio de la familia Byne, que viven pared con pared con Juan Ramón Jiménez. Dice el anecdotario que Juan Ramón oye el piano, las risas y la alegría de Zenobia y se enamora de ella. Los Byne los presentan en una conferencia de Bartolomé Cossío en 1913. Juan Ramón se declara y sostienen una correspondencia en la que Zenobia no lo quiere tomar todavía demasiado en serio. A finales de 1915, Zenobia se marcha con su madre a Nueva York, pero ya está enamorada del poeta y ha decidido casarse con él a pesar de la oposición de la familia.
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Diario de un poeta recién casado (1916)

Diario de un poeta recién casado
Efectivamente Juan Ramón viaja a Estados Unidos, a New York en pos de Zenobia. La sigue y llega a esa ciudad en febrero de 1916. Se casarán el 2 de Marzo en la iglesia católica de St. Stephen, ante unos familiares de ella. Como espléndida crónica lírica de este viaje Juan Ramón Jiménez escribe día a día, el ‘Diario de un poeta recién casado (1916). Dedica su libro al que califica todavía como un ‘boceto’ a Rafael Calleja. En esta dedicatoria define el carácter de su obra: “Esta breve guía de amor por tierra , mar y cielo. Casi como si evocase los cuatro, -en este caso tres-, elementos esenciales del fisicismo griego. Lo cierto es que a pesar de la extensión de su libro o capítulo dedicado a su experiencia poética en “ América del Este”, o la coda que constituyen los textos escritos sobre América a su regreso a España, en el libro prima por encima de todo la presencia del mar. El diario es una crónica poética del viaje del poeta a Estados Unidos, siguiendo a la amada. Este diario escrito en el mar, sobre el mar porque el mar es en definitiva el soporte y como tal, por extensión la sinécdoque del viaje. El permanente retorno a Itaca de cada viajero que realmente lo sea. Es el alma del poeta la que viaja, “…no el variado espectáculo externo; la exactitud del latido. El corazón, si existe, es siempre igual; el silencio, verdadera lengua universal ¡y de oro!, es el mismo en todas partes.”
En el primer libro o capítulo, el viaje ‘Hacia el mar’ se hace en tren (poemas V, VI, y VII). Una hora en Sevilla y la Giralda. De nuevo en tren, de Sevilla a Moguer. También poemas en Cadiz, Jerez, Utrera, Puerto Real, Dos hermanas: ‘Amanecer dichoso’, ‘Madrigal’, ‘Gracia’, ‘Moguer’, ‘Tarde ninguna parte’… Porque todo esta trenzado con el sentimiento amoroso, por los lugares, los paisajes y esencialmente por ella, la amada , la que justifica el viaje, tras de la que el poeta emprende un periplo vital. Porque el viaje, el retorno tiene siempre un objeto, una meta: “ Aun cuando el mar es grande/como es lo mismo todo,/me parece que estoy yo a tu lado…/ ya solo el agua nos separa,/ el agua que se mueve sin descanso,/ ¡el agua, sólo, el agua!”
«El diario es una crónica poética del viaje del poeta a Estados Unidos, siguiendo a la amada…»
En el segundo libro: ‘El amor en el mar’, entre Enero y Febrero de 1916, el poeta navega hacia Estados Unidos. Por tanto, no hay consigna de lugares, solamente las fechas. El mar es aquí el tema permanente, casi único ( XL, XLI, XLIV, XLVI, XLVIII, XLIX, LI,LII). El 5 de Febrero el cielo se nubla y ello motiva el poema ‘Menos’, casi como una síntesis del contenido del ‘Diario’ Juanramoniano: “¡Todo es menos! El mar/ de mi imaginación era el mar grande;/ el amor de mi alma sola y fuerte/ era solo el amor./ Mas fuera estoy/ de todo. ¡Yo era solo, yo era solo/ -oh mar, oh amor! – lo más!“. La tormenta en el mar amaina y el mar es la también perenne metáfora de la amada: “Tan finos como son tus brazos, son más fuertes que el mar” (XXVII). Venus, diosa del amor, puede volver a nacer en cualquier momento de su espuma (XXXI). La exaltación interna, la efusión del tono poético de Juan Ramón es lo que contribuye a su hondo lirismo.
Sólo en el libro tercero, ‘América del Este’ se reúnen poemas y textos en número de ciento cincuenta y seis. Se trata de la crónica lírica de la estancia norteAméricana de Juan Ramón Jiménez. Los poemas de Boston, el negro invernal de trenes, puentes y túneles, el color en el sol tenue y ocasional o en las vidrieras de la iglesia de Phillips Brooks, o la nieve que no mancha sino que purifica todo. De Boston a Nueva York: casi una fotografía de la ciudad en el breve texto LXXI: “ ¿Subterráneo? ¿Taxi? ¿Elevado? ¿Tranvía? ¿Ómnibus? ¿Carretela? ¿Golondrina? ¿Aeroplano? ¿Vapor? … no esta tarde hemos pasado New York ¡por nada! en rosa nube lenta”.
Como contrapunto, el cementerio pequeño entre los rascacielos (LXXXII) donde se oyen los sueños de los muertos “como si soñaran en alto” y su soñar “ es la vida más alta y más honda de la ciudad desierta”. La narración de Juan Ramón esta lejos del surrealismo de Lorca; sus impresiones son múltiples y su descripción real sin dejar de ser subjetiva y lírica en absoluto. Sobre la pobreza de la inmigración acumulada y marginada en la ciudad dirá: “…como si todos esos pobres que aquí viven -chinos, irlandeses, judíos, negros-, juntasen en su sueño miserable sus pesadillas de hambre, harapo y desprecio…”
Sin embargo el libro se redime con el intercalado frecuente de la alusión al amor y a la amada, lo que es en realidad su motivo y su constante. En el poema LXXXIV: “¡Qué dulce esta tierna trama!/ Tu cuerpo con mi alma, amor,/ y mi cuerpo con tu alma.” También en el XCV o en el CXXI.
La cita del Texto CLV dice: New York. Cuarto vacío entre baúles cerrados. Se retorna por tanto a primeros de Junio a España y el día 7 se escribe el texto ‘Despedida sin adiós’: “…New York, como una realidad no vista o como una visión irreal, desaparece lentamente, inmensa y triste, en la llovizna”.
De nuevo, en el cuarto libro, el mar; ‘Mar de retorno’. Como en la travesía de ida, ya solo hay fechas encabezando los poemas pero el mar es también aquí, aún más, el único tema de los textos. “ Éste es el mar./ ¡Este era el mar, oh amor desnudo!” El mar en los títulos y en el tema del CLIX, CLXI, CLXII, CLXVI, CLXXIII… ‘El mar’, ‘El Mar acierta’, ‘El mar despierto’, ‘El mar sólido…
Finalmente, en el libro 5º, ‘España’ , los poemas van determinando los trayectos: De Cádiz a Sevilla, de Sevilla a Moguer, después La Mancha, al fin Madrid. Y en el 6º y último libro del ‘Diario’ el poeta recoge los ‘Recuerdos de América del Este escritos en España. Por mencionar solo uno de ellos, la decepción en el intento de visitar la que fue casa de Walt Whitman ante la extrañeza de aquellos a los que se pregunta por ella y la hosquedad e ignorancia de su inquilino actual que no sabe quién fue el poeta norteAméricano.
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Después de cuatro meses recorriendo diferentes lugares de los Estados Unidos, Zenobia y Juan Ramón regresan a España, acompañados de la madre de Zenobia, superados ya los prejuicios contra su yerno. Vivirá cerca de la pareja hasta su muerte.

María de Maeztu
Juan Ramón y Zenobia inician una actividad intensa. Ella continúa su trabajo de traducción y simultáneamente se implica en tareas sociales y humanitarias al igual que otras figuras femeninas de la época. Será una de las fundadoras de la organización “Enfermeras a domicilio” en 1918, junto a Katherine Bourland, María de Maeztu y Rafaela Ortega y Gasset, asociación cuyo fin es cuidar de la salud de niños y adultos enfermos de familias obreras, procurándoles alimentos y medicinas y llevándoles a dispensarios y a la consulta de prestigiosos médicos que les atienden gratuitamente. Colaborará activamente en otras como “El Comité Femenino de Higiene Popular”. Bilingüe, y en contacto con Victoria Kent, a la que se ofrece rápidamente, también llevará a cabo una labor intensa, como secretaria de El Lyceum. El Lyceum era una asociación de mujeres que funcionó en Madrid entre los años 1926 y 1939, siguiendo el ejemplo del primer Lyceum creado en 1904 en Londres por la escritora británica Constance Smedley-Armfield para la defensa de los intereses de la mujer, y a la vez lugar de encuentro y promotor del desarrollo educativo, cultural y profesional de las mujeres, así como organizador de obras de carácter social. El club español estaba formado por mujeres de la élite sociocultural del país que por su ambiente familiar tenían un alto nivel de educación, cultura y también tiempo para desarrollar actividades y contaba ya en el momento de su fundación con ciento quince asociadas. Entre este importante número de socias destacaron su impulsora y presidenta, la escritora novecentista María de Maeztu, Victoria Kent e Isabel Oyarzábal. Zenobia Camprubí, primero secretaria, fue después su presidenta, habiendo de luchar contra un ambiente hostil en la España dividida de la preguerra civil, por mantener la organización ajena a imposiciones ideológicas religiosas.
Además de las secciones culturales e internacionales, el Lyceum hizo una meritoria acción social, fundando La Casa del Niño, una guardería modelo para niños de dos a cinco años, con la esposa de un doctor al frente, ayudada por las socias del Lyceum y enfermeras diplomadas, atacadas todas ellas por los medios y la Iglesia por no encomendar los niños a las mujeres de una orden religiosa. Zenobia fue además miembro del Comité Femenino de Higiene Popular, fundado por la esposa de otro doctor, que enseñaba a los niños y a las madres hábitos higiénicos proporcionando atención médica y premiando en concursos a los que mejor aprovechaban su ayuda. El levantamiento militar y la guerra civil echaron por tierra todas las obras en las que ella participó.
A finales de agosto de 1936, en el inicio de la Guerra Civil, Zenobia sale de España junto a Juan Ramón. Nueva York , Puerto Rico, y Cuba. Después, Miami porque Juan Ramón había sido invitado a dar conferencias en su Universidad, el 29 de enero de 1939 y hasta el 19 de noviembre de 1942. Vivirán después en Washington, y en Riverdale (Maryland), hasta su marcha definitiva a Puerto Rico en 1951.
Zenobia había sido diagnosticada de un tumor cancerígeno hacía años. A lo largo del tiempo Irá alternando tratamientos pero habiendo decidido no operarse, la enfermedad ira avanzando. Con todo, se dedica de lleno a la recopilación y publicación de la Tercera Antología Poética de Juan Ramón. Finalmente se operará en Boston en 1951. Y a pesar del ‘alta’ médica, dejará las clases por recomendación facultativa. Puerto Rico verá el periodo final de su vida y ya ingresada clínicamente y en sus últimos días, corriendo el rumor de la concesión del Premio Nobel a Juan Ramón e informada extraoficialmente de la concesión del premio, será la encargada de dar la noticia a su esposo. Tres días después Zenobia muere en la Clínica Mimiya de Santurce (Puerto Rico),1956. Transcurridos solo dos años desde la muerte de Zenobia, muere Juan Ramón. Los restos de ambos reposan en el Cementerio de Jesús, en Moguer.
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Zenobia Camprubí
Gracias a una perspectiva actualizada a tenor de la sensibilidad mucho más objetiva de los tiempos, la validez personal y el papel de Zenobia Camprubí, por sí misma y como valor hasta ahora aceptado pero analizado por otra óptica, en su papel de apoyo y aliento a la tarea de Juan Ramón Jiménez, adquiere relieve y objetividad. Se ha dicho que Zenobia sale de la sombra de Juan Ramón y ahora es ella quien habla.
En 2015, editado y presentado por la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, la Fundación José Manuel Lara y el Centro Andaluz de las Letras, Emilia Cortés Ibañez, con colaboración de Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta y representante de los herederos de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, edita publica e introduce el libro “Zenobia Camprubí. Diario de Juventud. Escritos. Traducciones.” Emilia Cortés es la responsable de la selección de textos, su traducción y transcripción. Los textos publicados abarcan los años 1905 a 1909, además de 1911, lo que constituye un documento de primer orden para conocer a Zenobia joven. Pero la publicación recoge también escritos de Zenobia durante su etapa en Nueva York y su posterior regreso a España, concretamente a Andalucía. Asimismo el Centro de Estudios Andaluces y la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez presenta en el Museo de la Autonomía de Andalucía, del 17 de septiembre al 10 de enero de 2016, año en el que se conmemora el 60 aniversario de la muerte de Zenobia, la exposición “Zenobia Camprubí, en primera persona”.
…las mujeres de la generación del 27 fueron completamente soslayadas…
Traductora, escritora, editora, profesora, cronista, Zenobia Camprubí Aymar “Fue una mujer inteligente, autónoma, fuerte, directa, clara y práctica”, dice Emilia Cortés. Viajera incansable, dominaba varias lenguas (español, inglés y francés) y tenía una amplia formación en literatura, historia y música. Independiente y emprendedora, Zenobia fue precursora de los negocios de exportación de artesanía popular. Comprometida y solidaria, se involucró siempre en numerosas iniciativas culturales y sociales como la protección de la infancia y los derechos de la mujer. Todo ello pone de manifiesto la importancia de la personalidad y la tarea de Zenobia Camprubí. Se aporta hoy en esos últimos estudios la novedad de su voz poética: 27 poemas inéditos (“Brindo por ti, amor / Brindo por mi amor por ti, amor / Brindo por las hazañas que haré, amor / Para mostrar que mi amor es verdadero amor”). Etc.
Hacer el retrato de Zenobia Camprubí no es fácil cuando, no tanto por la no demasiada lejanía en el tiempo, sino por el olvido, el menosprecio que la cultura del franquismo (Zenobia y Juan Ramón se exilian en el 36) impuso a la historia sincrónica de la literatura española, por el que, por ejemplo, las mujeres de la generación del 27 fueron completamente soslayadas, sus rasgos propios han permanecido borrados o al menos borrosos, y los de tantas escritoras artistas y creadoras en general, cuya tarea fue tan importante o más que la de los propios varones, o cuyo papel de apoyo y aliento , sobre su propia renuncia altruista y generosa como parejas fue tan decisiva para el varón y la tarea de éste.
Zenobia Camprubí no es una mujer dependiente de su marido, no es una mujer sometida; hay en ella suficientes valores, suficiente fuerza y seguridad como para ejercer un papel muy distinto. Ello, a pesar de la personalidad tantas veces egoísta o malhumorada de Juan Ramón. Ella es muy otra cosa, es una mujer enamorada, consciente de la importancia y el valor del trabajo del poeta, y por tanto no solo es su colaboradora sino que forma un equipo con él. En palabras de Carmen Hernandez Pinzón, es mucho más leal al compañero de su periplo vital que a su marido en el sentido convencional o legal. Por otro lado, su humildad le hace dedicarse a apoyar al que cree que tiene más talento; no solo apoya sino que empuja, impulsa. En sus últimos momentos es ella quién comunica a Juan Ramón la concesión del Nobel, porque en realidad ha sido ella quién le ha aupado hasta el premio.
Nueva York había recibido en varias ocasiones la presencia de Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez y la travesía hasta los Estados Unidos en la época era obligadamente por mar. El mar fue el soporte y la metáfora del amor, del intenso periplo vital de ambos, incluyendo el exilio. Pero en el momento en que la relación entre ambos se fragua definitivamente el poeta da fe efusiva e íntima en un viaje inmarcesible y exultante de ida y vuelta a través del mar en su ‘Diario de un poeta recién casado’ de 1916.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.fundacion-jrj.es/zenobia/vida-biografia/
https://www.revistaclarin.com/421/zenobia-camprubi-amor-y-dependencia/
http://www.larazon.es/cultura/una-escritora-llamada-zenobia-camprubi-EB11107131